El regreso a clases
Armando Ríos Ruiz lunes 16, Ago 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
¿Acaso no tiene un elevado contenido de irresponsabilidad la actitud del presidente López, de imponer a como dé lugar el regreso a clases presenciales a todos los educandos del país como acostumbra, de manera dictatorial, con la declaratoria “¡llueva o relampaguee!”, igual que todas sus decisiones, en las cuales no admite la discusión para su análisis, como cuando envía una iniciativa al Congreso, que en sus palabras, debe aprobarse “¡sin cambiarle una coma!” o como cuando alude a sus programas estelares con un “¡va porque va!”?
Ha anunciado esta situación desde hace ya bastante tiempo. Parece urgirle sobremanera presentar a los alumnos a peligros que cualquiera puede imaginar y anticipar, como la exposición a contraer el virus que en nuestro país ha provocado más estragos que las guerras en otros lugares del mundo, en donde ha habido días de contagios que superan las 26 mil personas, récord que cada vez tiende a ser superado, porque también lo sabemos, la pandemia se trata con las patas, con perdón de los animales, por el adjetivo que sólo a ellos pertenece.
México ha sido calificado en numerosas ocasiones, como de los peores países para controlar el mal y ahora que apareció la variante denominada Delta, ha alcanzado el lugar nada honroso de cuarto en el mundo, en pésimo trato al virus. Desde principios del año pasado, se pretendió convencer a los mexicanos de que el peligro que se anunciaba no era real. Se menospreció y hasta se recomendó el uso de amuletos y frases para alejarlo. Como “Jesús está conmigo” o algo parecido.
Ciertamente, hay muchos países en todo el orbe que han reabierto sus puertas a los alumnos. Pero se trata de países altamente educados. De primer mundo. En donde los programas de educación están repletos de recomendaciones que se cumplen a cabalidad y las reglas de asepsia se observan con todo el respecto y la obligación que impone el momento que vivimos.
Aquí, primero que nada, habrá necesidad de acondicionar las escuelas, deterioradas en grado sumo y saqueadas, porque nadie, desde principios del año pasado, cuando se suspendieron las clases, se hizo cargo de darles el debido mantenimiento.Después será necesario que el personal de las mismas permanezca atento al comportamiento de los pupilos, principalmente en las que se llenan de niños, que por su edad, no guardan el cuidado requerido.
Aquí hay tal grado de irresponsabilidad, que hemos escuchado a nuestro primer mandatario una frase que lo desentiende por completo del aprecio a las vidas de sus semejantes: “hay que correr riesgos”. “Hay que salir”. Luego entonces, no existe la seguridad plena de que la salud y hasta las vidas de los escolares estarán seguras. Tendrán que correr riesgos y si algo ocurre, pues será por eso. Porque los corrieron y eso no será más culpa que de ellos.
También lo será de los padres, ya que serán obligados a firmar una responsiva mediante la cual, quedarán comprometidos con todo lo malo que pueda ocurrir. ¡Valiente llamado! En una mañanera, hasta celebró su capricho, que seguramente se convertirá en un agregado para poner vidas en peligro, con el grotesco pedimento de una canción que se llama Los Caminos de la Vida.
He escuchado a madres amorosas decir que prefieren que sus hijos pierdan uno o dos años de escuela, a perder la vida. Sin embargo, la mayoría de padres ha permanecido en silencio, cuando se vislumbra que sus hijos son invitados al precipicio, que es a todas luces evidente, dadas las condiciones de manejo de la pandemia, como ya hemos repetido hasta el cansancio.
Así se las gasta nuestro gobernante, quien con los votos de 30 millones de mexicanos cree haber adquirido un país en propiedad, en donde su palabra tiene que ser sagrada y un mandato que debe cumplirse sin chistar una palabra, aunque no le guste a la sociedad. En donde se gobierna con caprichos, con mentiras y con la imposición de una sola voluntad, por sobre la de los verdaderamente conocedores en la materia de que se trate.