La tapadera de la corrupción
Alberto Vieyra G. miércoles 23, Jun 2021De pe a pa
Alberto Vieyra G.
En 1917, Venustiano Carranza creó la “contraloría Kemmerer” en honor al economista norteamericano, Edwin Walter Kemmerer apodado “el doctor del dinero”. Aquella primera tapadera de la corrupción fue incapaz que el propio Venustiano Carranza cometiera el primer saqueo monumental de la nación azteca del siglo XX, apoderándose de millones de bilimbiques y los llamados infalsificables, las dos monedas que imperaron durante el régimen carrancista.
Por aquellos años, Kemmerer asesoraba a gobiernos de Argentina, Chile, México y otros, y la “contraloría Kemmerer” es lo que hoy conocemos como Secretaría de la Función Pública, es decir, la llamada tapadera de la corrupción a la que Irma Eréndira Sandoval llegó para tapar la corrupción de Manuel Bartlett y sus más de 40 propiedades que nomás no cuadran con lo que ha ganado haciéndole el trabajo sucio a los regímenes sexenales, desde Miguel de la Madrid hasta Andrés Manuel López Obrador.
Lo único que Irma Eréndira Sandoval hizo fue inhabilitar por 10 años al delfín de Enrique Peña Nieto, Luis Videgaray quien debe de estar muy preocupado por no poder trabajar en el llamado régimen de la “Cuarta Transformación”, que lo único que tiene de transformación es las más de 53 mil mentiras que AMLO ha proferido a los mexicanos y profundizando en la división y confrontación de la sociedad mexicana. Irma Eréndira se va sin pena ni gloria ocultando también su abultado patrimonio, igual que el de su marido, el dizque periodista gringo, John Ackerman, asesor de cabecera de AMLO bueno, era. ¿Por qué era? Mire usted.
El caso de la muy controvertida y nauseabunda candidatura de Félix Salgado Macedonio y de su hija Evelyn al gobierno de Guerrero, resquebrajó a Morena y los primeros que mandaron a AMLO a freír hongos fueron Irma Eréndira Sandoval, su hermano Pablo Amílcar Sandoval y a su marido.
Ahora, el encargado de la nueva tapadera de la corrupción se llama Roberto Salcedo Aquino, quien sin duda hará lo mismo que Irma Eréndira y que la “contraloría Kemmerer” en tiempos de Venustiano Carranza. Tapar a los corruptos porque la máxima en política es “tapaos los unos a los otros”.
Y durante una semana de punta a punta, AMLO no deja en paz a la pinche clase media, a la que no le perdona haberle hecho caracolitos, no votando por Morena en las pasadas elecciones del 6 de junio. Cuentan en voz baja en los pasillos de Palacio Nacional que el Presidente se dirige a los clasemedieros con recordatorios familiares y términos que no se pueden decir en medios de comunicación, pero que la gente pensante deduce cuáles serían estos términos despectivos con los que el Presidente tacha a la clase media, la que según él debería ser una clase media “solidaria, humanista y fraterna” que vote por los candidatos de Morena. La que no lo haga, no cabrá en esa clasificación.
Esa es la concepción errónea del Presidente sobre la clase media, pero su monumental ignorancia no le permite ver más allá de sus narices y admitir que México es una sociedad heterogénea que aspira a todo, menos a lo que el Presidente quiere: que lo eternicen en el poder. Como que la retórica de AMLO ya chole, ya parece disco rayado y para que la clase media regrese al redil de Morena, AMLO a través de Hacienda deberá crear estímulos que reactiven la economía de sus bolsillos de esa clase media. El Presidente debe recordar que nadie da paso sin huarache y menos si no hay ningún estímulo gubernamental, ¿o no mi Lic.?