La nueva fe azteca
Alberto Vieyra G. lunes 16, Ago 2021De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Hasta hace 500 años, el imperio azteca, la civilización más avanzada de Mesoamérica era una cultura politeísta, es decir que veneraban a muchos dioses, pero no al más importante de ellos: Jehová, padre de Jesucristo, el supremo arquitecto del universo. En tal virtud, los aztecas no rendían culto al dios verdadero.
Los dioses más venerados en la Gran Tenochtitlan eran: Ometecuhtli y Omecihuatl, dioses de la creación; Huitzilopochtli, dios de la guerra; Quetzalcóatl, dios de la sabiduría del México Antiguo; Tezcatlipoca, dios del cielo y de la tierra; Tláloc, dios de la lluvia; Mictlantecuhtli, dios de la muerte; Ehécatl, dios del viento; Coatlicue, Diosa de la fertilidad, de la vida, la muerte y del renacimiento, entre muchos más.
Aparte de sus pestes, como la viruela, los conquistadores españoles nos trajeron e impusieron por la fuerza una religión que ellos llamaban “cristianismo”, es decir en la que se veneraba a Jesucristo, a los santos habidos y por haber y no falta quien asegure que hasta las 11 mil vírgenes, esto es que se nos impuso una religión católica en la que no se rinde culto a Dios verdadero o lo que es lo mismo, México ha vivido durante los últimos 500 años inmerso en el llamado culto del paganismo.
Los conquistadores veneraban, por ejemplo, a muchos santos. Desde que llegaron a México, Hernán Cortés ordenaría la construcción de iglesias dedicadas a San Judas Tadeo, una de ellas erigida sobre una pirámide en Cholula, Puebla y la segunda en la Ciudad de México, que hasta hoy sigue siendo motivo de veneración los días 28 de cada mes. Pero, también Cortés veneraba a la Virgen del Pilar y a la Virgen de los Remedios que jugaría un papel fundamental durante la guerra de independencia, igual que la Virgen de Guadalupe, inventada por Hernán Cortés y que no era otra cosa que el rostro de Tecuichpo, la hija menor de Moctezuma II, que por cierto fue mujer de Hernán Cortés a la mala.
Gonzalo de Sandoval, uno de los jefes militares de confianza de Hernán Cortés sería el primero que sembró en su cuartel, ubicado en las faldas del Cerro de Tepeteaquilla conocido hoy como el Cerro del Tepeyac, donde apareció por primera vez un retrato al óleo de lo que en 1511 se conocería como el rostro de la Virgen de Guadalupe y sus “milagrosas apariciones” en donde hoy se ubica el centro religioso más importante de América Latina.
Ambas vírgenes, una verada por los espanófilos y la otra por el mestizaje indígena serían fundamentales en la batalla del Monte de las Cruces, el 30 de octubre de 1810 cuando el cura Hidalgo estuvo a punto de consumar la Independencia tomando la cede del virreinato y después de haber ganado la batalla del Monte de las Cruces, a 30 kilómetros de la Ciudad de México llevando como estandarte a la Virgen de Guadalupe. El virrey Francisco Xavier Venegas de Savedra, estaba lleno de pánico y pidió que llevaran a la Catedral de México a la Virgen de los Remedios. Ante ella se hincó y poniéndole su bastón de mando, le pidió que las huestes insurgentes no tomaran la Ciudad de México y que los norteamericanos no nos invadieran con 40 mil hombres para arrebatarnos parte de nuestro territorio.
¿Qué ocurrió en la batalla del Monte de las Cruces? ¿Fue una batalla entre la Guadalupana y la Virgen de los Remedios? ¿Fue realmente la vencedora esta última o porque el cura Hidalgo decidió en desbandada regresar al Bajío, cuando había ganado la batalla del Monte de las Cruces y estaba a punto de consumar la Independencia, que ocurriría finalmente hasta septiembre de 1821? ¡Vaya misterio!