Eugenesia
Opinión miércoles 19, May 2021Filosofía Millennial
H. R. Aquino Cruz
- “Invincible”, de Robert Kirkman
Como una consecuencia natural de la sobrepoblación de contenidos avocados a los superhéroes y los diferentes ángulos desde los que sus historias logran mantenerse atractivas, vigentes y apelativas para su público, una tendencia de revisión, reflexión y reinterpretación de los lugares comunes del género brota a través de contenidos que cuestionan, con una sana dosis de realidad, qué implicaría tener estas figuras cuasi divinas en un mundo tan radicalmente falible como el nuestro. De este modo, surge Invincible de Robert Kirkman.
Veterano del mundo de los cómics, Kirkman, co-creador de The Walking Dead para Image Comics y escritor de series de historietas como Marvel Zombies y algunos arcos de X-Men y Antman, dio inicialmente este paso de reinvención y reinterpretación a través del medio impreso donde la historia de autodescubrimiento de Mark Grayson se extendió por más de 140 números entre 2003 y 2018. Ahora, el contenido se adapta como serie animada al mundo de la TV web, en específico, como parte del catálogo original de Amazon Prime Video.
Del mismo modo que otras adaptaciones similares, como The Boys, The Umbrella Academy y más contenidos, esta adaptación echa sus raíces sobre lo que funcionó en el medio de los cómics, sobre una estética sugerente, cruda y vistosa, pero, a la par, construye el propio argumento y la propia perspectiva sobre una historia que, en su centro, lidia con tres conceptos fundamentales a lo largo de su primer temporada: el legado familiar, el autoconocimiento y autodescubrimiento adolescente y la eugenesia.
El primero sitúa el argumento de esta historia en un contexto que, de suyo, es ya reflexivo pues parte de la premisa de que Mark Grayson o Invincible, protagonista del show, es el hijo de Omni-Man, el más poderoso superhéroe del mundo.
El asunto plantea un importante reto al joven de 17 años que deberá estar a la altura de lo que su padre representa para el planeta entero y, con ello, vendrá una necesaria apropiación de este legado. Apropiación que dará un sorprendente giro cuando Invincible descubra el lado oscuro de su figura paterna y cuando deba, como parte de su autoconocimiento, enfrentarlo.
El segundo conecta a Mark con una larga tradición de adolescentes-superhéroes, Spiderman, Ms. Marvel, Teen Titans, X-Men y más. Sin embargo, lo hace sobre bases actualizadas que lidian con preguntas menos triviales de las que se le suelen atribuir a la juventud. Algunas sólo se sugieren y quizá se exploren en próximas entregas del show; otras se ponen al centro de la trama. En específico, aquellas que establecen una relación conflictiva con el propio origen. En especial, aquellas ligadas al origen viltrumita de su padre y de sus propios superpoderes.
La historia de Omni-Man, al margen de los detalles que la serie irá develando, se remonta a un planeta llamado Viltrumite habitado por alienígenas de cualidades humanoides que, no obstante, están dotados por superhabilidades que les han permitido enfrentar a los mayores ejércitos del Universo sin una realmente contenciosa oposición.
En consecuencia, los viltrumitas no sólo pueden volar a través de galaxias o usar una superfuerza o ser superresistentes a diversos materiales y daños; los viltrumitas son también significativamente más longevos que los humanos. Son testigos mucho más fieles de la eternidad del Universo, sus constantes cambios y el lugar tan mínimo que, en la gran escala cósmica, tienen las cortas vidas humanas. Y ahí es donde se abre un espacio al carácter eugenético del villano de esta historia.
La eugenesia es una tendencia filosófica social que adquirió sus últimas formas como consecuencia del llamado darwinismo social. Una consecuencia nebulosa, teórica y en extremo utilitaria y pragmática de la Teoría de la Evolución que, sin embargo, se sugirió por siglos en distintos momentos de la Cosmología Grecoromana Antigua (incluso en algunos fragmentos de Platón y Aristóteles frente al orden social y/o el esclavismo), en ciertos mitos, prejuicios y juicios de la Época Medieval, en los primeros discursos sociales de la Edad Moderna y en más de un lugar del Idealismo y el Romanticismo alemanes y europeos en general.
