¿Adiós o hasta pronto?, las horas que vive el PRI
Jorge Luis Galicia Palacios lunes 5, Jul 2021Como veo, doy
Jorge Luis Galicia Palacios
- Osorio se pronuncia por una autocrítica para sacarlo adelante
Los días críticos que se viven en las filas del otrora poderoso Partido Revolucionario Institucional (PRI) son tan tristes que la militancia priísta no alcanza a entender que la debacle de su partido no inició con la pérdida de 15 gubernaturas, 8 de ellas con bandera tricolor, en el reciente proceso electoral, ni tampoco con la estrepitosa derrota en la carrera presidencial de 2018, no, paradójicamente su caída en las preferencias electorales surge en el momento mismo de que se habla de un nuevo PRI y esa era empieza con el triunfo de Enrique Peña Nieto para la Presidencia de la República en 2012.
Si bien es cierto que con la llegada del mexiquense al frente del Ejecutivo federal el priismo fincó expectativas de un mejor futuro para su partido, es del conocimiento público que esa máquina electoral llegó tripulada por una corriente política que se hizo llamar “peñista”, donde sus integrantes estuvieron muy lejos de una identificación ideológica con el partido que los había llevado al poder y que más adelante sólo utilizarían la nomenclatura tricolor para afianzar sus aspiraciones políticas o solo para enfrentar subsecuentes procesos electorales.
En esa corriente anote usted, amable lector, los apellidos Moreira, Borge, Duarte y Sandoval, por mencionar algunos, y que estuvieron apoyados desde el poder mismo por otros apellidos pertenecientes a la corriente peñista, como es el caso de la dupla Videgaray-Nuño, quienes se apoderaron de la dirigencia tricolor con Enrique Reza Ochoa y por ende, de las postulaciones a cargos de elección, haciendo a un lado a la militancia de a pie y a cuadros territoriales de gran valía. Ahí comenzó la debacle del llamado nuevo PRI.
En ese contexto, de derrota en derrota, hoy el priismo no acaba de entender que que al interior de su partido hace falta una profunda reflexión y autocrítica como la que plantea el senador priista Miguel Ángel Osorio Chong, en la que deban participar —dice el hidalguense— todos los sectores partidistas y apunta: “El análisis no debe quedar solamente en las manos de la dirigencia o de los que hoy lograron un espacio público, yo creo que debe ser la base. Debe ser de quienes no fueron respaldados, que no tuvieron el apoyo, de los muchos que trabajaron y que hoy no siquiera son reconocidos”.
El mensaje es claro y contundente, sin embargo ni la dirigencia que encabeza Alejandro Moreno, mejor conocido como Amlito, perdón, Alito, ni otros cuadros como Nallely Gutiérrez Gijón y el ex gobernador oaxaqueño, Ulises Ruiz, ponen de su parte y han entrado en una guerra verbal que lamentablemente ha ido escalando al grado de llegar a las balas y al tolete, y como viles pandilleros defienden un territorio que está muy lejos de ser de su propiedad, actitud que deja en claro esa visión patrimonialista con que ven al partido de los casi ochenta años en el poder y con esa visión velan armas para dizque defenderlo. Tal vez, por ello la duda de muchos militantes tricolores, ¿le dicen adiós o un hasta pronto al PRI? La respuesta la conoceremos muy pronto.
LAS CARTAS HABLAN.- Sólo como recordatorio. La llegada de Enrique Reza Ochoa a la dirigencia nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en junio de 2016, no fue más que una señal de que el proyecto político del entonces secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray Caso, se consolidaba al interior del Ejecutivo federal.
Así sin cumplir con los requisitos estatutarios establecidos en los documentos básicos del PRI, el único mérito de Reza Ochoa era el de pertenecer a ese grupo de jóvenes colaboradores cercanos al presidente Peña Nieto y que en gran medida llegaron a posiciones estratégicas dentro del gabinete peñista por invitación de Videgaray, y desde ahí se puede ir entendiendo o reflexionando sobre las causas de los fracasos electorales que los tricolores han tenido desde 2016 (donde perdió 7 de 12 gubernaturas en juego) hasta las elecciones de 2021, donde no se ganó ninguno de los 15 gobiernos estatales en disputa.
Eso se comenta en tono de reclamo, aunque también como reflexión, entre las bases priístas. Que conste.
VA MI RESTO.- “Unidad”, “refundación”, “reflexión”, “cambio”, “análisis profundo”, “diálogo”, “autocrítica”, son algunos términos que se escuchan en las bases militantes del tricolor en su intento por encontrar la anhelada brújula que desde hace varios años perdieron y por eso hoy caminan sin rumbo, y lo peor, divididos, lo que -sin exagerar- parecen estar viviendo etapas peores a las observadas con las derrotas de las campañas presidenciales con Francisco Labastida en 2000 y Roberto Madrazo, en 2006.
Así que, como están las cosas, de no llegar pronto a acuerdos, es probable que el 93 aniversario del vetusto partido, si es que hay celebración en marzo del año próximo, será de caras largas y bien una reunión que anuncie resultados de una noche de cuchillos largos, y hasta ahí, porque como veo, doy.