Línea 12, una tragedia sin fin
¬ Luis Ángel García viernes 7, May 2021Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Es una obra maldita. La “Línea Dorada” del Metro está destinada al fracaso como sistema de transporte colectivo, es un monumento a la corrupción, a la negligencia, a la ineficacia, a lo fatuo, es el culto a la egolatría que ha costado muchas vidas y miles de millones de pesos del dinero público para edificar un elefante blanco. La irresponsabilidad de altos servidores públicos debiera pagarse con cárcel, pero como se acostumbra en la justicia mexicana, irán sobre contratistas de medio pelo.
A los muchos eventos trágicos que se registraron en el Metro en los últimos meses, se sumó la muerte de 25 personas por el desplome de un tramo elevado de la llamada “Línea Dorada” que en realidad resultó de oropel. Proyecto que se concursó e inició en 2008 y que fue, como todas las obras sexenales, entregada precipitadamente a finales de 2012, aunque entró en operación al año siguiente. Pocos meses después, la nueva administración capitalina cerró temporalmente el servicio, luego de un grave desperfecto en las vías, lo que provocó sanciones económicas y la reparación del daño para las constructoras, así como el autoexilio, ese sí dorado, del ex jefe de Gobierno. A pesar de las reparaciones, la Línea 12 nunca funcionó en su totalidad, al subuso del servicio, que, aunque con dificultades, traslada a millones de capitalinos diariamente, se sumó el deterioro de la infraestructura por falta de mantenimiento, como ha sucedido con los otros eventos, incluido el incendio en el centro de control en la calle de Delicias y que provocó el fallecimiento de una policía.
Las autoridades dicen que sí dan mantenimiento diario a las instalaciones y convoyes, pero la terca realidad las contradice.
Cuando se formó el socavón en el Paso Exprés de la autopista México-Acapulco, donde perdieron la vida dos personas, los gritos de quienes ahora están en el poder exigían renuncias y cárcel para los funcionarios de la SCT, así como para los dueños de las constructoras. Ahora que se presentó esta tragedia, no parece que lleven mucha prisa para sancionar a los directivos o ex servidores involucrados en este hecho criminal. Seguramente los peritajes los exonerarán y sancionarán a empleados menores y a las constructoras, a pesar de que es evidente que el desplome lo ocasionó la falta de mantenimiento preventivo. Se saben cubrir entre ellos, siempre aparecen como impolutos, pero ahora no pueden echarles la culpa a los neoliberales o conservadores, responsabilizarán al destino, a la mala suerte, porque poco les importa haber segado la vida de, hasta ahora, 25 personas y frustrado los anhelos, ilusiones y proyectos de las personas que quedarán lisiadas por esta negligencia gubernamental.
Fueron muy buenos en su momento para mandar al cadalso mediático a servidores públicos por las tragedias de la guardería ABC y del Paso Exprés, pero son muy omisos y reacios para asumir su responsabilidad en el fatídico accidente en Tláhuac.
En el “cuarto de guerra” de las autoridades capitalinas y federales se estarán diseñando las estrategias de control de daños para no verse afectados en las elecciones del 6 de junio, pero no dedicarán un segundo a ver la reparación del daño de las víctimas ni buscarán que la justicia castigue a los funcionarios corruptos que permitieron esta felonía. A la dueña del Colegio Rébsamen le quieren imponer una sentencia de más de 50 años, cuántos merecen los responsables de esta obra maldita.