¡Ah qué familia!
Armando Ríos Ruiz lunes 12, Jul 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Por más que se esfuerza el presidente López en ponderar su inexistente lucha contra la corrupción y en anunciar inclusive cada vez que puede, que esa fase ya fue superada, la realidad lo desmiente de una forma brutal. Muchos me han participado su idea de que, padece alguna enfermedad que lo hace ver otra realidad, o su capacidad de mentir le nubla la inteligencia y lo convence de que la gente cree sus mentiras repetidas todos los días y a todas horas.
Lo que se observa, es que ambas elucubraciones son ciertas. Cree fervientemente lo que dice y no todos, pero un número importante de mexicanos, los menos pensantes, le creen y hasta repiten lo que dice. He escuchado a sus defensores a ultranza, que ya acabó con el huachicoleo, actividad en la que él mismo incurrió y lo convirtió en maestro, al decir de quienes lo conocieron muy de cerca en su juventud. Que ya no hay corrupción, aunque les explote en la cara. Que consolida paso a paso su gobierno transformador y otras cosas.
Es demasiado fácil apreciar que en sus casi tres años de gobierno, simplemente no existen más cambios que los que ha ideado para mantener delirante a una clase social que reza porque no se acaben las dádivas bimestrales. A familias en las que más de uno que las recibe, sirve para vivir sin mover un músculo, sino para ir al banco por el dinero. Esto, obviamente tiene sus precios: la correspondencia de darle el voto cuando se requiera. Una especie de obligación generada por el agradecimiento.
Otro precio, el más destructivo, es el que acostumbra a las clases depauperadas a vivir de la dádiva. Esperanzada a que le den. Siempre escuché decir: “el gobierno no me da nada”. Pero no es obligación del gobierno dar para formar limosneros. La obligación consiste en crear fuentes de trabajo y otros elementos para la subsistencia de los mexicanos por sí mismos. El daño que provoca con esta acción que al él le sirve con fines electoreros, será irreversible.
En otros temas está reprobado. La economía ha sufrido un colapso histórico. La seguridad está sometida a la más burda estrategia jamás imaginada por mandatario alguno, porque resulta concebida para las mentes retrasadas. Hasta hoy, los abrazos y no balazos sólo han servido para aumentar la criminalidad a cifras estratosféricas. Cualquier mal que se cierne sobre México, crece irremediablemente por la irresponsabilidad de atenderlo. Como la pandemia.
Es larga la lista de pifias presidenciales. Insisto en que hasta hoy, no hay absolutamente nada qué aplaudirle.
Para colmo, acaba de aparecer otro video en el que, ahora su hermano menor, Martín Jesús, aparece recibiendo dinero. Para variar, del mismo que antes apareció con Pío, el otro consanguíneo. De David León Romero, ex coordinador Nacional de Protección Civil, y recientemente designado para hacerse cargo de la nueva empresa de medicamentos. El video lo filmó el mismo David León.
El presidente resultó en una mañanera con una disculpa igualmente para retrasados mentales: que buscan perjudicarlo con una campaña negra de sus adversarios. Pero saldrá de la calumnia ileso, según el poema de Díaz Mirón.
David León le ayudó con el argumento de que se trató de un préstamo a título personal. ¿Entonces para qué se filmó? Lo hizo para demostrar la entrega, en caso de reclamación. Como lo hizo la primera vez. Se entiende que el film sirve para evitar un reclamo de no haber aportado el numerario convenido. Por si quien recibió no lo hiciera llegar al destino acordado. Nadie se filma por prestar.
El Presidente esgrimió que un asunto personal lo convirtieron en político y que el objetivo es hacerlo ver como si fuera dinero para una campaña electoral. ¡Pues que le crean sus chairos! A todas luces es un argumento ni siquiera infantil. Es para esas mentes que hasta le creen que es el mejor mandatario del planeta.
Así como discurrió que la pandemia se combate con amuletos, que llevó a México a los primeros lugares de pésima atención, ahora discurre que el video es para perjudicarlo. Si de eso se tratara, existen formas mucho más ingeniosas.