¿Dinamarca o Venezuela?
Freddy Sánchez martes 1, Jun 2021Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Qué boleto comprar. Eso dependería de qué rumbo se quisiera tomar.
Y si se tratara sólo de un viaje de unos cuantos días, ir a donde fuera, incluso para experimentar lo desconocido, no habría que pensarlo mucho. Porque si la decisión resultara poco agradable, uno se regresaría al día siguiente de su incomodidad y asunto arreglado.
Pero, no es el caso de lo que los electores habremos de escoger para nuestro futuro en México cuando se abran las urnas el 6 de junio. En aquel momento democrático, la dirección que decida seguir la mayoría electoral puede ser una grata o no precisamente satisfactoria vivencia para los siguientes años y no sólo los tres últimos de la actual administración de Morena en el poder presidencial.
Y es que las cosas como han sido “pintadas” por los opositores a la 4T, obligan a pensar dos, tres o cinco o más veces aquello de “comprar el boleto” que nos llevará a un derrotero que podría cambiar por completo el estilo de vida en este país, habido en varios sexenios.
De ahí que convendrá sopesar las opciones sumamente contrastantes acerca de cómo se podría llegar a vivir en mucho tiempo, lo que en apariencia dependerá de las boletas electorales a cruzar.
Esas mismas que auguran dos rutas distintas a seguir. La que describen los que se han entusiasmado con el discurso oficial creyendo sin dudar en lo más mínimo que el cambio que se afana en construir Andrés Manuel ofrecerá acceso colectivo a un mejor estado de bienestar en el que no habrá abusos de unos cuantos adinerados explotando vilmente el esfuerzo de los demás, enriqueciéndose a sus anchas en tanto que la mayoría sufre carencias e infortunios.
Y la que por el contrario vaticinan los críticos de Morena advirtiendo que apoyar electoralmente a este partido y sus distintos aliados, ajenos al PRI, PAN y PRD, simple y llanamente significará el empobrecimiento de la mayoría supeditada a vivir atenida a la afiliación de programas sociales que permitan medio comer, medio vestir y medio sobrevivir, puesto que un país como el que quiere tener el Presidente sería un país de miserables a los que su gobierno y sus “peleles” gubernamentales futuros sean capaces de manipular a cambio de la caridad oficial.
Qué ópticas tan disparejas pues. Las que se empeñan en hacer ver a los electores un paraíso terrenal o un infierno en la tierra.
Unos, pues tildando la oferta presidencial como un “plan diabólico” para engañar a los crédulos con ofrecimientos de falso bienestar colectivo como los actores de la tecnocracia lo hicieron en el pasado con otros fines, propiciando la generación de riquezas mal repartidas, mientras la gente común jamás tuvo un verdadero acceso a mejores estándares de bienestar personal, lo cual no cambiará realmente al producirse un giro de 360 grados en el estilo de gobernar dando por resultado que unos cuantos igual se favorecerá en perjuicio de muchos.
Y he aquí, justamente, donde parece residir el meollo del asunto respecto a si lo que ofrece Morena es o no un camino hacia el bien común o con sus peculiaridades más bien otra patraña del poder para beneficiar a los que se apropien del control de las decisiones públicas, permitiéndoles sacar provecho para sí mismos, sin importar que los ajenos al mando oficial padezcan limitaciones y terribles carencias.
En ese contexto, algo dijo Andrés Manuel que de hacerse ciertamente favorecería a los que tienen y a los que no tienen: una justa distribución de la riqueza, aunque es obvio que para repartir hay que tener. O sea que sin riqueza no hay posibilidad real de compartirla con equidad. Y por lo mismo, los ricos tendrían que aportar sus capitales para un desarrollo económico generador de vastos beneficios que con una serie de buenos acuerdos y normas legales apropiadas permitiera una distribución equitativa y no dispareja entre ricos y pobres, entonces sí, “para el bien de todos”.
Bajo esta perspectiva, la pregunta obligada sería si al ir a votar el seis de junio, darle todo el apoyo a Morena nos permitirá dirigirnos a un lugar, si no excelente, relativamente bueno para todos o de plano creyendo ir a un punto nos estarán llevando a su opuesto. Un ejemplo: ¿Dinamarca o Venezuela?