La nueva Cámara
Ramón Zurita Sahagún jueves 3, Jun 2021De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
La confección de la nueva Cámara de Diputados es la gran interrogante, sobre los resultados electorales del domingo seis de junio.
Esa es la principal preocupación de las dos grandes alianzas que compiten por el voto ciudadano, para la integración de la Cámara de Diputados que conformará una parte del Poder Legislativo por los próximos tres años.
Hay quienes mantienen fija la atención en los resultados que arrojarán los comicios en 15 estados en los que se renuevan gobiernos estatales, aunque esa no es la principal preocupación de los partidos contendientes que ya disfrutaron del Poder Ejecutivo federal.
Los gobiernos pueden repartirse entre los partidos consolidados, ya que ninguno de los de registro nuevo tendrá acceso a ellos, al no contar con las estructuras suficientes que les den los votos necesarios para ello.
Es la Cámara de Diputados y su nueva conformación la que mantiene la preocupación de aquellos partidos que ven en su conformación una luz indicativa sobre lo que vendrá tres años después en el proceso electoral para elegir a un nuevo Presidente de la República.
Por eso, 10 partidos con registro nacional son los que luchan por los espacios que se nutren con 500 diputados, 300 de mayoría relativa y 200 de representación proporcional, surgidos del recuento de los votos que obtenga cada uno de los partidos en competencia.
Y es que la mayoría calificada de la Cámara de Diputados es sumamente importante para los dos grandes bloques que disputan el voto del electorado, ya que de ello depende el futuro de los trabajos a realizar en la segunda parte del sexenio del presidente López Obrador.
Morena, Partido del Trabajo y Verde Ecologista forman un ente que pretende la mayoría calificada para aprobar aquellas reformas constitucionales que el Ejecutivo federal habrá de enviar en lo que resta del sexenio. El bloque PRI, PAN y PRD, busca esa misma mayoría para impedir aquellas reformas con las que no están de acuerdo.
Ese es el centro de las diferencias entre una y otra alianza que el domingo sabrá a quien le correspondió el triunfo.
En la actualidad, Morena y sus aliados cuentan con esa mayoría calificada, algo que no se veía desde los tiempos de la aplanadora priista que conquistaba, cuando menos, el 95 de los distritos electorales y acaparaba todos los espacios de la Cámara de Diputados y por ende del Senado de la República.
Eso se terminó en 1994 y desde entonces hasta 2018, ningún partido había logrado con o sin alianzas de por medio. Incluso ninguno de los partidos había escalado siquiera a la mayoría absoluta, quedándose en primeras minorías, es decir menos de los 251 legisladores que se requiere para una mayoría simple.
Tuvieron que pasar siete legislaturas para que un partido y sus aliados pudiesen llegar al número de diputados necesario para reformar la Constitución y acaparar los órganos legislativos, aunque con la diferencia de que actualmente son más democráticos y transparentes y que a diferencia de 1994 para atrás, la presidencia de la Mesa Directiva se rota entre los tres primeros partidos con representación cameral.
Otro de los puntos que mantiene alerta a los partidos contendientes es el relativo a la sobrerrepresentación de diputados, la que se venía dando con anterioridad, aunque ahora se estableció la aplicación de las reglas rígidas, sin flexibilidad alguna, que podría afectar al partido que obtenga la mayoría de los votos.
Eso podría impactar en la distribución de las curules de la que será la LXVI legislatura del Congreso de la Unión y puede generar conflictos entre las partes que disputan los asientos de la misma.
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En la pasada elección (2018) Morena se hizo de varias capitales estatales, varias de las cuales se encuentran gobernadas por este partido que, en muchos de los casos, envió a sus alcaldes en busca de la reelección. Son varios los que seguramente no alcanzarán el refrendo por sus malas actuaciones en ejercicio del gobierno.
Hermosillo, Xalapa, Puebla, Culiacán, son algunas de las que corren alto riesgo de no obtener de nueva cuenta el respaldo ciudadano.
*Siguen sucediéndose hechos violentos en contra de los candidatos a todo tipo de cargos públicos, aunque llama poderosamente la atención que, en muchos de ellos, los objetivos no sean precisamente aquellos que tienen posibilidades de triunfo y si una serie de aspirantes sin grandes oportunidades de ganar. Valdría la pena que las autoridades continúen con las investigaciones y resuelvan ese gran acertijo de los atentados en que nadie sale lastimado, así como los secuestros de otros y aplique los castigos correspondientes.