Salinas no quiere sólo la exoneración
Roberto Vizcaíno lunes 18, Abr 2011Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
El documento, aparecido el 16 de abril de 2010 en la Gaceta de la Cámara alta y firmado por senadores del PRI, PAN, PRD, PVEM, PT y Convergencia, pasó inadvertido para las mayorías nacionales, quienes siguen pensando que Salinas es el peor presidente que haya habido nunca en el país y el causante de todos los males de la nación, cualesquiera que éstos sean, mientras que Zedillo vive y se pasea tranquilamente en ciudades de Estados Unidos, contratado por empresas que fueron beneficiadas durante su régimen
De que Carlos Salinas es el villano favorito de los mexicanos, ni duda cabe. Como tampoco lo es que esa imagen se la creó Ernesto Zedillo.
Por eso, es que Salinas busca desde hace 16 años explicarle su verdad a los mexicanos y al mundo… y que le crean.
En su contra actúan en primer lugar las historias familiares:
– La de su hermano incómodo Raúl, a quien si bien no se le pudo comprobar el asesinato de su cuñado, José Francisco Ruiz Massieu, terminó confesando una cauda de corruptelas al amparo del poder que marcaron a toda la familia.
– La de su hermana Adriana, quien quedó expuesta como un ser manipulador, frío, igualmente inmersa en cuestiones inconfesables.
– Y la de otro hermano: Enrique, asesinado en medio de un ambiente de dudas y dineros sin origen comprobable.
Están también, sin duda, las acciones derivadas de un gobierno que reorientó esquemas ideológicos enraizados en la sociedad: el reconocimiento de las iglesias, el fin de la propiedad ejidal, la apertura del liberalismo por sobre el Estado social, la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la venta de las paraestatales, entre ellas Telmex y, en síntesis la integración de una nueva oligarquía mexicana.
Todo eso afectó innumerables intereses.
Salinas surgió Presidente en medio de la ruptura de su partido, el PRI y consecuentemente de unas elecciones muy conflictivas. Logró sin embargo, restablecer pactos y construir una gobernabilidad suficiente que le permitió realizar no sólo todo lo antes señalado, sino sortear el asesinato de su delfín, Luis Donaldo Colosio y de su cuñado José Francisco Ruiz Massieu, entonces secretario general del PRI y líder de la mayoría priísta en la Cámara de Diputados.
Su error -ese que seguramente lamenta todos los días-, fue no prevenir la posible anulación o desaparición de su candidato. El viejo régimen presidencial priísta consideraba que, aparejado al lanzamiento del candidato presidencial, se colocaba a su posible sustituto en un cargo de partido. Eso no lo hizo Salinas. Y no tuvo reemplazo.
A la desaparición de Colosio intentó promover a su secretario de Hacienda, Pedro Aspe, pero no se lo permitieron. Y tuvo que optar por el único que estaba en condiciones constitucionales de ser el sustituto: Ernesto Zedillo, un personaje con innumerables problemas profundos de personalidad.
Sin el menor sentido de lealtad, Zedillo se revirtió contra Salinas. Enterado que su antecesor había intentado colocar a Aspe en la candidatura presidencial priísta, y luego dejarlo en Hacienda por unos meses más, Zedillo llegó y cambió a la mayoría de los funcionarios de esa secretaría. Así se fueron en diciembre de 1994 quienes habían operado las devaluaciones a lo largo de aquella administración.
El resultado fue el llamado “error de diciembre”, a decir de “la crisis de liquidez y solvencia” más grave registrada en México desde la Revolución.
Este error y sus consecuencias fueron cargadas íntegramente por Zedillo a su antecesor. Eso es el eje del desprestigio que le duele a Salinas y del cual busca su exoneración pública.
De ahí, prácticamente todos sus artículos, entrevistas, libros más recientes.
Los primeros, aparecidos a fines del gobierno de Zedillo e inicios del de Fox, causaron conmoción. Los más recientes ya ni siquiera merecen respuesta, a pesar de que éstos agregan análisis, conclusiones y detalles de premios Nobel y de comisiones legislativas.
