Funcionaria con daltonismo
Armando Ríos Ruiz lunes 9, Ago 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, acaba de anunciar que padece daltonismo, el defecto que provoca que quienes lo sufren vean otros colores en lugar de los reales. No lo dijo exactamente así, pero se deduce de su declaración reciente, de que ve el semáforo en naranja, cuando la Secretaría de Salud, que se basa en observaciones científicas, lo ve en rojo.
Además, ni falta hace que alguna entidad, como la secretaría aludida, diga de qué color se pintó la pandemia desde hace varias semanas. Basta con la simple observación de la cantidad de contagiados y muertos que aparecen todos los días y en todos los rincones del país, para determinar que México sufre el peor momento en materia de Covid. Lo que hoy ocurre no es más que la prolongación de esta calamidad, que no ha cesado desde que apareció.
Se encuentra en su peor momento desde que la gente se concientizó de su ineludible convivencia con el virus, allá por marzo del año pasado y aun así, la señora, miope y enferma de daltonismo, se niega a aceptar las condiciones en que se encuentra nuestro medio ambiente, enfermo de muerte.
Declaró: “Para nosotros, estamos en naranja (semáforo), en la mañana dimos todos los argumentos, se está estabilizando; permanecemos en naranja y lo más importante es que no se cierran actividades”, dijo en un tono por demás caprichoso. Como que pudiera manejar la pandemia como se le ocurra. Como si fuera tan fácil determinar las condiciones del mal, con sólo ensalivarse el dedo y exponerlo al aire, para conocer la temperatura o hacia dónde sopla el viento.
En muchos estados del país hay alarma y angustia. En Guerrero, por ejemplo, muchas poblaciones están a merced del germen exterminador. La variante Delta ha enfermado a niños que anteriormente no se enfermaban, según las autoridades sanitarias, porque su sistema inmunológico no estaba aún desarrollado del todo. Lo que a un servidor le pareció siempre ilógico. Hoy, miles de infantes sufren los estragos y están hospitalizados.
Antes no dijo que la pandemia decidió pintarse de rosa mexicano, para estar a tono con nuestra patria, habitada por seres que aguantan más que otros, porque vienen de una raza más fuerte, de acuerdo con una explicación del mismo Presidente, que así intentó dar tintes de aguante desmesurado a los paisanos.
Es claro que la señora hace un intento de complacer al patrón, que ordena cambiar el color del semáforo pandémico a su antojo. El último ordenó cambiarlo a verde antes de las elecciones del seis de junio por ese motivo. Pero una vez que transcurrieron volvió a su color natural. De ese tamaño la insensatez.
Jamás, desde que apareció el germen, México había llegado al número de contagiados en un solo día, como en estos que transcurren entre la invasión de la variante Delta y la angustia de nuestros semejantes. El número se ha estabilizado en la fatídica cifra de 21 mil en un solo día, con amenaza de aumentar.
Los muertos y los contagiados ya no son lejanos de nadie. Están a la vuelta de la esquina. Entre nuestros amigos y parientes cercanos. Frente a la actitud irresponsable de los que hoy gobiernan. Con muestras claras de que la vida de otros es lo que menos les importa. De insensibilidad frente al llanto ajeno.
Ya se hizo costumbre el argumento para retrasados, de que las altísimas autoridades tienen otros datos frente a los que realizan las investigaciones científicas. Por cierto los más falibles. Sin ningún sustento. Basados en la imaginación. Que sólo sirven para poner en riesgo la vida de los coterráneos, que poco les importa.
Gracias a Dios, la óptica de un número elevado de mexicanos es particularmente consciente y responsable. Con capacidad para no hacer caso a las recomendaciones de suicidio de funcionarios como la señora Sheinbaum. Ni al Presidente. Más preocupados por activar la economía, indiscutiblemente necesario. Pero en una balanza con la imperiosa necesidad de salvar vidas humanas, para observar hacia dónde se inclina.