Desconocen México
Armando Ríos Ruiz viernes 23, Jul 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Las actuales autoridades se niegan a ver la realidad o de plano la desconocen. Ofrecen una visión demasiado simple de lo que realmente ocurre en todos los rincones de México y piensan que los grandes problemas que sufren los mexicanos pueden solucionarse con acciones de buena voluntad, o con sólo ir a la provincia a platicar con la gente, para que todo vuelva a la calma.
El Presidente aconsejó a los habitantes de Aguililla, Michoacán, que no se dejen engañar por los poderosos narcotraficantes que portan armas como extraídas de cuentos de ciencia ficción. Tan poderosas que hasta su presunción resulta ostentosa, para acobardar a los enemigos, que tampoco cantan mal las rancheras y que igualmente aceptan esos retos, que inician con la matanza de los contrarios, también obedientes a la intención de mantenerse en ese territorio.
Sólo hay que imaginar el tamaño del consejo: ¡que no se dejen engañar! Como si la población estuviera en situación de igualarse con los malosos, cuando ni siquiera cuenta con resorteras para enfrentarlos, en un acto, de plano, de valor inusitado. Es fácil hacer ese tipo de juicios, cuando no se ha padecido jamás la amenaza de hordas de desalmados acostumbradas a asesinar.
Para acabarla, el mismo Presidente rechaza que el pueblo se arme para auto defenderse, en virtud de que no cuenta con una autoridad capaz de proporcionarle seguridad, como marca la Constitución y que, lejos de eso, se manifiesta ya abiertamente a favor de la delincuencia. Es decir, pretende que acepten la sumisión y dejar que hagan con ellos lo que quieran.
Se ve que jamás vivieron en lugares como muchos del estado de Guerrero, por ejemplo o de Tamaulipas, por poner sólo un par de casos, en donde la verdadera ley son los criminales, que asumen actitudes similares a las que debería ejercer la autoridad elegida por sus moradores, que no sirve más que de comparsa, porque también se preocupa por conservar su vida.
Una vez, un automóvil con gente armada hasta los dientes interceptó a otro coche en el que viajaba un individuo, en un pueblo de la Costa Grande de Guerrero. Lo obligaron a bajar con las manos en alto y otro tipo armado también descendió del auto interceptor para decir: “¡déjalo, hombre! ¡Es el pobre pendejo del presidente municipal!” Así se saben de superiores a cualquiera que represente autoridad. Y en realidad eso hace la enorme diferencia.
Pero hace un par de días, la secretaria de Gobernación, que muchos pensamos ya no existía, por su nula presencia en la vida gubernamental, se atrevió a salir de su ostracismo para afirmar que se recuperarán los espacios tomados flagrantemente por los grupos que operan en la ilegalidad, “vamos a revertir las condiciones de injusticia social que tanto han lacerado a nuestro pueblo”, dijo.
Todo su discurso al respecto, sólo conforma una bola de palabras proferidas porque se cuenta con una boca. Un intento de dar esperanzas a quienes oyen prédicas como esas. Igual que quien se atreve a asegurarle a otro que jamás morirá, porque está hecho con otra pasta.
La señora mencionó que seis municipios ya son atendidos con esa estrategia (¿?) ¿Por qué no añadió que sólo tendremos que esperar unos cincuenta años, que seguramente no vivirá la actual administración, para ver los primeros resultados? Tal vez para esa fecha las pifias actuales estarán resueltas por el sólo avance de la percepción en cerebros más inteligentes. Sin necesidad de esos paliativos ni de la intervención tan superficial de los que hoy mandan.
Para conocer México se necesita más que hacer campaña por todos sus rincones, como ha hecho el Presidente. Se necesita una mente perceptiva. Que capte con una gran sensibilidad las verdaderas necesidades de cada población. La manera de pensar de sus habitantes. En este caso, únicamente se hace trabajo para conseguir votos, no para resolver problemas.
Doble contra sencillo que la secretaria de Gobernación conoce mejor otros lugares del mundo, que su propia patria.