Campañas sangrientas
Armando Ríos Ruiz miércoles 2, Jun 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
El título de esta columna parecería alarmante, exagerado, tendencioso, si no viviéramos tiempos de arrebatos políticos que acompañan a miles de campañas para conquistar diferentes cargos de elección popular, de los que diariamente dan cuenta los medios. Inclusive los que favorecen al presidente López Obrador.
No hay nada de eso. La gente pensante, la que se dedica a diversos quehaceres —incluidos políticos que no tienen por qué justificar los actos de nadie— ve lo mismo. Los informativos que cumplen con su cometido, con todos los que reciben los chayos o chayotes más grandes en la historia de México, herederos de los que hoy tanto critica el Presidente, así lo publican diariamente.
Cuando asesinaron a Abel Murrieta, en Ciudad Obregón, Sonora, candidato a la alcaldía del municipio de Cajeme, tanto el fundador de su partido, Dante Delgado, como el coordinador del mismo, Clemente Castañeda, responsabilizaron inmediatamente al primer mandatario y a Claudia Pavlovich, gobernadora de la entidad, priista convertida hoy en simpatizante del primero.
No son los únicos. En otros estados en donde igualmente han dado muerte a otros aspirantes, por la sencilla razón de que hoy, el narcotráfico está inmerso en las intenciones de asedio de puestos públicos por simpatizar con algunos candidatos o sencillamente porque gente perteneciente a sus huestes también está inmersa en las competencias, simples observadores de los hechos han señalado que es culpa del gobierno. O lo que es lo mismo, de la ausencia absoluta de estrategias para combatir a los criminales.
La táctica de “abrazos, no balazos” arroja ahora sus indiscutibles resultados. Los criminales saben que no hay persecución en su contra y actúan a plena luz del día, sin preocupación de sentirse amenazados o perseguidos. Ocurrió en Valle de Bravo, en donde un grupo armado levantó a la candidata de la alianza PRI, PAN, PRD a la alcaldía, Zudikey Rodríguez, para decirle que la orden era asesinarla, pero le darían una oportunidad si aceptaba olvidarse de la contienda.
Un comentario tomado al azar de las redes sociales señala que “el responsable es YSQ. El que reparte abrazos, el que los va a acusar con su mamá, el que ha fracasado en todo. Vivimos en un narcoestado, producto de una estrategia fallida de seguridad…”
La senadora panista Lilly Téllez se refirió al slogan de campaña del hoy presidente: “Juntos Haremos Historia”. Dijo que La 4T ya hizo historia con “la campaña electoral más sangrienta”. Hasta hoy van 90 asesinatos de candidatos y un número indeterminado, pero muy elevado de amenazados de muerte. Esta es razón de que también un número bastante alto haya renunciado a sus aspiraciones.
¿Qué ha hecho el gobierno, que supuestamente cuenta con el apoyo incondicional de las instituciones castrenses, que hoy sirven para todo, menos para garantizar la seguridad de los mexicanos? ¿Que fueron apartados de este compromiso para destinarlos a dirigir empresas del gobierno, para construir aeropuertos, para llenar la Guardia Nacional y para otros quehaceres?
¿Qué ha hecho el mismo Presidente para preservar la vida de sus gobernados? Hasta hoy, nada. Absolutamente nada. Si acaso dar uno que otro pésame. Tal vez esta reacción le viene a la memoria por no haberlo dado a familiares de los muertos en el accidente en un tramo de la Línea 12 del Metro, a quienes, lejos de condolerse con ellos, los mandó al carajo.
Las elecciones del próximo domingo quedarán inscritas en la historia mexicana, como las más importantes por el número de puestos de elección popular que se disputan. Pero también por la cantidad de sangre derramada en aras de impedir que los adversarios ganen. La ley del más fuerte se ha impuesto. O quizá sea mejor decir que la ley de los que tienen armas poderosas, decisión para quitar la vida e indolencia cuando asesinan.
Pero en todos los actos excesivos de la vida hay un responsable. ¡El juicio de la historia y de los ciudadanos consciente caerá sobre él!