Las encuestas dañan la credibilidad pública
¬ Luis Ángel García miércoles 5, May 2021Por la Derecha..!
Luis Ángel García
A treinta días de que se realicen los comicios más grandes en la historia del país, donde estarán en disputa más de 21 mil cargos de elección popular, con un padrón de 93.5 millones de votantes, bombardeados por 55 millones de spots de radio y televisión, los ciudadanos todavía se ven atormentados por una marabunta de encuestas que lejos de servir como parámetro para medir preferencias, confunden al posible elector.
Los sondeos de opinión -que puso en boga la agencia Gallup en los setenta- se han atomizado y comercializado tanto que dejaron de ser un referente creíble para conocer la intención real del voto.
Durante las elecciones de 2020, la mayoría de las casas encuestadoras no daban el triunfo a Vicente Fox, salvo María de las Heras, quien fue la única que predijo con exactitud el triunfo del panista. Desde entonces, las empresas de sondeo de opinión han tenido un descrédito importante, al que han contribuido ellas mismas desde que descubrieron que se pueden hacer encuestas a la medida, predicciones favorables al mejor postor.
Todos los medios de comunicación y diversas plataformas cuentan con departamentos que hacen sus proyecciones o contratan a diversas agencias de marketing político para publicar sus resultados. El rango de diferencia es abismal, la numeralia tiene distintas interpretaciones.
¿Será difícil penetrar en la psique del mexicano, las preferencias son tan obvias que ya es un triunfo cantado, la realidad social no influye en la decisión a la hora de ir a las urnas? La respuesta la tendremos la mañana del 7 de junio. Dicen, y con razón, que la única encuesta válida es la del día de la elección.
Mientras tanto, la difusión de “n” número de sondeos sólo distraen y confunden al elector. Las encuestas ahora despiertan la sospecha o desconfianza de los encuestados, por ello, en muchos de los ejercicios estadísticos es muy alto el índice de indecisos o que se niegan a revelar su preferencia. La gente está fastidiada de ser interrogada por tal o cual despacho de publicidad o ser objeto de focus group. Por ello, será muy alto el rango de error con la prueba del 6 de junio.
El embate de la infodemia y de las fake news también ha desalentado la participación de la gente no sólo en los ejercicios demoscópicos, sino en la jornada misma de los comicios. Han sido tantos los candidatos, los partidos participantes, los millones de promocionales, las medianas o mal presentadas propuestas sin plan de gobierno, las insufribles campañas basadas en el encono, el divisionismo, el desprestigio de los otros, la propaganda negra que se utiliza para denostar al rival a falta de argumentos que el ciudadano no se siente atraído para ir a votar.
Más allá de las encuestas que se presentan a diario, el gran reto es vencer el abstencionismo, la gente tiene que salir a votar en conciencia, sin prejuiciarse por los resultados que vaticinen las encuestas. Es importante el sufragio del ciudadano de la calle, recordemos que históricamente nos gobiernan minorías, es decir, el abstencionismo es mayor al número de sufragios que logra el ganador, El mismo Presidente no pudo vencer al fantasma de la ausencia de sufragantes en las casillas, los cuales representaron casi un 38 por ciento del padrón en 2018. De tal suerte que el triunfador sólo representa a menos de un tercio del electorado. En las elecciones de 1994, las más copiosas, el abstencionismo fue del 23 por ciento.
Más allá de las encuestas que marquen algún ganador, o si el partido en el poder conserva la mayoría en el Congreso, es importante que los ciudadanos vayan confiados a depositar su voto, con la certeza de que el árbitro electoral es verdaderamente imparcial. Lo único claro a treinta días de los comicios, es que contamos con una institución garante de la democracia que organiza elecciones limpias y transparentes, donde se respetará el triunfo de quien realmente tenga más votos. El INE no permitirá ningún fraude, a pesar de las arengas que hacen a priori los hombres en el poder. ¡Atrapen al ladrón! gritan quienes serían los beneficiarios de inexistentes fraudes.