Abrazos y consecuencias
Armando Ríos Ruiz lunes 28, Jun 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Desde que inició la actual administración, la preocupación por combatir al crimen más peligroso, el que se desenvuelve en esferas nacionales e internacionales gracias a la producción y venta de estupefacientes, desapareció con la “estrategia” presidencial de abrazos, no balazos y de acusaciones a los delincuentes con sus madres.
También con la consideración a los criminales, de que son seres humanos y por lo tanto, merecen un buen trato. Aun cuando ellos dan muestras de no serlo. Por ejemplo, asesinar a hombres para llevarse a esposa e hijas y devolverlas cuando quieren y a veces quitándoles la vida después abusar, es una muestra fehaciente de su actuar salvaje, animalesco, primitivo.
Nadie podría decir que lo anterior no es cierto, además de una señal clara de que un ser humano jamás actuaría de esa forma. Un humano sería incapaz de decir al propietario de un bien: “o me lo vendes o se lo pago a tu viuda”. Tampoco sería capaz de asesinar por placer.
Uno de muchos ejemplos, en Acapulco, antes de las ocho de la mañana. Un individuo caminaba a su trabajo. Dos más platicaban. El primero saludó como se acostumbra en la provincia”. Los tipos no respondieron. Cuando el que saludó caminó unos 30 metros, uno desenfundó y lo mató de un tiro en la cabeza.
Los mexicanos pensantes interpretaron la “estrategia” presidencial, como una burla o un dicho para dar a entender que el llamado crimen organizado permanecería intocable, como se ha visto a lo largo de dos años y medio.
Por nada del mundo, la medida estaba destinada a terminar bien. El crimen ha aumentado a niveles insospechados y crecerá con tendencia a desorbitarse. Cada momento conocemos noticias de empresas dedicadas a medir las tasas de criminalidad. Afirman que creció tantos puntos, como jamás habíamos visto.
Hace apenas unos días, en Reynosa, Tamaulipas, se suscitó una serie de asesinatos a sangre fría, con víctimas escogidas al azar. Dieron muerte a 14 civiles en un escenario de guerra que duró 48 horas, debido a la respuesta de las fuerzas federales y estatales, que mataron a cuatro delincuentes.
¡Aguas! Con acciones como la anterior, el gobierno de Estados Unidos podría declarar que en México hay evidentes demostraciones de narcoterrorismo y entonces intervenir sin pedir permiso. El lugar en donde se dieron los hechos está a un paso de la frontera y el argumento más viable sería considerar un peligro muy serio para sus habitantes, mientras aquí reparten abrazos.
La semana pasada, los medios dieron cuenta de un enfrentamiento entre integrantes de cárteles que se disputan un territorio zacatecano en la comunidad de San Juan Capistrano, en el municipio de Valparaíso. Dejó un saldo de 18 muertos, informaron autoridades de seguridad. Habría que alquilar a un ejército que se dedicara a repartir abrazos.
Otra noticia dio cuenta de la declaración de Gregorio Portillo Mendoza, presidente de Zirándaro, Guerrero. Asegura que toda la entidad está cundida por la delincuencia. Fue secuestrado, golpeado y hace dos meses no pisa su oficina. Fue advertido que de hacerlo será asesinado. También le prohibieron reelegirse. El motivo es conocido: Conviene más alguien que sirva a sus intereses.
En otra noticia dura de la semana anterior: Jesús Zambrano, presidente nacional del PRD, exigió una explicación al Gobierno federal sobre el decomiso de droga en un camión con logos de Morena. Luego sentenció que el hecho “confirma que sí es un narcopartido”.
La noticia fue ampliamente difundida en los medios y en las redes sociales. Por todos lados circularon fotografías que hacen evidente la participación de uniformados apurados con el ocultamiento del nombre de Morena, escrito con letras enormes y por lo mismo, muy vistosas. El gobierno guarda silencio.
¿Hacia dónde nos llevan con tanta prisa?