La caída del imperio azteca
Alberto Vieyra G. jueves 12, Ago 2021De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Parecían dioses barbados, llegaban a costas mexicanas el año en el que había prometido volver el dios Quetzalcóatl. Su impresionante vestidura metálica los hacía apantalladores. Eran menos de 700 soldados, 16 caballos y yeguas, 14 cañones, espadas y decenas de mosquetes con los que sembraron el pánico entre los naturales en cada territorio al que llegaban, según Bernal Díaz del Castillo en su Crónica de la Conquista.
El 22 de abril de 1519, Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano desembarcaría en las Costas de Veracruz y los informes que recibiría Moctezuma Xocoyotzin eran alarmantes y le hablaban de seres poderosos como los dioses. El tlatoani azteca enviaría inmediatamente a sus subordinados de mayor confianza con riquísimos regalos de oro, plata, piedras de obsidiana, vestimentas y un penacho del que siempre se ha dicho que pertenecía a Moctezuma, la realidad es que ese objeto artístico con más de 100 plumas de Quetzal pertenecía a uno de los sacerdotes del imperio azteca.
“No son dioses, hermano, son soldados aventureros en busca de oro, plata y mujeres hermosas”, decía Cuitláhuac a Moctezuma quien se llenó de pánico cuando los invasores hicieron alianza con los tlaxcaltecas que derivaría en la caída del imperio azteca el 13 de agosto de 1521, es decir, hace 500 años.
Esa noche del 13 de agosto cayó Tlatelolco, la ciudad gemela de Tenochtitlan no sólo por el avasallamiento de los conquistadores españoles y la ferocidad de los tlaxcaltecas que así se las cobraban al pueblo mexica, que los mantenía sojuzgados con el pago de importantes tributos.
Los hombres blancos llegados desde Extremadura, España, traían un arma mucho más poderosa que su aparatoso armamento. Eran portadores de la viruela, una pandemia que aniquiló a casi un millón de mexicas que resistieron valerosamente los feroces embates de los conquistadores.
Varios de los soldados de Hernán Cortés, como Bernal Díaz del Castillo; Francisco López de Gómara, el clérigo; Andrés de Tapia, Bernardino Vázquez de Tapia y el propio Hernán Cortés escribieron la historia de la conquista, a cargo de los vencedores, pero muchos naturales y curas españoles escribieron sobre los hechos de hace 500 años.
Hernán Cortés, por ejemplo, escribió 5 extensas cartas dirigidas a la monarquía española en las que narra pormenorizadamente los episodios de la conquista bajo su particular punto de vista y pavoneándose de su odisea de haber conquistado a uno de los imperios más avanzados del mundo de aquella época.
La conquista de México tuvo dos ejes fundamentales: El madrazo y la sobadita, es decir que por delante llegó Hernán Cortés con su prole virulenta empuñando la espada y por detrás de ellos, llegaría la cruz para evangelizar e imponer un culto pagano, en que se niega al Dios verdadero que prevalece hasta nuestros días.