“La silla envenenada”
Alberto Vieyra G. miércoles 21, Jul 2021De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Eran las 12:00 del día del 6 de diciembre de 1914, cuando el Centauro del Norte, acompañado de Emiliano Zapata Salazar y el periodista John Reed, entre otros, se sentó de puritita chunga en la arrumbada silla presidencial en Palacio Nacional, después de que las fuerzas zapatistas y de la División Norte entraron a la Ciudad de México para expulsar a Venustiano Carranza y Álvaro Obregón Salido hacia el puerto de Veracruz.
Dos días antes, Zapata y Villa habían firmado el famoso Pacto de Xochimilco que en esencia consistía en que el ejército zapatista evitaría que los carrancistas y obregonistas retomaran el poder. La histórica fotografía en la que el Centauro del Norte aparece sentado en la “silla envenenada”, hace que todavía en el mundo se le ubique al famoso revolucionario como si hubiese sido Presidente de México.
Históricamente, la silla presidencial ha sido un veneno y por algo Emiliano Zapata Salazar solía decir: “El que se sienta en esa silla se vuelve loco”. Pero la “silla envenenada” vuelve locos a todos los de la ponzoñosa partidocracia y a emblemáticos personajes públicos desde antes de sentarse en ella.
En este momento, y cuando Andrés Manuel López Obrador ha dado ya por terminado su aberrante sexenio, la sucesión presidencial y la “silla envenenada” les quita el sueño a toda la famélica “caballada” que suspira por sentarse en “la silla del águila”, tenga o no tengan merecimientos políticos; sean o no sean doctos en ciencia política. Eso no importa, después de Vicente Fox y AMLO, cualquier pendejo puede ser Presidente de México.
Y como AMLO vino a dividir a los mexicanos, la próxima sucesión presidencial de 2024 será una lucha de poder a poder entre chairos y fifís. Desde hoy, la alianza Va por México que conforman PRI, PAN y PRD anuncia que postularan un candidato presidencial único para arrebatarle el poder a Morena, cueste lo que cueste y evitar que México avance el comunismo que hoy parece enfrentar una abismal crisis política por las protestas en Cuba que han sido como el estruendo de una bomba social anticomunista.
El anuncio de la coalición que pretende sumar a la “chiquillada” de la partidocracia tiene a AMLO en un permanente estado depresivo, pues él sabe que si no logra el apoyo del PRI, jamás podrá llevar a cabo una sola reforma constitucional y ese hecho lo ha obligado a dar el banderazo de arranque de la sucesión presidencial para crear una cortina de humo evitando que sea devorado por encabezar un gobierno inepto, incapaz de dotar de medicamentos a los hospitales de México y de reactivar una economía creando cuando menos 10 millones de empleos. Si no hay empleos, no hay crecimiento y si no hay crecimiento, la reactivación económica podría esperar para el próximo sexenio. AMLO sabe que su sexenio ya concluyó. Pero ahora, con la temprana apertura de la sucesión presidencial, AMLO saldrá de los reflectores y dejará la cancha a sus pupilos para que crezcan políticamente usando nuestros dineros públicos.
¿Quién de esa amplia baraja compuesta por Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum, Ricardo Monreal, Tatiana Clouthier y tal y tal están preparados para sentarse en la “silla envenenada”? Y, sobre todo ¿quién sería el ungido de la poderosa alianza PRI, PAN, PRD y las poderosas oligarquías empresariales que en las pasadas elecciones le arrebató a Morena y al presidente su mayoría legislativa? ¿O se desgreñaran para sentar en la silla envenenada a un “gallo” o “gallina” que garantice sobretodo el crecimiento económico y la reconciliación nacional? ¿Morena se convertirá en partido de la chiquillada o pasará a la historia como flor de un día en el poder? (…)