Fallida estrategia de combate al crimen
Armando Ríos Ruiz viernes 28, May 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Desde que el presidente López Obrador dio a conocer su estrategia de combate al crimen, consistente en la “maravillosa” concepción de propinarles “abrazos, no balazos”, fue fácil suponer que este fenómeno crecería incontrolable en todo el territorio nacional, despojado de la fastidiosa persecución gubernamental.
Hace varios sexenios se hizo exactamente lo mismo. Pero no se hizo público que no habría persecución. Menos se dijo que fueran abrazados con cariño “porque también son seres humanos”. Esto sirvió para que el crimen creciera a linderos insospechados. Pero también para que se portara bien. Hoy, no hay parte del país que no esté invadido por grupos de criminales sin contar.
Hoy también se palpa, aunque no existan estadísticas, que esas agrupaciones se han multiplicado de manera escandalosa. Es obvio. No hay autoridad policíaca que se aplique a perseguirlos por esas órdenes descabelladas, emanadas desde el más alto mando, en el sentido de permitirles hacer y deshacer. Adueñarse de territorios y desdeñar a la autoridad, sobre la que se han erigido como entidades superiores.
Fue muy fácil suponer que un día, convertirían en víctimas a personas valiosas. Reconocidas así por las comunidades en las que se desenvuelven. Vistas por la sociedad como seres altruistas, que trabajan por el bienestar de sus comunidades. Que saturadas de valor se levantan para decir a los cuatro vientos, que pondrán todo su empeño en combatir a los que hacen daño, porque hoy, nadie hace nada.
Tal fue el caso de Abel Murrieta. Abogado y político. Ex diputado federal y ex procurador de Justicia de Sonora, asesinado en público por un grupo de criminales cuando realizaba trabajos de proselitismo como candidato a la alcaldía de Cajeme, su tierra natal, por el partido MC.
Nadie podría refutar al senador Dante Delgado cuando fustigó: “el momento de crispación que se vive en el país, lamentablemente es provocado por el Presidente de la República que no se ha dejado de meter en el proceso electoral, que agravia permanentemente todos los días, que se mete violando todas las normas y que además, en materia de seguridad, una vez más muestra su incompetencia”.
Fue secundado por Clemente Castañeda, coordinador nacional de MC, quien sentenció: “El asesinato de Abel no puede considerarse sino como un atentado a la democracia en Sonora. Responsabilizamos de la muerte de Abel a la gobernadora Claudia Pavlovich y al Presidente Andrés Manuel López”.
El momento de que los criminales mostraran el músculo crecido a fuerza de ejercitarlo todos los días y a todas horas, llegó. No iban a tolerar que hoy, alguien se mostrara valiente frente a quienes actúan desde las sombras, sin atreverse siquiera a dar la cara. No iban a permitir que un candidato desarmado y confiado dijera discursos molestos.
Además, es cierto que tiene la culpa quien con las palabras de aliento para esos grupos, proferidas con insistencia, ha motivado su participación criminal en cualquier ámbito y a cualquiera hora del día. Sin temor a que algún policía o algún miembro de las fuerzas armadas se atreva a combatirlos. Con todo el espacio libre hasta para exhibirse y exhibir su poderío supuestamente imbatible.
El que hoy manda ha conferido todas las ocupaciones a la milicia. Sus miembros actúan como ingenieros, como albañiles, como constructores, como funcionarios públicos en las instancias civiles. Pero no sirven para enfrentar a los que tienen sometidas a poblaciones enteras. Se supone que están entrenados para la guerra y para la defensa de México. ¿Dónde quedó esta disposición?