Elecciones, en la recta final
¬ Augusto Corro jueves 3, Jun 2021Punto por punto
Augusto Corro
Los hechos violentos marcaron las elecciones intermedias más importantes en los últimos sexenios. Decenas de asesinatos y secuestros se registraron hasta en los días cercanos al 6 de junio fecha de la votación. Como se sabe, fue importante la participación de la delincuencia organizada en la campaña electoral.
En la contienda citada, quizás como nunca, estuvieron ausentes las ideas políticas serías, formales; en cambio sí triunfaron la frivolidad, lo superficial y la banalidad. En el enfrentamiento político por los cargos de elección popular sobresalió la violencia.
Y lo más grave de la situación es que los criminales, los autores intelectuales y materiales, no serán llevados ante las autoridades para que reciban el castigo merecido. En México, la impunidad predomina desde hace muchos años. Estamos en un país donde los delincuentes pueden vivir tranquilos.
Esa actividad delictiva contrasta con la propaganda que realizaron los aspirantes a alguna gubernatura, alcaldía o diputación. Como aquí señalamos, las candidaturas se promovieron en base a la frivolidad. Buscaron el voto a cambio de quitarse la máscara, en el caso de los luchadores, cirugías plásticas o conciertos de rock.
De por seguro, que esos candidatos aseguraron el voto a su favor. Los electores ven esas propuestas más realizables que aquellas que ofrecen la erradicación de la pobreza, el respeto a los derechos humanos, el regreso de la seguridad o el fin de la pandemia del coronavirus.
Los partidos políticos alejados de sus militantes buscaron lo fácil; aquello que les permitiera conseguir votos que consiguieran triunfos electorales de temporada, aunque después continúen sumidos en la derrota, en el hoyo. Sin ideología, las organizaciones políticas se enfilan a su extinción.
Las ideas desaparecieron de la política. La mente de los políticos se desvió hacia las acciones violentas, a la eliminación de los enemigos; a la desaparición del que se oponía a la realización de sus ambiciones personales. Los hechos cruentos contra los candidatos nos mostraron a un México que no puede salir de la barbarie.
Angustia, dolor e impotencia
Cerca del día de las elecciones continuaban las agresiones contra los aspirantes a cargos de elección popular. En la madrugada del miércoles fueron secuestrados Marilú Martínez Núñez y su familia. Ella es la candidata del partido Movimiento Ciudadano (MC) a la alcaldía de Cutzamala de Pinzón, Guerrero.
Denunció lo anterior el dirigente nacional de MC, Clemente Castro, quien agregó que fue un grupo de hombres armados los que se llevaron a la aspirante y a sus parientes. A la hora de escribir estas líneas continuaba desaparecida la emecista. El secuestro se dio en medio de una supuesta lucha política en la que confluyen un sinnúmero de intereses.
El escenario de extorsiones, secuestros y asesinatos se instaló en sexenios anteriores y desde entonces México empezó a vivir en la inseguridad. Se registraron miles de homicidios, se llenaron fosas clandestinas y se incrementó el número de desaparecidos; además, se agudizaron las acciones criminales. El presidente Felipe Calderón, de extracción panista, no pudo derrotar al narcotráfico. Sin estrategia no llegó a ningún lado. Sin embargo, su hombre de confianza en la lucha contra la delincuencia organizada, Genaro García Luna, se encuentra en una prisión de Estados Unidos, acusado de su asociación con el Cártel de Sinaloa.
El presidente Enrique Peña Nieto continuó con la misma táctica que su antecesor en el poder. Como respuesta, el crimen organizado creció. En el gobierno de Andrés López Obrador siguió lo mismo. Con su política de abrazos no balazos, el narcotráfico se desarrolla en un ambiente de impunidad.
En las circunstancias mencionadas se desarrollaron las campañas políticas rumbo al 6 de junio. Los delincuentes, dueños de las plazas, se encargaron de participar en la contienda electoral con la violencia incontrolable, seguros de que sus crímenes se olvidarán con el paso de los días.
En síntesis, dos fueron los elementos esenciales en la contienda electoral más grande de México: la violencia y la banalidad. No se podía esperar otra cosa de un país en el que la política se encuentra inmersa en la decadencia. Los partidos políticos sin ideología van a la deriva.
De la pandemia del Covid-19 en la campaña electoral, con mucho gusto escribiremos mañana.
¿Usted qué opina amable lector?