Inestabilidad política genera delincuencia organizada
Luis Muñoz viernes 4, Jun 2021Segunda vuelta
Luis Muñoz
Todos sabemos que los conflictos armados, como el reciente en Oriente Medio, y otros en alguna parte del mundo, siempre han existido, lo que sí es una novedad es que el número absoluto de muertes en las guerras ha venido disminuyendo desde 1946, un año después de que se fundó la Organización de las Naciones Unidas con el compromiso de mantener la paz y la seguridad internacionales.
Desde ese año la ONU se comprometió, también, a fomentar, entre las naciones, las relaciones de amistad, así como a promover el progreso social, la mejora del nivel de vida y los derechos humanos.
Uno de sus objetivos, que no ha podido cumplir en 76 años de existencia en la mayoría de los 193 países miembros, es precisamente la anhelada paz mundial.
Hoy en día la comunidad internacional es víctimas de violencia, injusticia y pobreza y guerras, especialmente en naciones en vías de desarrollo, castigadas además por el virus SARS-Cov-2 que, hasta ahora, ha cobrado la vida de 3.5 millones de personas desde su aparición en Wuhan, la ciudad más poblada en la zona central de la República Popular China, hace cerca de dos años, el 17 de noviembre de 2019.
El número de víctimas fatales por las guerras más sangrientas del siglo XX es de más de 60 millones y el país con más bajas fue la Unión Soviética, seguido de Reino Unido, Francia y Estados Unidos, que perdieron aproximadamente medio millón de personas cada país.
Guerras menos mortíferas
La naturaleza de los conflictos y la violencia ha cambiado mucho desde que se fundaron las Naciones Unidas hace 75 años. Desde entonces son “menos mortíferos”, y con mayor frecuencia se libran entre grupos nacionales en lugar de entre Estados.
La ONU hace importantes observaciones: destaca que se han producido avances tecnológicos, como la utilización de bots, drones y retransmisiones en directo como armas; los ciberataques y el hackeo de datos, al mismo tiempo que la cooperación internacional se ve sometida a presión, merman el potencial mundial de prevención y solución de los conflictos y la violencia en todas sus formas.
Aunque el número absoluto de muertes en las guerras ha venido disminuyendo desde 1946, la ONU dice que los conflictos y la violencia van en aumento y la mayoría de estos se libran entre agentes no estatales, como milicias políticas, grupos terroristas internacionales y grupos delictivos.
Las tensiones regionales sin resolver, el desmoronamiento del estado de derecho, la ausencia de instituciones estatales o su usurpación, los beneficios económicos ilícitos y la escasez de recursos agravada por el cambio climático, se han convertido en importantes causas de conflicto.
En 2016, la cantidad de países que se vieron afectados por conflictos violentos alcanzó el nivel más alto registrado en casi 30 años.
Esto se debe en gran medida a la regionalización de los conflictos, que vincula las cuestiones políticas, socioeconómicas y militares a través de las fronteras, facilitando así que se refuercen mutuamente.
La guerra en Yemen es un doloroso ejemplo de ello.
La delincuencia daña más
Hace algunos años nadie hubiera imaginado que algo así pudiera suceder: ¡Que la delincuencia causara más muertes que los conflictos armados!
La ONU comprobó que en 2017 hubo casi medio millón de víctimas de homicidio, cifra que supera con creces las 89.000 víctimas causadas por conflictos armados activos y las 19.000 que murieron en ataques terroristas.
Si las tasas de homicidio siguen aumentando al ritmo actual, que es de un 4%, no se alcanzará la meta 16.1 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (reducir significativamente todas las formas de violencia y las correspondientes tasas de mortalidad en todo el mundo) para 2030.
El crimen organizado y la violencia de las bandas varían mucho de una región a otra. Los países del continente americano registran las más altas tasas de homicidio por un amplio margen: una tasa del 37 % del total mundial en una región en la que habita solo el 13 % de la población mundial.
La inestabilidad política genera delincuencia organizada, lo que se manifiesta, entre otras cosas, en ataques contra policías, mujeres, periodistas y migrantes. Al mismo tiempo, la violencia política ya no afecta sólo a los estados de ingresos bajos. En los últimos 15 años, más de la mitad de la población mundial ha vivido directamente situaciones de violencia política significativa o ha estado muy cerca de ellas.
En el caso de las mujeres y las niñas, el hogar sigue siendo el lugar más peligroso. Alrededor del 58 % de las mujeres víctimas de homicidio en 2017 fueron asesinadas por su pareja o por miembros de su familia, lo que supone un aumento respecto del 47 % registrado en 2012. La mayoría de las víctimas de asesinatos son mujeres; esto es consecuencia de las creencias misóginas, la desigualdad y la dependencia que persisten en todo el mundo, especialmente en los países de bajos ingresos.