Periodistas sin protección
¬ Augusto Corro lunes 23, Ago 2021Punto por punto
Augusto Corro
México es uno de los países más peligrosos para el ejercicio del periodismo. Nadie puede detener las agresiones contra los comunicadores.
El gremio de los periodistas se encuentra amenazado por la delincuencia organizada y por los caciques regionales.
El jueves 19 de agosto, el reportero Jacinto Romero Flores, de 60 años, fue asesinado a balazos mientras circulaba en su coche sobre el bulevar Reforma, en la unidad habitacional Potrerito, municipio de Ixtaczoquitlán, Veracruz.
Con la muerte de Romero Flores se cumplió la advertencia de los delincuentes para que dejara de escribir información sobre presuntos abusos de autoridad de policías municipales.
En el país es permanente el acoso a los representantes de los medios. A lo largo y ancho del territorio nacional, la delincuencia organizada controla la información.
Y aquél que no obedece las órdenes se expone a correr toda clase de riesgos que van de simples advertencias a acciones criminales.
Por ejemplo, en Veracruz durante el gobierno del morenista Cuitláhuac García Luna van asesinados cuatro periodistas:
Julio Valdivia, del diario El Mundo, en septiembre de 2020; María Elena Ferral Hernández, corresponsal del Diario de Xalapa y directora de Quinto Poder, el 30 de marzo del 2020; Jorge Celestino Ruiz Vázquez, reportero del diario Gráfico de Xalapa, en agosto de 2019, y ahora Jacinto Romero Flores.
En el sexenio del presidente López Obrador fueron ultimados 43 periodistas.
En más del noventa por ciento de los homicidios, los responsables huyeron. Además, poco o nada se sabe de las investigaciones.
La delincuencia organizada o como se nombre a los cárteles de la droga, bandas de secuestradores, etc., sabe bien que los sicarios gozan de impunidad total.
Son los propios representantes de la ley quienes envían los expedientes de los periodistas asesinados al archivo.
En los primeros días de agosto, un grupo de narcotraficantes identificado como representantes del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) amenazó de muerte a la periodista Azucena Uresti.
El mensaje del narco impactó porque representaba un paso más abierto a la escalada de violencia que se registra en México.
Los narcotraficantes no están de acuerdo en la forma que los medios manejan la información, que consideran sesgada.
La amenaza del CJNG se interpretó como un alarde de fuerza por parte de los narcos cuyas acciones criminales no tienen límites.
Las opiniones de los expertos sobre el tema se centran en la impunidad que beneficia a los criminales. Si cometen un sinnúmero de delitos y no son castigados, no sienten ningún temor. Son ellos los que aplican sus leyes.
Miles de personas han perdido la vida en los ajustes de cuentas de la delincuencia organizada. Cada día crece la relación de gente desaparecida. Las fosas clandestinas se multiplican.
En fin, la espiral de violencia se hace más grande.
En ese escenario de inseguridad se vive en México desde el sexenio del presidente Felipe Calderón Hinojosa.
El panista decidió enfrentar a la delincuencia organizada y fracasó. No se podía obtener resultados positivos si no tenía estrategia en una guerra costosa y mortal.
Le heredó el problema al presidente Enrique Peña Nieto y la situación se agudizó.
Lo mismo ha ocurrido en el gobierno del mandatario López Obrador.
Más de uno delincuente debe estar tranquilo al saber que las autoridades ahora prefieren los abrazos y no los balazos como método para enfrentar a la criminalidad.
En los casos de los periodistas asesinados, las organizaciones de derechos humanos condenan los hechos. La historia se repite hasta el cansancio. Las voces que exigen justicia luego se apagan y la impunidad vuelve a triunfar.
Los periodistas viven tiempos difíciles.
¿Usted qué opina amable lector?