La tercera ola y el regreso a clases
Luis Ángel García lunes 2, Ago 2021Por la Derecha..!
Luis Ángel García
El gobierno federal tiene menos de treinta días para implementar el regreso a las clases presenciales y no cuenta con un verdadero programa de rehabilitación y sanitización de la infraestructura escolar, pero insiste en iniciar el ciclo escolar a como dé lugar. A pesar de que niegan la gravedad de los efectos de la tercera ola de contagio, con 19 mil casos diarios y 400 defunciones cada 24 horas en las últimas semanas, incluidos 600 niños, las autoridades prefieren exponer a 30 millones de estudiantes.
La errónea estrategia sanitaria provocó la muerte de más de trescientos mil mexicanos -según cifras oficiales, aunque estudios serios hablan de medio millón de decesos-, que se pudieron salvar de haber tomado las medidas preventivas necesarias o avanzar en la cultura del uso del cubrebocas, la sana distancia y la higiene personal. Desde un principio, con soberbia e ignorancia, se minimizó una de las pandemias más graves en una centuria. Al desdén oficial se sumó el engaño informativo de que no pasaba nada, que era peor la influenza, que ya se había domado la curva de contagios y mortandad, a pesar de la saturación hospitalaria y la falta de crematorios para incinerar los miles de cuerpos. No solo se ocultó la verdad, se insistió en que lo peor había pasado, que la tercera ola no llegaría o sería muy benévola. En las últimas semanas se ha incrementado el número de contagios y después de una disminución considerable de fallecimientos, nuevamente se presentan por cientos los muertos. Con tantos yerros, es difícil creerle al gobierno, sobre todo cuando no respeta la vida ajena y mucho menos de los infantes, a los que ve como daños colaterales. Por eso la preocupación de un apresurado regreso a clases presenciales, cuando sin presupuesto quiere reabrir los centros educativos y traslada la responsabilidad de la sanitización a profesores y padres de familia. Abandonadas las escuelas por más de 16 meses, la infraestructura escolar está sin mantenimiento, en algunos casos ahora sin agua, luz o internet, con daños por el vandalismo o el robo de pupitres, material de laboratorios, desgaste de talleres y áreas deportivas, si las tienen. Poco probable es que en menos de treinta días se logre recuperar aulas en óptimas condiciones.
A los problemas de mantenimiento y de verdadera sanitización, más allá de lo que puedan hacer maestros y padres de familia con escobas y trapeadores, se suma la ausencia de protocolos de salud que prevengan contagios o rebrotes; no hay guías que digan, con rigor científico qué hacer cuando se presenten nuevos contagios, a los cuántos se cierran las instalaciones, si los alimentos se deben consumir en áreas abiertas o en los salones, entre otras providencias que se deben observar.
La vacuna, que no garantiza la inmunidad completa, ha tenido un uso político electoral de la que han sido excluidos los menores de 18 años. Por ello el riesgo de contagio es mucho mayor; se ha dado cuenta del deceso de al menos 600 infantes en los últimos días, lo que parece no preocupar a las autoridades de salud o educativas, bajo el peregrino argumento de que no hay evidencia científica de que los menores de 18 años requieren del antígeno, aunque en muchos países ya se aplique la inoculación en niños de doce años.
Es preocupante el criterio político con que se maneja el regreso a clases. La precipitada decisión oficial tendrá el mismo resultado que el anuncio del efímero semáforo verde que tanto cacarearon los gobiernos, previo a las elecciones. Ahora pagamos las consecuencias y aun así, se niegan a restringir las actividades con tal de no empeorar la economía, al fin que los muertos solo son un daño colateral.