En pocas palabras, es la falsa concepción de que existen razas genéticamente superiores a otras. Concepción sobre la que, arguyen en menor o mayor medida quienes la suscriben o suscriben alguna versión de ella, se justificaría la necesidad de deshacerse o limitar la reproducción de cualquier otra raza. Esto, en razón del fantasioso ideal de mejorar a la raza humana en su totalidad.
¿Pero qué pasaría si existiera una raza superior a la humana? ¿Defenderían entonces las “razas superiores” su propia extinción?¿Estaría justificada una razia despobladora del planeta Tierra y sus inferiores habitantes? Nuestro supervillano cree que sí pero Invincible, mitad humano, no es capaz de concebirlo.
A pesar de estar condenado a una vida eterna en comparación con la humana, el joven viltrumita, Mark, se aferra a la existencia humana. A la existencia de sus seres queridos, del mundo que conoce y que navega cada día. A la existencia del efímero pero significativo simbolismo de las relaciones humanas.
Porque, en la quizás ingenuidad o quizá razón empática de Invincible, las relaciones que tejemos con nuestro contexto (desde la familia hasta la cotidianidad) tienen un valor que excede cualquier practicidad e, incluso, cualquier utilidad fríamente objetiva. Porque el contexto nos enseña a vivir una experiencia suprabiológica, una experiencia que excede la fría materialidad natural y orgánica de la serie de sustancias, aparatos, órganos y células que nos mueven: la experiencia de ser humanos.
De equivocarnos, de redimirnos, de alcanzar metas. De justificar (si es que algo tiene que ser justificado) nuestro paso por esta existencia a los ojos de la instanciación. A los ojos de una versión de ser humano. A los ojos de un experimento personal al que llamamos nuestra propia vida. A los ojos de ser sin saber por qué o para qué estamos siendo, pero ser sólo para el hecho mismo de ser. A los ojos de la vida como un fin en sí mismo, aún en sus versiones más incomprensibles, dolorosas, retadoras, polémicas e indescifrables.
La biología no es ontología pero, en definitiva, una Ontología seria no podría desentonar con ningún conocimiento objetivo y probado que hayamos alcanzado de la realidad. Por ello la eugenesia, por tentadora y “demostrable” que pudiera sonar es, de hecho, indemostrable, sólo defendible a través de la especulación. Nunca a través de una ontología apropiada.
En el ADN, la información genética absoluta que constituye a un organismo se expresa como el llamado genotipo. Sin embargo, el hecho de que estas estructuras existan en los individuos no garantiza que las características que codifican se expresen, de facto, en un determinado ser vivo.
Ahí es donde interviene el fenotipo. La expresión del genotipo que de hecho sucede. La versión, de facto, de los individuos que surge en función de cierta información genética y del contexto, el medio, en el que se desenvuelve un organismo. La versión objetiva, actualizada y realizada de un individuo (con ciertos genotipos) puesto en un escenario dado.
Así que, a riesgo de sobreinterpretar ciertos hechos de la genética, no hay tal cosa como una genética objetiva y absoluta. Hay genéticas absolutas y hay genéticas objetivas (fenotipo). Hay individuos dotados de ciertas características por naturaleza, en la teoría, y seres humanos con cualidades potenciadas a través de oportunidades y contextos propicios, en los hechos.
Hay humanos que se estiman radicalmente distintos a los demás, insuperables (como sí parecen serlo los viltrumitas en Invincible), y hay humanos enfrentándose día a día a una realidad cambiante, adaptándose y buscando una manera de subsistir en una sociedad cada vez más hostil para el florecimiento del alma humana.
Hay teorías elaboradas que idealizan un grupo de defectos humanos bajo la idea de una raza superior y hay hechos que ostentan un mundo lleno de diversidad, de mezclas, de interracialidad y de variabilidad genética desconocida e inexplorada. Hay biología de ensoñación y biología objetiva. Hay ontologías mal hechas y la búsqueda del Ser. Hay biología y hay humanidad. Está la definición científica de la vida y está el vivir.
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