Comercio electoral
Freddy Sánchez martes 4, May 2021Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Si el nombre de Dios se ha utilizado para mentir, que no se incurra en idéntica osadía invocando la voluntad del pueblo para justificar una acción, queriendo engañar a la gente, haya o no intenciones de actuar con maldad.
Algo como eso habría que hacer ver a los políticos que en la actualidad, igual que otros anteriormente lo hicieron, suelen echar por delante “al pueblo”, en su afán de justificar sus acciones y fustigar a sus adversarios en relación lo que les resulta deseado o indeseable.
Tal pareciera que hablar a nombre del “pueblo”, les diera mayor autoridad y derecho de imponer su voluntad incluso en aquellas situaciones en las que resulta imposible admitir que les asiste la razón.
“El pueblo manda y así lo quiere” (dicen a voz en cuello), festejando su proceder al tiempo de descalificar a sus críticos, auto proclamándose como depositarios de la voluntad popular.
Lo cual antes de hacerlo algunos funcionarios y legisladores (en especial actualmente de Morena), en otros tiempos lo hicieron sus antecesores en posiciones similares de poder, justamente, suponiendo que los resultados electorales, les dieron un don de mando superior y con ello la opción de recomponer las estructuras judiciales y electorales, haciéndolas maleables y dóciles atendiendo la lógica de complacer al que manda en las alturas.
De modo que como lo dijera el Presidente López Obrador, (antes de la presente administración), un sinfín de estructuras burocráticas en el orden social y de justicia, pudieron crearse no precisamente para atender necesidades de la gente, sino más bien para favorecer a los grandes influyentes.
Cada acción, naturalmente, usando el nombre del “pueblo” como mandante y a la vez beneficiario de los cambios institucionales realizados en varias décadas con la creación de organismos autónomos, que en la creencia institucional de la 4T, funcionaron básicamente como “cuevas de ladrones”.
Así que, al haber llegado a la administración pública una nueva manera de ver y querer hacer las cosas, lo menos que se pretende es eliminar lo que estorbe a los propósitos de cambio.
En ese sentido, los personajes de alto relieve en el mando gubernamental, cuanto tienen encomendado desestructurar y volver a estructurar suelen justificarlo diciendo que: “el pueblo ya lo decidió y así lo quiere”.
Es el pueblo entonces (según su dicho), el que manda y al que hay que obedecer, sin importar las normas que deban eludirse, saltarse o ignorarse.
Una mentalidad que, naturalmente, no comparten distintos personajes del propio gobierno en turno, abanderados de la oposición, dirigentes de distintas organizaciones civiles e intelectuales varios, que suelen invitar a los que se dicen “oyentes y depositarios de la voluntad del pueblo”, a que no exageren.
Y es que los que están en cargos de poder, llegaron ahí, no por la voluntad de todo el pueblo, sino por la decisión de una mayoría electoral, que solamente es una parte del pueblo, y que además no tuvo el respaldo de los que querían votar sin poder hacerlo por no tener la edad para ello; los que al votar expresaron preferencias distintas, quienes iban a votar y finalmente no lo hicieron, y los que habiendo votado por Morena, se desconoce si en las siguientes elecciones favorecerán o no a los candidatos del partido gobernante.
Así las cosas, los cambios que la presente administración se propone hacer, necesariamente, deberán estar avalados por la mayoría electoral en las próximas elecciones, lo que deberá entenderse como deseable si el partido del Presidente, supera con creses a sus oponentes electorales en la representación popular en general, pero específicamente, en la Cámara de Diputados.
Aunque, en tal caso será menester tomar las precauciones debidas para no cortar del aparato burocrático nacional, aquellas áreas de atención a lo social y la justicia que se puedan mejorar en beneficio de la gente. Es preciso reconocer en las elecciones una justa medida para decidir qué hacer y qué no, en vez de que se usen como un insano comercio electoral.