La escuela, formadora de una nueva generación
¬ Luis Ángel García miércoles 19, May 2021Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Ante el inminente regreso a las clases presenciales, el reto de autoridades y profesores no sólo es ofrecer más y mejores conocimientos con una educación de calidad, sino inculcar valores sociales y morales —éticos—, para enfrentar las nuevas normas de convivencia en una sociedad post pandemia que alentó el individualismo, la violencia, el aislamiento social, los delitos cibernéticos, las agresiones pedófilas, la depresión, la ansiedad, las adicciones y el suicidio. Se debe recuperar el humanismo, las relaciones sociales y la educación cívica.
La nueva política pública en materia educativa no sólo precisa de la enseñanza de los conocimientos científicos y la aplicación de las nuevas tecnologías de la información al servicio del hombre, sino educar para la formación integral de los alumnos, propiciar su desarrollo pedagógico saludable, humanista, cultural y cívico que redunde en un mejor nivel de vida y amalgame una nueva generación de mexicanos.
El primer problema al que se enfrenta este reto es la reticencia del régimen a participar en la prueba PISA, ¿cómo vamos a medir la calidad de la educación en México si no se quiere comparar metodológicamente con la realidad en otros países? Aquí no cabe la salida fácil de “yo tengo otros datos” ni es válido querer imponer nuevas variables o indicadores caseros para fomentar la autocomplacencia y hacernos creer que la enseñanza que reciben los educandos es de calidad. Recordemos que para la OCDE estamos reprobados -no alcanzamos ni el estándar mínimo- en lectura, matemáticas y ciencia. La tentación de la actual administración es imponer nuevas mediciones como ya lo hacen con las estadísticas sobre crecimiento y desarrollo, donde pretenden cambiarlas por ítems sobre bienestar. Al inicio de este gobierno desaparecieron el Instituto Nacional de Evaluación Educativa para crear un organismo a modo que simule esa verificación.
Próximos a la reapertura de los planteles educativos, habrá otro obstáculo, el mantenimiento de dichas edificaciones después de 14 meses de abandono. Si en tiempos de normalidad había una desatención y falta de infraestructura y materiales pedagógicos, ¿cómo resolver en un mes la problemática de las casi doscientas mil escuelas públicas del país? No sólo es la limpieza, la pintura, el mantenimiento de pupitres, baños, áreas deportivas y talleres, sino reconexión de teléfonos, internet, luz y agua. Poco se sabe de cursos de capacitación y actualización de profesores para adecuarse a la nueva normalidad.
Pero no sólo es la parte académica, también deben recuperarse los espacios públicos que permitan fomentar las prácticas deportivas que alejen a los escolapios de las adicciones y crearles el hábito de la cultura física. La nueva formación ética debe crear o rescatar valores sociales y cívicos como la pluralidad, la tolerancia, el respeto a los compañeros y mentores, la solidaridad, la convivencia en comunidad y hacer válido el principio de autoridad, tarea esencial para lograr la paz y tranquilidad social.
La escuela también tiene que ser una institución que prevenga y frene las distintas formas de la violencia, sobre todo la intrafamiliar y la que se ejerce contra las mujeres. Sólo con niños y jóvenes menos agresivos, menos disfuncionales podemos evitar el bullying, las prácticas tribales, la discriminación, el acoso, la violencia física, los delitos sexuales y el feminicidio, ilícito de alto impacto que victimiza al sector más vulnerable.
El reto es contar con nuevas políticas públicas educativas que incorporen a los estudiantes al aparato productivo en mejores condiciones competitivas, pero con una preparación humanista y más ética, donde se sacrifique el individualismo y el materialismo para ponderar la sociabilidad y la convivencia armónica entre iguales.