El 12 de este mes apareció en “Milenio” y bajo su propia firma el artículo “El efecto tequila 15 años después”.
En ese escrito Salinas describe con extrema pulcritud y precisión, cómo una comisión pluripartidista del Senado de la República llegó a la conclusión de que el culpable del “error de diciembre” de 1994 fue Ernesto Zedillo.
El documento aparecido el 16 de abril de 2010 en la Gaceta de la Cámara alta y firmado por senadores del PRI, PAN, PRD, PVEM, PT y Convergencia es en si mismo la exoneración oficial de Carlos Salinas y la inculpación de Zedillo respecto del “error de diciembre”. Pero eso pasó inadvertido para las mayorías nacionales, quienes siguen pensando que Salinas es el peor presidente que haya habido nunca en el país y el causante de todos los males de la nación, cualesquiera que éstos sean, mientras que Zedillo vive y se pasea tranquilamente en ciudades de Estados Unidos, contratado por empresas que fueron beneficiadas durante su régimen.
¡ÉNTRENLE… COBARDES!: Atinado como ha demostrado ser, el ex priísta y aspirante ahora a la postulación presidencial panista, el secretario del Trabajo, Javier Lozano, aprovechó un encuentro con jóvenes blanquiazules en Aguascalientes para arengar a la militancia y dirigencia del PAN a no ser cobardes, a no dejarse intimidar por las preferencias electorales que advierten que va a ganar el PRI, y a entrarle.
Sin embargo, Lozano reveló que hay quienes en el PAN “ya están en la lógica de la entrega-recepción, y hay algunos (panistas) cínicos que ya hasta andan queriendo quedar bien con aquellos (con los priístas).
A esos les dijo: “No sean cobardes, hombre, ¡esto lo vamos a ganar!”.
Aceptó que hay quienes asumen “que si las elecciones fueran hoy, Enrique Peña Nieto ganaría, como con 70 por ciento…
“¡Ajá!, nada más que las elecciones no son hoy… pequeño detalle. Si mi abuelita tuviera torreta sería ambulancia; no son hoy las elecciones, no tengan miedo.
“¿Y saben por qué vamos a ganar?, primero, porque tenemos las mejores propuestas; segundo, porque tenemos los mejores resultados, y tercero, porque somos mejores para el debate, nada más.
“Y dejen que nos suelten las manos a aquellos que dicen que la caballada está flaca, y que si no pintamos. Ya no van a ver la hora de volvernos a amarrar las manos y encerrar, ya no van a ver esa hora. No se la van a acabar, pero lo más importante es que nosotros mismos estemos convencidos de que sí se puede y de que sí se debe ganar en 2012” , indicó.
A su vez, desde Washington, Ernesto Cordero, titular de Hacienda, se sumó a Lozano, al indicar que la intención del voto irá acortándose entre PAN y PRI conforme se acerque la elección presidencial de julio de 2012.
Dijo estar aburrido con “la cantaleta de que si nos llevan como 40 puntos de ventaja, que no hay nada más que hacer, que más vale que vayamos cerrando el escritorio y apagando la luz. Creo que eso no es así, ni va a ser así, las encuestas, la intención del voto del electorado va a ir convergiendo poco a poco.
“Esta gran ventaja que tiene en este momento (el PRI y Enrique Peña Nieto) no quiere decir que sea ficticia, simple y sencillamente no refleja lo que va a ser la verdadera intención del voto del ciudadano mexicano a la hora de tomar una decisión crucial y relevante como es el año 2012” , afirmó.
Cordero recordó que el PAN cuenta con un voto duro que podría sumar hoy el 33 por ciento, una ventaja que coloca a los blanquiazules en una posición adelantada respecto de otros años.
Luego entonces, lo que habrá que hacer es, dijo, “recuperar la mística, no dejarnos intimidar, construir un proyecto, construir una estrategia, donde todos jalemos juntos y defendamos los años de gobierno que han sido muy buenos”.
Nada más.