Narcobarbarie
¬ Augusto Corro viernes 29, Abr 2011Punto por Punto
Augusto Corro
- Espeluznante relato de sobreviviente
- Salvajismo: los mataban a mazazos
- El Comandante 40, ¿un monstruo?
Narcotráfico. Narcoviolencia. Narcofosas. Narcobarbarie. ¿Qué sigue? Está claro que el horror y el terror llegaron a San Fernando, Tamaulipas. Basta con leer la columna “De frente y de perfil”, de nuestro colega Ramón Zurita Sahagún, para comprobar que la narcobarbarie, el salvajismo, son el ejemplo de la delincuencia enloquecida. (Hoy se puede continuar la lectura de ese testimonio estrujante).
Somos testigos de la espiral de violencia que crece incontenible. Sin embargo, no teníamos idea de las acciones propias de los cavernícolas que efectuaron ¿o efectúan? “Los Zetas” en las carreteras tamaulipecas. Decenas de personas inocentes, viajeros y migrantes, fueron sacrificado por asesinos trogloditas.
En la columna mencionada un pasajero sobreviviente narra la experiencia terrible que sufría todo aquél que caía en manos de los delincuentes y era privado de la libertad, vejado y asesinado por los miembros embrutecidos por los integrantes de las bandas de narcotraficantes, extorsionadores, secuestradores y sicarios.
Por ejemplo, la actitud criminal, inhumana, del Comandante 40, quien mató de un tiro en la cabeza a un joven porque temblaba de miedo y se orinó los pantalones por lo mismo. Después, el sujeto, con más características de animal que de humano, obligó a los pasajeros secuestrados a matarse entre ellos armados con marros, en luchas encarnizadas que recuerdan a los protagonistas del circo romano.
Los asesinatos múltiples a sangre fría también se registraron en la Segunda Guerra Mundial y en Vietnam. Los alemanes que iban en la retaguardia se encargaban de rematar a sus enemigos. Los obligaban a cavar sus propias tumbas, los mataban a balazos y ahí mismo los sepultaban.
Queda claro que los “Los Zetas” ni siquiera gastan sus balas para asesinar a las víctimas. De las autopsias practicadas se desprende que la mayoría de las personas fueron ultimadas por los golpes que recibieron en la cabeza. “Los ejecutores tuvieron una conducta sádica, de desprecio por los seres humanos… por la vida. De acuerdo con las pruebas encontradas, prefirieron usar objetos contundentes antes que gastar un cartucho para quitarles la vida y ahorrarles sufrimiento a las víctimas. Se presume que fue para demostrar a las comunidades en que operan que son capaces de cualquier cosa y son ellos los que tienen el control y el poder”. (SDPnoticias.com. 28 de abril de 2011) El propio “Washington Post”, al referirse a las masacres, reveló que los cárteles mexicanos están utilizando “nuevas formas de salvajismo” y que en el asesinato de las 183 personas se recuperaron pocos casquillos y reducidas prueba de que habían sido ejecutadas con arma de fuego”.
Sobre las causas por las cuales fueron asesinadas las 183 personas en San Fernando, el vocero del gabinete de Seguridad Nacional, Alejandro Poiré Romero, dijo que “entre las líneas de investigación se encuentra el reclutamiento forzado a partir de la propia lucha entre “Los Zetas” y el cártel del Golfo, y a que las personas eventualmente se resisten y por eso los criminales las ultiman en forma artera”.
También manifestó que “casos como el de Tamaulipas ilustran la realidad provocada por grupos de delincuentes para quienes el abuso del otro, el secuestro, la extorsión, el homicidio, se han convertido en una forma de vida”.
Añadió: “El negocio de estos criminales es el negocio de la muerte, el de la impunidad, el del miedo y la zozobra de la población, el de la cooptación de las autoridades para que trabajen para el crimen y no por los ciudadanos”.
La procuradora Marisela Morales señaló que los hechos registrados en aquella entidad demuestran “el perfil despiadado y ambición sin límite en busca de predominio de las rutas y mercado” de la droga.
Por otra parte, las masacres de Tamaulipas produjeron un impacto traumático en cientos de familias que no saben si sus seres queridos, quienes intentaban llegar a los Estados Unidos, se encuentran entre los cientos de cadáveres localizados en San Fernando.
Angustia, desesperación, rabia e impotencia se reflejan en las caras de aquellos que buscan al esposo, hermano o amigo del que no volvieron a saber nada. Esos parientes o amigos van de un lado a otro, de Tamaulipas al Distrito Federal, porque los cuerpos de las víctimas fueron enviados al Servicio Médico Forense capitalino.
Mientras, en Tamaulipas, continúa la búsqueda de más delincuentes que colaboraron con “Los Zetas” en la ola sangrienta que baña al estado. Hasta el momento suman 74 las personas detenidas relacionados con el caso de las fosas clandestinas, entre ellas, obviamente, se encuentra un buen número de policías.
Entre los capturados por la policía se encuentra Martín Omar Estrada de la Mora “El Kilo”, presunto implicado en los asesinatos e inhumaciones clandestinas en San Fernando. Este sujeto, sin lugar a dudas, conoce muy bien al Comandante 40, quien debe ser el “Zeta” más buscado en México.
A “El Kilo” se le vincula con las muertes del agente del Ministerio Público y del secretario de Seguridad Pública de San Fernando. No está por demás, que la policía investigue para saber si el mencionado sujeto es el mismísimo Comandante 40. Por ahora, el presunto jefe del cártel de “Los Zetas” es señalado como el presunto autor intelectual de las masacres.
Y la barbarie se extiende por los estados norteños donde cada día aparecen narcofosas. Tal es el caso de Durango, donde fueron localizadas dos tumbas clandestinas más con un total de 103 cadáveres. Y las autoridades buscan otro sitio en el que podrían estar sepultadas más de un centenar de víctimas.
La danza de la muerte continuará en un país, donde las autoridades se encuentran entrampadas. No hay día en que no se oiga hablar de proyectos y de iniciativas de ley para combatir a la delincuencia organizada; pero, desafortunadamente, los discursos no han dado resultados. ¿O sí?