La mentira como bandera
Armando Ríos Ruiz miércoles 7, Jul 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
No es discutible si el Presidente es mentiroso. Lo es de manera enfermiza. Al grado de que si discernimos cada frase suya, encontramos paso a paso una falsedad. Ni siquiera deja espacio para pensar que sabe lo que dice. Es exactamente al revés: No sabe lo que dice. No piensa para decir. Habla y despide exabruptos a diestro y siniestro de manera natural. Sin reflexionar que lo que profiere, simplemente está lleno de incongruencias.
Algunas personas suelen apreciar que lo hace a propósito. No es cierto. Porque se trata de una enfermedad. Trata de ser hilado y resulta complicado. Cuando los periodistas pagados o chayoteros, como él califica a sus críticos, le formulan preguntas, contesta con la conocida pausa “que dopa”, como calificó un comunicador. Como si realmente tratara de encontrar la mejor posición de las palabras para ser entendido. Pero casi siempre le resulta un galimatías.
El casi, se borra cuando lo que uno escucha son mentiras. No tiene capacidad para omitirlas. La realidad lo desmiente todos los días. Los políticos y los periodistas que no comulgan con él, también. Monta en cólera, porque quisiera con toda su predisposición para mentir y para mal gobernar, que se hincaran ante su presencia. Que le rindieran pleitesía como se la rinden los que van a sus mañaneras a cambio de un sueldo mensual. Sus chayoteros incondicionales.
Acabo de leer una nota periodística sumamente corta. No llega a la cuartilla. Sólo en ese espacio tan breve, encontré mentiras de principio a fin. Se refiere a unas cuantas palabras que dijo en una gira por Sonora, en donde inauguró el cuartel de la Guardia Nacional de Caborca.
Pronunció algunas frases que seguramente espera sean incorporadas a la historia que se escribe día con día. Tal vez sean incorporadas. Pero como lo que son: disparates en los oídos del historiador. Las dijo, además como vituperios, ya que se congratula de sus mentirosos logros. Se auto alaba.
Mencionó que “la decisión de crear la Guardia Nacional fue histórica, pues su antecesora, la Policía Federal, era insuficiente para combatir al crimen organizado”. Anteriormente participaban en ese combate otras instancias, como el Ejército y la Marina y la prensa dio cuenta innumerables veces, de cruentos enfrentamientos y decomisos. Ahora resulta necesario que el mismo Presidente nos cuente de los logros alcanzados. No existen.
Dijo que a él no le interesa acumular riqueza o títulos para alcanzar la felicidad. Que para él, la felicidad no se basa en la acumulación de riqueza. Que aspira a que la Guardia Nacional se impregne de esa filosofía que, dijo, tienen el Ejército y La Marina. Los medios castrenses están felices, porque nunca antes recibieron tanto de un Presidente. Nadie da nada sin esperar algo a cambio.
Muchos mexicanos mal pensados creen que todas las prebendas entregadas a los uniformados, obedecen a una forma de alimentar al tigre del que habló en campaña, durante la convención anual de banqueros en Acapulco. Cuando dijo que si había fraude en las elecciones se retiraría a su rancho en Palenque y a ver quién amarraba al felino.
Tal vez no es la idea correcta. Porque entonces despotricaba en contra de los soldados. Los apapachos vinieron cuando ya era Presidente. Quizá concibió la idea de alimentar al verdadero tigre, con la contención de este grupo, que redujo a tareas para civiles sumamente redituables y no para la salvaguarda de la seguridad del país. Ya no en contra de los grupos violentos que acaparan todos los espacios de México entero.
Afirmó que a Sonora le irá más que bien con Alfonso Durazo, próximo gobernador, cuya victoria fue cuestionada porque se esperaba otro desenlace en los comicios. Porque además, antes de conocerse el resultado de las elecciones, ya había contratado un restaurante para celebrar su triunfo. Que alguien sepa, no es pitoniso para adivinar qué sucederá después. Baste recordar que antes, hubo asesinatos y amenazas a políticos de otros partidos diferentes a Morena.