México volvió a sonreír
Armando Ríos Ruiz miércoles 9, Jun 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Este lunes, México despertó sonriente. Las elecciones del domingo trajeron esperanzas y tranquilidad. El sueño de un mandatario dispuesto a arrastrar a los mexicanos hacia una dictadura, que entrañaría su empobrecimiento paulatino hasta la miseria más agotadora, desapareció por lo pronto. Salvo que haya por ahí un as debajo de la manga, que se ve imposible.
La partidocracia convertida en adversaria del primer mandatario no hizo nada. Sólo tuvo la brillante idea de asociar las instituciones políticas para hacerse más fuertes y multiplicar sus votos. No emitió una sola propuesta atractiva que llamara la atención de los ciudadanos. Esto quiere decir que, por más descalabros, no es posible hacerla entender y volverá a incurrir en los mismos errores.
Funcionó en parte la estrategia. La gente absorbió con entusiasmo la fórmula y votó a favor de quien fuera, principalmente de esta aglutinación de partidos, antes que por Morena. Eso se vio con mayor claridad en la Ciudad de México, en donde los triunfos se multiplicaron por todos lados.
Ocurrieron dos fenómenos. El principal, que la ciudadanía no descansó un momento para hacer ver a través de las redes sociales, que el Presidente es un serio peligro para México. Para repetir sus múltiples yerros. Sus dislates diarios y sus mentiras abrumadoras. El otro fue la tragedia en la Línea 12 del Metro, cobrada con un rotundo no al voto a favor de la 4T.
La ciudadanía se erigió como la auténtica y única ganadora de la contienda y los políticos encumbrados hoy, en los indiscutibles perdedores.
Los ciegos simpatizantes del Presidente no saben y tal vez jamás podrán entender, que quienes votaron en contra del partido en el poder les hizo un enorme favor. No han podido elucidar ni aceptar con ningún razonamiento, por claro y contundente que sea, que el que les da dinero cada dos meses no lo extrae de su bolsa y que este hecho contribuye a llevar sistemáticamente al país al precipicio.
No entenderán, porque en sus cerebros hay un hueco que se repite como si se tratara de una misma familia sometida a las comprometidas leyes de la herencia, que el gobierno hace un esfuerzo sobrehumano para continuar en la práctica de la dádiva bimestral y que cada día que pasa se torna más difícil cumplir con la entrega, porque México es hoy profundamente más pobre que al comenzar esta administración, llevada paso a paso al desfiladero.
Se niegan a ver las barbas del vecino sudamericano y continúan inmersos en la creencia de ser gobernados por “el mejor Presidente del mundo”. Lo repiten porque eso les dijeron y lo aceptaron como dogma de fe, sin entender que se trata de la propaganda más burda y ridícula, que sólo un gobernante que no está en sus cabales, soberbio y vanidoso, es capaz de pregonar.
Nunca aceptarán que el resultado de las elecciones impidió la consumación de lo que sería la tragedia más grande que un país puede sufrir: la instauración de la dictadura, para cumplir con un compromiso contraído hace años con otros estados de América Latina.
Nunca aceptarán que el resultado impedirá que nuestra Carta Magna, hoy considerada obsoleta por la 4T, sea sustituida por otra que a todas luces resultaría aberrante, de acuerdo con ese paso adoptado por otros países que lograron el mismo sueño y que hoy tienen inmerso en la pobreza más espantosa a sus gobernados, mientras los que gobiernan viven entre lujos y abundancia.
Los conocedores de nuestra Constitución afirman que está bien como está. Si acaso, con detalles que habría que reformar, pero para bien de los mexicanos. No para que estimule caprichos y aspiraciones ilegítimas de un solo hombre.
El hecho de que la Cámara de Diputados no se sea infestada por morenistas obedientes a la voz del amo, trae aparejado el consuelo de que habrá oposición para que la máxima ley sea usada en beneficio de los mexicanos, como la concibió el constituyente de 1917 y no sólo a favor de un solo hombre que, hoy soberbio, debe abandonar sus descabelladas percepciones oníricas.