El futuro de los partidos políticos
¬ Luis Ángel García viernes 11, Jun 2021Por la Derecha..!
Luis Ángel García
El panorama político que dejaron las pasadas elecciones debe llevar a los partidos a una introspección para adaptarse a la nueva realidad social que fija distintas formas de gobernanza, donde la ciudadanización de la democracia puede hacer desaparecer a los institutos políticos tradicionales y reformar el quehacer público y la representatividad legislativa en beneficio de una colectividad más participativa e informada que exige políticas públicas que resuelven las necesidades de la gente y que reclamarán a gobernantes y partidos el cumplimiento real de las ofertas de campaña para salir de la crisis y retomar la unidad nacional.
Los comicios del pasado domingo marcaron un tope al excesivo presidencialismo que amenazaba a los organismos autónomos y a la división de poderes, lo que distingue a una verdadera República. El mandato ciudadano frenó el autoritarismo que se apoderaba no sólo de la función pública, sino que sometía a sus pares para hacer del poder la voluntad de un solo hombre.
Llegamos a las elecciones con la idea de que Morena arrasaría y obtendría la mayoría calificada que tanto anhelaba y confiaba en el respaldo que le habían dado 30 millones de votantes en 2018. Mientras que el bloque opositor daba mensajes triunfalistas que invitaban a recuperar de lo perdido, sin ofrecer alternativas. Pero el voto popular decidió otra cosa. Rechazó cualquier intento totalitario y reconoció el peligro de tener un presidencialismo omnímodo. Por ello diferenció su voto y aunque dio el triunfo en la mayoría de las gubernaturas, “el pueblo bueno y sabio” dejó a la primera fuerza política del país también como una minoría.
Con ello dio paso a un mayor equilibrio cameral, una mejor distribución de la representatividad y permite la discusión parlamentaria, ya no más aprobación de iniciativas presidenciales con “levantadedos” y sin quitarle ni una coma. Cierto, podrá por mayoriteo aprobar el Presupuesto, pero obligado a negociar las modificaciones que hagan los opositores. El Congreso será verdadera caja de resonancia de los grandes temas nacionales y costará más trabajo a Palacio Nacional destinar discrecionalmente miles de millones de pesos a los programas clientelares que atienden a una base electoral formada por viejitos, ninis y madres solteras. Se combatirá realmente la pobreza y no, como hasta ahora, que sólo se subsidia; 20 millones de mexicanos en situación precaria no quieren limosna sino oportunidades de trabajo.
El gran riesgo que corre la nueva legislatura es el bajo nivel de las organizaciones y sus legisladores, el sistema de partidos ha dejado de ser una confrontación de ideas, principios o posturas políticas, se acabaron los tribunos y las discusiones parlamentarias para convertirse en sumisos lacayos vendedores de sus votos o “chapulines” que cambian de bancada por dinero. Ese es el reto que tendrán que asumir los institutos políticos, ya nadie confía ni cree en ellos y es vergonzante la función de los representantes populares. El “chapulineo” y la venta descarada de votos al mejor postor indignan al ciudadano.
El Presidente ya amenazó con cooptar a diputados de otros partidos para lograr la mayoría calificada. Organizaciones y legisladores deben recordar que los sufragios con los que arriban al recinto cameral no fueron de gratis y el electorado estará muy pendiente de que no los traicionen nuevamente. Morena perdió 16 millones de votos, porque la gente ya no cree en las medidas populistas y se ha desencantado del proyecto de la 4T, el cual ha traído más problemas que soluciones a la crisis económica y sanitaria por la que atravesamos y que ha dejado más de diez millones de nuevos pobres y 300 mil compatriotas muertos.
Se ve lejano 2024, pero gobierno, partidos y legisladores deben aprender la lección y transformarse o morir.