Reyes Heroles, el último ideólogo
Ramón Zurita Sahagún viernes 13, Ago 2021De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
La serie de Netflix, Un extraño enemigo, recrea la situación política del México de 1968, tres meses antes de las Olimpiadas.
El movimiento estudiantil que tuvo su desenlace con la trágica noche de Tlatelolco, es pretexto para narrarnos la sórdida lucha por la candidatura presidencial de 1970 entre tres personajes los entonces secretarios de Gobernación, Luis Echeverría; de la Presidencia, Emilio Martínez Manatou y el regente del Distrito Federal, Alfonso Corona del Rosal, con el ingrediente de un elemento mostrado como el maquiavélico, pérfido y torvo Fernando Gutiérrez Barrios, mostrado en una faceta desconocida totalmente sobre él.
Con toques melodramáticos, la serie nos da una pincelada de un personaje que en la serie aparece como aleatorio, pero que tuvo mucha importancia en la vida política de México.
Jesús Reyes Heroles (el verdadero) es consultado en uno de los capítulos por el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, sobre cómo resolver el tema de la huelga y las marchas de los estudiantes, ya que el entonces director de Pemex era un consejero cercano del Ejecutivo federal.
En una de esas conversaciones le manifiesta Díaz Ordaz a Reyes Heroles, Jesús, como tu padre no nació en México, tú serías un buen candidato presidencial, aún hay tiempo de reformar el artículo 82 constitucional (que todavía en 1968 establecía como requisito de los candidatos presidenciales, ser nacidos en México y de padres mexicanos, ambos).
Reyes Heroles sabía que el 82 era un gran impedimento y que la sola discusión de una reforma alteraría muchos ánimos y reabriría heridas del pasado.
También José López Portillo evaluó esa posibilidad, aunque en tono de sorna dijo en su visita a España que tenía sus “Churumbeles” en el gabinete en referencia a un grupo de hijos de españoles que fungían como sus colaboradores.
De ellos, Reyes Heroles siempre fue el más destacado y así como a él se debe la Reforma Política de 1977, conocida como Loppe, también tuvo mucha injerencia en el envío de Luis Echeverría como embajador ante los gobiernos de Australia, Nueva Zelanda e Islas Fidji.
El episodio es ampliamente conocido, aunque la trama lo es poco. Echeverría, ya ex presidente, montó un teléfono rojo en sus oficinas con el que mantenía contacto con el gabinete de López Portillo, muchos de ellos sus ex colaboradores, por lo que el Presidente se sentía inquieto y no quería termina abruptamente su relación con su amigo de toda la vida y mentor que le otorgó la candidatura presidencial. El método que todos le ofrecían era sacar a Echeverría al extranjero mandarlo de embajador, algo con lo que López Portillo no estaba tan de acuerdo. Reyes Heroles le dio la solución, convenció a Gustavo Díaz Ordaz de irse de embajador a España y así dos ex presidente mexicanos le darían lustre al servicio diplomático mexicano.
Reyes Heroles fue un hombre de Estado y se le considera el último ideólogo del PRI, partido que presidió y del que fue renunciado por el entonces presidente Echeverría, cuando este último procedió al “destape” de López Portillo, contraria a la idea del dirigente priista de que primero era el programa y después el hombre. El poderoso Echeverría usó a su hombre de confianza, Fidel Velázquez, para nominar al candidato, en la persona de José López Portillo.
Cuentan personajes cercanos a Reyes Heroles que la diplomacia usada en el trato con Luis Echeverría, con el que hacía cortocircuito, no fue similar con Augusto Gómez Villanueva, al que simplemente le dijo, diputado aquí está su boleto de avión, se va en tres días como embajador en Italia.
Dos son las ocasiones que narramos en que Reyes Heroles mostró ser un soldado del Presidente y no como el otro personaje que se llamó como soldado del presidente para recibir los beneficios del gobierno.
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Finalmente, y con mucho trabajo, se logró el desafuero de los dos diputados Saúl Huerta y Mauricio Toledo, el primero de Morena y el segundo, del PT, los que lógicamente ya no se encontraban disponibles para proceder a su detención.
Lo tardío de la sesión cameral llevó a los personajes a esconderse para evitar ser apresados. Ahora como sucede siempre con este tipo de asuntos delictivos, el gobierno tendrá que invertir recursos para su localización y a ver si da con ellos.