Renuncia de aspirantes
Ramón Zurita Sahagún miércoles 27, Abr 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
En los dorados años de dominación priísta, los aspirantes presidenciales tenían como máxima: el que se mueve no sale en la foto. Por eso, fue creada la figura del “tapado” por el genial caricaturista Abel Quezada.
Fueron tiempos de dominancia, en que el mutismo era la divisa de los aspirantes presidenciales, del PRI, por supuesto, ya que los de los otros partidos no eran considerados dentro del cúmulo de posibilidades dentro de la sucesión.
Jesús Reyes Heroles, entonces presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional, advirtió que primero era el programa y después el hombre del aspirante presidencial de ese partido, condición que no fue respetada, ya que primero se supo que José López Portillo sería el candidato, sin contar todavía con el programa, lo que llevó al legendario personaje a renunciar al cargo.
Después vendría la pasarela de los seis aspirantes, donde Ramón Aguirre Velázquez, Manuel Bartlett Díaz, Sergio García Ramírez, Miguel González Avelar, Alfredo del Mazo González y Carlos Salinas de Gortari, se prestaron a un juego perverso de supuesta apertura democrática, donde prevaleció finalmente el acompañante de la figura del “tapado”, el “dedazo”.
En esos sacrosantos tiempos, no tan lejanos, los priístas inmiscuidos dentro de la sucesión y presentados como aspirantes tenían cada uno de ellos un cargo de relevancia federal.
Aguirre Velázquez era jefe del Departamento del Distrito Federal; Manuel Bartlett, operaba como secretario de Gobernación; García Ramírez era procurador general de la República; González Avelar, secretario de Educación Pública; Alfredo del Mazo, secretario de Energía y Carlos Salinas, secretario de Programación y Presupuesto.
Todos ellos participaron en la pasarela realizada en el auditorio de la CTM, se reunieron con los gentiles de su partido, expusieron sus proyectos y el porqué aspiraban a la candidatura.
Cada uno de ellos contó con su respectiva porra, realizó alianzas y para el efecto fueron desplazados militantes de los estados.
Con todo y esta gran convocatoria y el relumbrón que la acompañó, ninguno de los aspirantes priístas renunció al cargo, todos siguieron en el mismo, sin que su activismo les afectara en su desempeño.
Entonces de que hablan los priístas cuando piden que renuncien los actuales aspirantes del partido en el poder, por el desatado activismo electoral que desarrollan.
La vara con la que quieren medir los priístas y sus cuadros de mando, no es la misma con la que fueron medidos en el pasado reciente, cuando detentaron el poder durante 80 años.
Uno de los períodos con mayor tolerancia para los aspirantes presidenciales del partido en el poder fue el de la presidencia de Carlos Salinas.
En aquel entonces, Luis Donaldo Colosio y Manuel Camacho Solís, principalmente, usaron como plataformas de lanzamiento los cargos públicos que ostentaban.
Uno desde la Secretaría de Desarrollo Social, creada ex profeso con fines electorales y el otro desde el gobierno del Distrito Federal, donde financiaba grupos de apoyo, dentro y fuera de su partido.
Ni Colosio ni muchos menos Camacho presentaron su renuncia para su desatado activismo electoral.
Incluso, durante el “destape” de Colosio se produjo el “berrinche” de Camacho, sin la renuncia de éste, quien como castigo fue enviado a la Secretaría de Relaciones Exteriores, primero y como delegado para la Paz en Chiapas.
Hoy, la situación de los aspirantes del partido en el poder (PAN) es similar a la que tenían los priístas, ya que gozan del privilegio del cargo público, el usufructo de los recursos públicos para fines electorales, realizan amarres, crean compromisos y no renuncian.
La única diferencia entre los panistas de hoy y los priístas del pasado, es que los primeros revelan sin rubor sus intenciones de competir la candidatura presidencial, revelan sus aspiraciones y se afianzan en los cargos, mientras que los priístas escondían sus ambiciones.
Ernesto Cordero, secretario de Hacienda; Alonso Lujambio, secretario de Educación Pública; Javier Lozano, secretario del Trabajo y Heriberto Félix, secretario de Desarrollo Social, hacen oídos sordos a las peticiones de renuncia, siguiendo el ejemplo marcado por el priísmo en el pasado reciente.
Lo que sí es que los panistas siguen la ruta marcada por Vicente Fox Quesada, entonces gobernador de Guanajuato, quien con tres años de anticipación anunció su intención de buscar la candidatura presidencial de su partido y a eso dedicó ese tiempo.
Los secretarios del gabinete presidencial con ambiciones presidenciales dividen su tiempo entre actividades propias del ejercicio de gobierno y el activismo electoral.
Entonces ¿cuál es la diferencia entre unos y otros?
Tal vez el que los panistas muestran un mayor grado de cinismo en sus actividades electorales, entre las que destacan sus constantes viajes a los estados en busca del respaldo ciudadano, especialmente del de los consejeros de su partido.
Algunos de los aspirantes panistas muestran una particular timidez que se pierde al constatar sus constantes desplazamientos y los movimientos que realizan para satisfacer su ambición personal de obtener la candidatura presidencial de su partido.
TORPEZA EN COAHUILA
Más que evidente es la muestra de ineficacia y de programas efectivos que ayuden a sofocar los incendios que se propagan en Coahuila, donde la zona afectada es impresionante.
Nadie se hace responsable de la tragedia que azota a esa entidad, donde la afectación rebasa las 250 mil hectáreas.
Los municipios de Múzquiz, Acuña y Ocampo son los más afectados, ya que se trata del mayor incendio forestal de los últimos 20 años. Y es que en esto queda claro que en materia de prevención no hay programas efectivos, ni respuesta inmediata por parte de las autoridades.
CAMBIOS EN PGR
La titular de la PGR, Marisela Morales, prepara una serie de cambios dentro de la dependencia, especialmente en áreas donde algunos personajes se negaron a colaborar con ella y presentaron su renuncia desde que supieron su nombramiento.