Amenazas del narco
¬ Augusto Corro miércoles 11, Ago 2021Punto por punto
Augusto Corro
En los treinta y dos meses del gobierno lopezobradorista no cede la espiral de violencia en el país. En septiembre podría rebasarse la cifra de cien mil homicidios dolosos. ¿Es México una tierra sin ley? Así parece. En algunas ciudades la población vive aterrorizada por las masacres. La delincuencia organizada es la que dicta las leyes y no se ve cómo frenar la ola de muertes y de desaparecidos. Según se ve no existe una estrategia para frenar las actividades de la delincuencia organizada.
A partir del gobierno panista de Felipe Calderón Hinojosa se disparó la violencia en el territorio nacional. Los hechos cruentos continuaron con Enrique Peña Nieto y continúan en el actual sexenio obradorista. Este último con su política de abrazos no balazos, es decir sin estrategia, lo coloca como un espectador pasivo de los hechos criminales. Está claro que con regaños será imposible frenar el narcotráfico y todos los males que acarrea.
La política lopezobradorista sólo ocasionó que la delincuencia organizada se envalentonara y retara no sólo al gobierno, sino que también a los periodistas y medios de comunicación. Así sucedió recientemente con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) que amenazó a la comunicadora Azucena Uresti, de Milenio. El caso debe atenderse con urgencia y efectividad. No es posible que las organizaciones criminales impongan sus leyes violentas contra todo aquél que publique sus crímenes.
Dueños de la fuerza y lejos de los castigos, los cárteles del narcotráfico deciden quién sí y quién no debe vivir. Amparados en la impunidad, nadie los molesta, ni los lleva ante las autoridades a rendir cuentas. En la última amenaza, la periodista Azucena Uresti y medios de comunicación como Televisa y El Universal y otros medios fueron amenazados por la supuesta cobertura “imparcial” que realizan en la región de Tierra Caliente, en Michoacán, en donde el CJNG, cuyo líder es Nemesio Oseguera Cervantes, (a) “El Mencho”, genera violencia en la disputa por la plaza.
En el presente año, van ya ocho periodistas asesinados. Las acciones criminales contra los comunicadores se suceden en todo el territorio nacional. Cuando no son asesinados por los sicarios del narco, son los caciques o los políticos quienes se encargan de ordenar las muertes de los comunicadores. Son decenas de representantes de los medios los que perdieron la vida en los últimos años. Casi en el ciento por ciento de los casos los responsables materiales e intelectuales están libres.
En México está comprobado que las prácticas del periodismo son altamente peligrosas, principalmente en aquellas zonas por la delincuencia organizada. En Michoacán, por ejemplo, en la población de Aguililla, la población vive aterrorizada por la guerra entre los diferentes cárteles del narcotráfico. Una de esas organizaciones criminales es el llamado CJNG que tiene su imperio en Jalisco; otra es el denominado Cártel de Los Viagras, que encabeza Nicolás Sierra Santana (a) El Gordo. También se dio cita en la región el conglomerado de cárteles de Tepalcatepec, de Los Reyes, del capo Camaleón; y de la Nueva Familia Michoacana.
El panorama para los periodistas es de incertidumbre. Los llamados de las organizaciones no gubernamentales para proteger a los periodistas tienen poco o nulo eco en las autoridades. Esto se puede ver en las decenas de comunicadores ultimados en todo el país. Es hora de que se tomen en serio las amenazas contra los comunicadores. No es un juego. Aunque las autoridades se solidarizan con Azucena Uresti, no es suficiente. Lo que deben hacer es echar a andar todas las medidas de protección necesarias. En estos casos debe hacerse a un lado la demagogia de los discursos y mostrar con hechos que sí se protegerá a los comunicadores.
Así pues, tras este breve análisis, envío toda mi solidaridad a la periodista Azucena Uresti y pido a las autoridades que cumplan con su obligación de cuidar la seguridad de todos los mexicanos. Urge que le pongan fin a la violencia. Necesitamos vivir en un México en paz.
¿Usted qué opina amable lector?