República sin división de poderes
¬ Luis Ángel García lunes 9, Ago 2021Por la Derecha..!
Luis Ángel García
La 4T logró lo que no pudieron el efímero Imperio de Iturbide, la invasión francesa y la entronización de Maximiliano, los conservadores, las luchas intestinas liberales, los golpes de Estado del siglo XIX, el poder absoluto de Porfirio Díaz o los 80 años de sexenios priistas: acabar con la República y la división de poderes. El proyecto político del actual régimen eliminó un gobierno federal, democrático y representativo. A media administración se diluyó el federalismo y la convergencia de las 32 entidades, donde Jalisco y otros estados amenazan con abandonar el pacto federal por falta de apoyo del centro, y lo más grave se sometieron los poderes de la Unión a la voluntad de un presidencialismo omnímodo y omnipresente.
El triunfo arrollador de la 4T en 2018 le permitió controlar el Congreso y desde ahí minar los contrapesos constitucionales que debe tener toda democracia; las Cámaras, dominadas por una mayoría calificada, se convirtieron en oficialía de partes del Poder Ejecutivo y con indignante sumisión aprueban sin quitarles una coma todas las iniciativas que envían de Palacio Nacional. Se abandonó la práctica parlamentaria y de gestión que deben tener los legisladores en cualquier república democrática y representativa. Se solapó así que el mandatario pueda gobernar casi por decreto y modificar a su antojo la Constitución, instrumento ciudadano que debiera ser freno a los abusos del poder.
La administración pública, expresión legal del Ejecutivo, también sufrió el embate del poder de un sólo hombre, el cual absorbió las funciones de su gabinete, quienes no tienen voz ni voto y sólo cumplen órdenes como cualquier burócrata, por lo que se han ganado el mote de floreros del gobierno. La obsesión por no compartir ese poder o no permitir cuestionamientos a sus decisiones lo ha llevado a desaparecer organismos autónomos, reducir presupuestos e incluso rechazar el contenido de sus informes que evidencian el fracaso de las políticas públicas. Con “otros datos” se pretende descalificar la función de las instituciones autónomas serias. El axioma del Rey Sol ya no es “el Estado soy yo”, sino “la administración pública soy yo”.
Otro poder que se ha visto sometido es el Judicial, el cual ha dejado de tener independencia y autonomía para pasar a resoluciones que favorecen o cuentan con la aceptación del Ejecutivo. La Suprema Corte se invadió de ministros simpatizantes de la 4T que reciben línea y hacen caso omiso de la persecución de que son objeto jueces o magistrados desafiantes de los deseos o intereses presidenciales en controversias que afectan su proyecto político. Como espada de Damocles se tiene a la Judicatura para sancionar o investigar supuestas corruptelas de los impartidores de justicia por sus decisiones.
El Tribunal Electoral se usa como dique contra las resoluciones del INE que contravienen el desempeño de Morena o sus aliados en los procesos comiciales, pero ahora muestra cierta independencia y por ello se aprovecha el conflicto en el tribunal para exigirles su renuncia y poner “magistrados carnales”.
El último atentado contra la división de poderes fue la iniciativa que aprobaron los serviles legisladores para extender el mandato del ministro presidente, como cáliz para sopesar la posibilidad de prolongar el periodo presidencial. Afortunadamente el propio ministro beneficiario declinó la tentación, pero no deja de ser significativo que por la cercanía de las sedes de la Corte y del Ejecutivo, el juez supremo cruce la calle para recibir instrucciones o comentar sus decisiones.
La 4T sólo requirió de tres años para lograr lo que los conservadores no pudieron hacer en dos siglos, borrar la República e instaurar un poder casi monárquico.