Militares sumisos
Armando Ríos Ruiz miércoles 26, May 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Hoy, los chairos son los únicos que no saben que un día sí y otro también, el Presidente está dedicado a acusar de servir a intereses oscuros, al neoliberalismo, a los conservadores, a quienes muestran desacuerdos con él. Viven en el limbo, con el cubrebocas en los ojos, porque creen que así se usa, además de una venda en la mente, que les impiden ver la realidad.
Debe dormir pensando en quién merecerá durante la mañanera del día siguiente, la culpa de algo. Él mismo da los motivos necesarios, con sus constantes desatinos, con sus acostumbradas mentiras, con los abundantes yerros, para que se comenten de manera burlona o para corregirlo. Ya hasta resulta raro que exprese algo congruente.
Inició un pleito contra los jueces, porque algunos han limitado sus intenciones contra natura, de llevar a cabo proyectos desastrosos que redundarían indiscutiblemente en contra de México y de los mexicanos, cuya salud intenta poner en riesgo como si se tratara de un juego.
El primero de ellos se llama Juan Pablo Gómez Fierro. Suspendió la Ley de Hidrocarburos porque “consideró que los cambios normativos otorgan una ventaja competitiva a Pemex, lo que permitirá que retome el papel monopólico que tenía hasta antes de la reforma energética”, aprobada en 2013 por el gobierno anterior. Entre otras apreciaciones.
Después de su resolución, otros juzgadores hicieron lo mismo y dieron pauta para que el mandatario iniciara una serie de descalificaciones en su contra, como sabemos de memoria que estila, a fuerza de repetir todos los días las mismas palabras, que dieron pauta para que una acuciosa investigadora afirmara que su vocabulario no sobrepasa las 86 palabras.
Pero como la idea es llevar hasta las últimas consecuencias este pleito, invitó a Rafael Ojeda Durán, secretario de Marina, a abundar en las descalificaciones, como el líder de barrio que llama a los miembros de su pandilla a participar en un pleito. Resultó sorpresiva su aparición en la conferencia acostumbrada, en donde dijo: “parece que el enemigo lo tenemos en el Poder Judicial”. Como un exabrupto.
Infinidad de mexicanos imaginaron de inmediato que lo anterior respondió a una invitación del mero patrón, para que coadyuvara con él en los calificativos que suele imaginar y expresar. No es precisamente el uso del Derecho, el que distingue a un militar. Su participación en el país es fundamentalmente distinta. Consiste en la salvaguarda de la soberanía nacional, de la seguridad y de las libertades de los mexicanos.
Obviamente, el militar se vio obligado a corresponder a un Presidente que se ha mostrado generoso con las fuerzas castrenses, a las que ha otorgado todos los quehaceres y prebendas que se le han ocurrido. Les devolvió la confianza y retiró la idea de ordenar investigaciones judiciales en su contra. Abandonó la promesa de quitarlas de las calles y en suma, las utiliza como su policía personal, después de haber desaparecido la Policía Federal para formar la Guardia Nacional con elementos uniformados del Ejército y la Armada.
El mismo presidente de la Suprema Corte, don Arturo Zaldívar, defendió la autonomía de los poderes. En este caso, el Judicial o el de los jueces que han insultado con sus veredictos las pretensiones del que ejerce el máximo mando y por ello cree que puede atropellar las leyes y las instituciones. “La función de los juzgadores −dijo−, es garantizar y defender la Constitución”, la misma que el Ejecutivo pisotea cada vez que se presenta la oportunidad.
Pero hubo más reacciones después de la sorpresiva intervención para fustigar a los jueces. José Miguel Vivanco, director ejecutivo para las Américas de la organización Human Rights Watch, expresó: “Todo un símbolo de la militarización de México y la degradación del Estado de Derecho en la Presidencia de AMLO. Muy peligroso”.