México: la preinvasión
Francisco Rodríguez lunes 25, Abr 2011Índice político
Francisco Rodríguez
James D. Cockcroft es un mexicanólogo estadunidense a quien, seguro, no consultan en la administración de Felipe Calderón. Autor de La Esperanza de México (Monthly Review Press, 1998), así como de otros 44 libros, es miembro del Comité Organizador Internacional de Redes en Defensa de la Humanidad y del Tribunal Internacional de Libertad Sindical (México).
Cockcroft ha publicado apenas, también en el Monthly Review, que “un volcán social está burbujeando en México. Casi la mitad de los votantes del país mostró su disgusto con los partidos políticos al mantenerse alejados de las urnas en las elecciones de julio de 2010. Todos los principales partidos políticos se han convertido en neoliberales y corruptos. Los movimientos sociales de base amplia se resisten a una ofensiva de la derecha, la cual, en 28 años de políticas económicas neoliberales, ha conducido a la creciente militarización del país. A raíz de la dudosa elección de 2006 de Felipe Calderón -Cockcroft maneja que AMLO ganó por casi 2 millones de votos al actual ocupante de Los Pinos-, de un reinado de terror desatado por medio de su inconstitucionalidad, desató una autoproclamada “guerra” contra los cárteles de la droga supuestamente involucrados en luchas internas sangrientas”.
Apunta que, además, las políticas económicas del neoliberalismo han sido genocidas, al causar “incontables muertes prematuras y ha generado la pobreza humillante para las tres cuartas partes de la población. Muchos en las clases medias han sido empujados hacia abajo a las filas de los pobres, cientos de miles de trabajadores han perdido sus puestos de trabajo, con estrategias de ‘trabajo flexible’ y antisindicales que se han convertido en la norma -aunque estén fuera de la ley- y millones han sido obligados a emigrar…La agonía económica de las masas ha generado una creciente resistencia: las guerras de guerrillas y levantamientos locales violentos.
Washington ve en estos acontecimientos con los ojos funestos y aceita sus armas. Después de todo, México es el segundo socio comercial de los Estados Unidos y el tercer proveedor más grande del oro negro al gigante del norte”.
En este artículo, intitulado México: Estados Fallidos, Nuevas Guerras, Resistencia, Cockcroft revisa el papel jugado por EU en nuestras políticas internas: “Durante décadas, Washington ha vertido ayuda militar a México. En 2008 había 6 mil tropas de EU en la frontera mexicana, y en 2010 el presidente Barack Obama decidió enviar más. En la frontera, el lado de EU está militarizado, como lo era antes y durante la Revolución Mexicana de 1910-1917 y periódicamente desde entonces. Los drones -aviones no tripulados- realizan vuelos de rutina en el espacio aéreo mexicano. En los Estados Unidos, los juegos de video ya muestran a tropas estadunidenses invadiendo a México.
“Estados Unidos a menudo ha enviado tropas y agentes a México. Hay una larga historia de participación de EU en los asuntos internos de la nación desde la toma sangrienta de la mitad del territorio de México -el resultado de la guerra imperialista de 1846-848. Hoy, la Alianza para la Prosperidad y Seguridad de América del Norte, organizada por los gobiernos de los Estados Unidos, Canadá y México en 2005, sirve como un arma militar. La Alianza es una ampliación del Plan Puebla-Panamá de 2001, cuyo objetivo fue la integración del sur de México con América Central y Colombia. En 2008, la Alianza se vio reforzada por la Iniciativa Mérida / Plan México, un tratado internacional de seguridad establecido por los Estados Unidos con México y América Central con el pretexto de luchar contra el narcotráfico y la integración de México y América Central con el Comando Norte de los Estados Unidos.”
Pero estos planes, en realidad, incrementan las posibilidades de Washington para su abasto energético, “dado que México, Guatemala, Belice y Colombia son países petroleros. Los planes también hacen que sea más fácil para los Estados Unidos, Canadá y México usar sus armas contra las amenazas externas y, sobre todo, la oposición interna. Los planes, en fin representan una nueva fase del imperialismo contemporáneo.
“¿Cuáles son los objetivos reales de estos planes para la coordinación internacional y la militarización de la lucha contra supuestos terroristas y narcos? Los planes están dirigidos a inmigrantes, pueblos originarios, resistencia de la guerrilla, disidentes políticos y movimientos sociales de protesta por las empresas transnacionales que tienen causas aparentes sobre el agua y la contaminación minera. Estos planes, financiados por miles de millones de dólares, han hecho de México una prioridad de seguridad para la clase dominante de EU. Sirven para ‘justificar’ el envío de personal de Estados Unidos a México para participar en operaciones de inteligencia y para reforzar el control sobre las poblaciones de ambas naciones.
México enfrenta una situación peligrosa y compleja. El gobierno de Obama ha reforzado los presupuestos para el envío de agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI) y la Drug Enforcement Administration (DEA), junto con el personal para capacitar a los mexicanos en las llamadas guerras contra el narcotráfico y el terrorismo -guerras contra lo que Barack Obama llama ‘el mal’. Una porción de ciudadanos de derecha aplauden al inquilino de la Casa Blanca, otros incluso demandan medidas aún más severas. El gobierno de Obama ha creado una nueva ‘fuerza especial’, compuesta por personas armadas de los organismos policiales y de inteligencia, que ya opera en las zonas fronterizas.”
¿Estamos en las vísperas ya de una invasión estadunidense para asegurar su abasto de petróleo, minerales y energía eléctrica? ¿El pretexto se lo ha dado Calderón con su fracasada guerra contra el narco?
Índice Flamígero: El coordinador de los perredistas en el Senado, Carlos Navarrete, tiene la seguridad de que la administración de Felipe Calderón está desahuciada, que su régimen se desgastó a destiempo y se encuentra desesperado y con magros resultados no sólo en lo económico, sino en el combate a la inseguridad, que ha sido su principal política desde 2006. También lo observa irritado.