Los “destapes”
¬ Augusto Corro jueves 8, Jul 2021Punto por punto
Augusto Corro
No cambia nada la política en México. Se mantienen las mismas fórmulas para la sucesión presidencial, como ocurría en los tiempos del priismo.
A principio de semana, el presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo a bien dar los nombres de sus posibles sucesores.
La lista de “destapados” incluyó a Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Juan Ramón de la Fuente, Esteban Moctezuma, Tatiana Clouthier, Rocío Nahle, “bueno, muchísimos”.
Seguramente, entre esos “muchísimos” se encuentra el líder del Senado, Ricardo Monreal, quien ya dijo que todo a su tiempo y que él aparecerá en la boleta presidencial del 2024.
Hablar de sus posibles sucesores hace algún tiempo era como “jalarle la cola al tigre”. Las consecuencias del que se adelantaba al “destape”.
De ahí la famosa frase de don Fidel Velázquez del “que se mueve no sale en la foto”.
Se daba por hecho que el sucesor sería el titular de Gobernación. De Gustavo Díaz Ordaz a Luis Echeverría Alvarez.
La fórmula cambió: Echeverría optó porque quien le sucediera en el cargo fuera su secretario de Hacienda, José López Portillo.
Claro que surgían los grupos de inconformes, que después recibían los beneficios del gobierno en turno y se olvidaban de los sinsabores.
El “destape” del sucesor era el inicio de todo un rito de la clase política. Las “fuerzas vivas” (los sectores obrero, campesino y popular) se fundían en manifestaciones de apoyo al ungido. El señalado iba seguro a ocupar la silla presidencial, sin que importara su pasado oprobioso como el de Echeverría Alvarez.
La decisión estaba a cargo del Presidente de la República. Y no valían argumentos en contra que cambiarán el rumbo de la política.
El “destape” tempranero
Claro que nos preguntamos el por qué del destape tempranero de López Obrador sobre su posible sucesor en la presidencia de la República.
Se supone que se trató de empezar a tender un piso parejo para todos los aspirantes; pero principalmente quitar la presión política contra dos de sus consentidos: Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum. A ambos funcionarios los alcanzó la tragedia del Metro en la Estación Olivos, en la que perdieron la vida 26 personas.
Esa obra se construyó en el gobierno de Ebrard y el accidente se registró en el sexenio de Sheinbaum.
Las investigaciones, lentas, por cierto, tendrán que especificar la responsabilidad de cada uno de los funcionarios, tanto de los que construyeron como de aquellos responsables del mantenimiento del Metro.
Ya Carlos Slim, uno de los constructores de la llamada “Línea Dorada”, se comprometió a reparar el tramo dañado.
Quedó la interrogante sobre la suerte del presunto o presuntos responsables de la tragedia.
Cabe señalar que tras la construcción de la citada línea le tocó vigilar el mantenimiento al gobierno de Miguel Ángel Mancera.
¿El Presidente entró al rescate de su gente? A la fecha, son pocos los funcionarios que pueden vanagloriarse de desempeño.
Los resultados de la Cuarta Transformación aún no se ven. De ahí que el “destape” de los presuntos candidatos se coloque en el casillero de los distractores.
Faltan varios años para la campaña presidencial del 2024. Por cierto, ¿cuál será el papel de los partidos políticos en la sucesión presidencial?
Partidos aletargados
¿No deberían ser los partidos políticos los ejecutores del destape? Ya vimos que en caso del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) quien designe al candidato presidencial.
En el PAN, reina la incertidumbre. Quizás participe en la contienda con esa abominable coalición de partidos.
En el PRI, si es que sigue vivo, tendrá que alinearse con los panistas. Sin ideología y sin rumbo no habrá inconvenientes para aliarse con quien sea.
El Partido de la Revolución Democrática (PRD) también se sumará a los partidos opositores en la lucha de su sobrevivencia.
El partido Movimiento Ciudadano (MC) seguirá estancado, aunque no es remoto que participe con un candidato presidencial propio. Ahí está el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro.
En fin, la debilidad de los partidos políticos de oposición permitió que Morena triunfara en las elecciones intermedias, a pesar de su derrota parcial en la Ciudad de México.
Eso no quiere decir que Morena siga como una organización política inmadura todavía sin rumbo fijo.
¿Usted qué opina amable lector?