Populismo y corrupción
Freddy Sánchez martes 11, May 2021Precios y desprecios
Freddy Sánchez
El Metro: es una obra maestra, la más importante y más cercana a la gente, en materia de transportación colectiva en la Ciudad de México.
En eso se convirtió, viene funcionando desde hace muchos años y a pesar de sus mermas y deterioros (sin importar cuantas negligencias, torpezas y deshonestidades se hayan dado en la historia de este medio de transporte), su alto valor social no se ha perdido ni debe perderse jamás.
Ahora sí que: “por el bien de todos” (más allá de la retórica electoral o un buen deseo) es imperativo rescatar al Metro de la decadencia en la que pudo haber caído por las inadecuadas tareas de administración y operación en su manejo, especialmente en una cuestión fundamental.
Aquello que, obviamente, se relaciona con los servicios preventivos, correctivos y predictivos que requiere un desempeño de alta eficiencia y eficacia para no descuidar el correcto funcionamiento de lo que es y tiene que seguir siendo el transporte popular por excelencia en la Ciudad de México.
Es de mencionar al respecto que dos grandes obras: los ejes viales, (construidos en tiempos de López Portillo y Hank González) y los puentes vehiculares edificados durante los gobiernos de Andrés Manuel y Marcelo Ebrard en la Ciudad de México constituyeron por igual grandes aportes a la movilidad colectiva, aunque privilegiando el tránsito de los autos y una parte del trasporte colectivo terrestre, pero lejos de ser el gran apoyo a la transportación masiva de pasajeros en medios más fluidos, seguros y limpios, tal como lo es el Servicio de Transporte Colectivo Metro, que además dispone de una mayor capacidad simultánea para el traslado de personas.
Y justamente por esa razón, quienes a lo largo de los últimos veinte años en la Ciudad de México se hicieron cargo de la operación de este medio de transporte (el perredismo casi todo el tiempo y Morena en el curso de la actual administración), son los obligados a dar la cara ante la sociedad con la idea de demostrar que en realidad cumplieron a cabalidad sus responsabilidad de cuidar, mejorar y expandir los servicios, mediante las acciones apropiadas de conservación y desarrollo de los trenes y la infraestructura operativa disponible.
De modo que, tras la tragedia recién ocurrida, dos puntos deben quedar perfectamente aclarados: lo relativo a las fallas estructurales y los subsecuentes manejos institucionales para la óptima conservación de vehículos de servicio y las redes de transportación.
Una primera cuestión a esclarecer, obviamente, es si la línea 12 se construyó o no con fallas estructurales y qué fue exactamente lo que se hizo para corregirlas, aparte de si esto se realizó acorde a un proyecto reconstructivo bien planificado y aprobado por expertos certificados y no fue esa clase de “bomberazos” al estilo de “como salga”, únicamente para “salir del paso” y poner en operación los servicios, careciéndose de certeza de estar haciendo lo correcto.
Quiénes, pues, en los tiempos de la construcción de la Línea 12, pudieron haber incurrido en ligerezas con visos de negligencia criminal (si fue el caso) y qué y quiénes se hicieron cargo de reparar las deficiencias, además lógicamente de darse a conocer cuáles fueron las acciones adoptadas en las distintas direcciones administrativas del Metro en relación con aquellos momentos críticos y, por supuesto, lo referente a los protocolos de mantenimiento a lo largo de los últimos veinte años.
En ese sentido, resulta de fundamental importancia que el peritaje que se está realizando sobre los trágicos sucesos en el Metro, abra la puerta a la más amplia y veraz evaluación de la operación, construcción y conservación del Sistema de Transporte Colectivo en los tiempos de Marcelo Ebrard, Miguel Ángel Mancera y Claudia Sheinbaum.
Porque lo que se tiene que poner en claro es si las fallas en el Metro, obedecen a una inadecuada estrategia de financiamiento y prevención de riesgos, a falta de recursos financieros por no elevar las tarifas o actos de ineptitud o negligencia, producto de conductas de populismo y corrupción.