La lucha interna de Morena
¬ Augusto Corro miércoles 9, Jun 2021Punto por punto
Augusto Corro
¿Tras la contienda electoral más importante de México, qué sigue en la vida interna del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena)? Es posible que se efectúe una revisión de resultados, así como la actuación de sus dirigentes. Si bien es cierto que le fue bien en los comicios estatales, en la Ciudad de México perdió alcaldías y, como se pronosticó, la oposición avanzó, pues alrededor de la mitad del electorado votó por la alianza PAN-PRI-PRD.
Fueron varias las causas que llevaron al fracaso al partido en el poder en la Ciudad de México. Por ejemplo, fue nula la actividad partidista de Morena. Se trató de una fortaleza política abandonada a su suerte. La presencia de los morenistas se notó casi al final de la campaña a través de jóvenes que repartían propaganda. Es seguro que unas cuantas personas conocen a los candidatos que representaron al partido guinda.
En el caso de las alcaldías, la oposición ganó porque los votantes, la mayoría de la denominada clase media, no fueron tomados en cuenta desde que Morena llegó al poder. Los habitantes de la zona occidental de la metrópoli no existen para las autoridades federales y locales. La oposición se concentró en campañas de verdades o mentiras que le funcionaron. El gobierno local no pudo o no quiso frenar ese estilo de propaganda.
El desempeño de Morena fue desastroso en la Ciudad de México: se registró una reelección de candidatos que canceló la oportunidad a los jóvenes. Lo mismo ocurrió en las alcaldías. Los llamados “cartuchos quemados” no soltaron el poder. Se empeñaron en mantenerlo, pero no pudieron con la votación en su contra: perdieron. En otros casos, los candidatos nada tienen que hacer en la política, ya cumplieron su ciclo; un ejemplo: Dolores Padierna.
Quizás el verdadero asunto del desplome morenista en la CDMX tenga su origen en el corazón de esa organización política, donde se encuentran enfrentados dos bandos: uno que encabeza Mario Delgado, y el otro Citlalli Hernández, presidente y secretaria general de Morena, respectivamente. ¿Qué tan profunda es la lucha entre esos personajes? ¿Quién de los dos cargará con el peso del pésimo papel desempeñado por su partido en las elecciones intermedias?
En la lucha interna morenista, Mario Delgado fue ubicado en la corriente política del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y a Citlalli Hernández, en el equipo de la jefa de Gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum. Ambos funcionarios públicos se enfilaron rumbo a la contienda electoral presidencial, para sucederle en el cargo a Andrés Manuel López Obrador. ¿No calcularon los dirigentes el tamaño del daño que ocasionarían con su disputa?
En Morena, la dirigencia tendrá que analizar concienzudamente lo ocurrido en la CDMX y tomar las medidas correspondientes, para evitar que el partido llegue debilitado a las próximas elecciones. La oposición ya comprobó que sí puede obstaculizar o ganarle las partidas a los morenistas que se durmieron en sus laureles. Tras su triunfo en las elecciones presidenciales, el partido guinda cayó en un profundo sueño.
Se sabía de su presencia por los escándalos que protagonizaban sus militantes en sus asambleas, en las designaciones de sus candidatos a cargos de elección popular, por medio de encuestas, que pocos conocen; pero nada de acciones políticas que redundaran en beneficio de la democracia o del propio partido. ¿Dónde están los cuadros de jóvenes morenistas? Fue tal el empeño de los viejos políticos en continuar con el hueso, que no midieron las consecuencias de su necedad.
Tenemos el caso del legislador morenista Pablo Gómez, veterano líder del 68, quien perdió la diputación frente al impresentable Gabriel Quadri, de la alianza PRI-PAN-PRD, señalado como acosador sexual por sus alumnas. Ahí tenemos, pues, una estampa de la nueva realidad política registrada en las elecciones intermedias.
¿Usted qué opina amable lector?