PRI: renovarse o morir
¬ Augusto Corro jueves 22, Jul 2021Punto por punto
Augusto Corro
Todo mundo conoce la historia del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el sistema político mexicano.
Durante décadas mantuvo el poder y parecía que no habría manera de quitárselo.
Pero en 2000 surgieron los problemas y perdió la presidencia de la República. Fue el panista Vicente Fox, quien ganó.
Como camaleones, los priistas aceptaron su condición de perdedores y se alinearon al nuevo gobierno blanquiazul.
La experiencia adquirida de nada les sirvió. A pesar del pésimo gobierno foxista, los panistas se mantuvieron en el poder con Felipe Calderón Hinojosa.
Otro pésimo mandato. Fue el michoacano quien declaró, sin estrategia alguna, la guerra a la delincuencia organizada. Le fue mal. Se le presentó al PRI la oportunidad de recuperar el poder y lo logró. Enrique Peña Nieto fue el vencedor.
Durante el sexenio del mexiquense se agudizó la corrupción y empezó de manera real a deteriorarse la imagen del PRI. Fueron los gobernadores priistas los más voraces saqueadores de los recursos públicos.
Tiempo después, tras el saqueo, se inició la cacería de mandatarios estatales corruptos que aún no termina.
El escándalo alcanzó a los gobernadores de Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua: Javier Duarte, Roberto Borge y Cesar Duarte, respectivamente.
El mes pasado estalló el problema del exgobernador nayarita, Roberto Sandoval.
La corrupción
La corrupción de esos distinguidos priistas no pudo ocultarse. Era imposible. Empezaron a publicarse sus fastuosas propiedades.
El enriquecimiento ilícito fue el eje de las investigaciones judiciales.
La imagen política del partido a nadie le importó. Fueron los propios ciudadanos los que optaron por rechazar al tricolor.
Ese desprecio se reflejó en las elecciones presidenciales de 2018. El Revolucionario Institucional apenas si pudo conseguir el tercer lugar en la contienda electoral.
En las elecciones del mes pasado perdió ocho gubernaturas, aunque ganó unas cuantas diputaciones.
Los resultados negativos del PRI también obedecieron al divisionismo en sus filas. Ese descontento se notó en la designación de su candidato presidencial. Fue José Antonio Meade Kuribreña, el abanderado tricolor.
Es decir, un desconocido. El entonces presidente Peña Nieto designó a su posible sucesor; pero metió a su partido en un berenjenal. No pudo salir del embrollo.
Casi estuvo a punto de desaparecer el que por años fue el gran partido, el invencible…
Desde los comicios de 2018 se alió con el PAN para competir juntos contra el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el partido en el poder. ¿Perdió el PRI su esencia revolucionaria? Quizás nunca la tuvo. De todas maneras, la ideología y los principios desaparecieron.
A propósito de corrupción, su líder, Alejandro Moreno (a) Alito o Amlito, fue acusado de enriquecimiento ilícito.
Quedan pendientes los casos turbios del gobierno de Peña Nieto, como fue el de Obredech y sus sobornos.
Vendrán tiempos difíciles
Tras las elecciones, el Revolucionario Institucional quedó al garete; pero grupos de ambiciosos actúan para, supuestamente, rescatarlo.
En semanas pasadas el exgobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz Ortiz, manifestó su conducta pandilleril y agredió a los seguidores de Alejandro Moreno, el líder priista.
Lo único que logró el oaxaqueño fue despertar la conciencia de otros colores agazapados en espera de participar en la renovación o refundación del partido. ¿Qué tan mal le fue al PRI que sus militantes tienen que soportar la presencia de Ruiz Ortiz, golpeador del magisterio oaxaqueño?
Entonces, ¿cuál será el futuro del PRI? Es difícil saberlo: pero sí continúa en la mediocridad, lo más seguro es que desaparezca.
Vendrán tiempos difíciles, pues sin una dirección, sin rumbo definido, los pleitos por el poder se incrementarán considerablemente.
Con la reaparición de los grupos violentos, también surgió la plataforma por la refundación del PRI, encabezada por Fernando Lerdo de Tejada.
Tiene entre sus planes la realización de una asamblea nacional extraordinaria para dentro de cuatro meses, convocada por una comisión independiente y la elección de una nueva directiva. ¿Estará Lerdo de Tejada en el camino correcto? ¿Usted qué opina amable lector?