“Soy el mejor”
Armando Ríos Ruiz miércoles 16, Jun 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Los seres humanos tenemos defectos y virtudes. Es una condición de toda forma viviente. Pero algunos se esmeran en acumular los primeros y más allá, también en exhibirlos, por la sencilla razón de que además, padecen el de creerse perfectos. O superiores al resto del mundo. Lo inaudito es que muchos le crean y con ello acrecentan sus fallas.
Un amigo de mi tierra me instó una vez: “piensa en un defecto”. Creí que se trataba de un truco parecido a aquél que preguntaba: “piensa un número”. Le inquirí para qué tenía que pensar en un defecto y me contestó: “porque no hay uno que no tenga fulano” (omito los nombres de quien preguntaba y del referido).
Pero resulta peor si quien presume sus perfecciones es un personaje conocido en diferentes latitudes del mundo, por ostentar la condición que lo torna famoso. Ocurre que en México, nuestro Presidente ha dado en publicitar lo diferente que es al resto de los mexicanos y del mundo. Aquí deberíamos estar agradecidos porque buena parte de los ciudadanos lo hicieron llegar a la Presidencia y quiere quedarse en ella para siempre.
Pues somos mal agradecidos, porque la mayoría de los nacidos en México no creemos en sus bondades. Más bien criticamos lo que quiere hacer creer que lo son. Pensamos que quienes le creen le han inyectado esa sustancia, cuyo nombre desconozco, pero que hace aumentar el ego a dimensiones gigantescas, hasta alturas de la cual ya es imposible descender.
Acaba de hacer en Oaxaca otra de sus presunciones que lo aleja absolutamente de lo que también presume: de la humildad que pregona diariamente y que en el caso que nos ocupa menciona de manera velada. Dijo con su voz rasposa que en sus oídos debe ser una sinfonía:
“No es por presumir, pero México es ejemplo a seguir en el mundo en esta forma de gobernar con el pueblo, con honestidad, con austeridad, con eficiencia, con democracia, garantizando el derecho a disentir, la pluralidad, todo esto es lo que estamos logrando con la participación de todas y todos”. No olvidemos que también se proclamó el mejor Presidente del mundo.
Estas declaraciones hacen recordar el increíble buen trato a los niños enfermos de cáncer, cuyas medicinas retiró de su alcance para que murieran sólo con la misericordia de su familia. De su infalible vaticinio del fin de la pandemia, puntualizado el 19 de abril del año pasado. De sus recomendaciones de no usar cubrebocas, sino amuletos para alejar el mal. De sus invitaciones a abrazar a los delincuentes y a acusarlos con sus mamacitas.
Existe un rosario interminable de acciones desatinadas, de las cuales, por lo visto, no se da cuenta. Nadie sería capaz de presumir si fuera consciente de que es tan humano como el que más y por lo tanto, está muy alejado de competir con El Creador, única perfección aceptada en todo el planeta, salvo en México, en donde los chairos están convencidos de ser gobernados por una deidad.
Para mayor abundancia, recordemos que un día sí y otro también, habla de su combate a la corrupción nunca visto y de los logros indiscutibles. Pero la organización internacional Americas Society/Council of the Americas, que mide la suficiencia de las naciones para prevenir, investigar y sancionar los actos de corrupción, dice exactamente lo contrario.
Esta corporación, que otorga una calificación de 0 al 10, ubica a nuestro país en 4.25. Por lo tanto, está reprobado. “En su tercera edición, la organización evaluó a los mismos 15 países que en 2020. En ese año, México ocupó el octavo lugar, pero este 2021 se ubicó en la posición 11, por debajo de países como República Dominicana, Panamá, Ecuador y Colombia”.
“Los puntajes más bajos en las variables que miden la independencia de la Fiscalía General y de las agencias anticorrupción, contribuyen al retraso general de México”, advirtió. A diferencia de otras evaluaciones, este índice no mide la percepción de la corrupción, sino la eficacia para combatirla.