Guerrero perdió la brújula
Armando Ríos Ruiz viernes 30, Abr 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
El estado de Guerrero no iba tan pePero de pronto perdió la brújula. Incidieron muchos elementos destructores que no confieren ninguna importancia a la calidad en alto grado de los hombres que han pretendido dirigir su destino. Los que se mueven sólo de acuerdo con sus intereses, más económicos que políticos y que imponen su voluntad con la fuerza y con el miedo.
No iba tan mal, cuando tuvo hombres destacados intelectualmente, que brillaban por su interés desmedido por la cultura y por el progreso. Desgraciadamente despegados del deseo de intervenir en su vida pública y circunscritos más que nada, en el quehacer de auto cultivo.
Históricamente, Guerrero ha ocupado lugares preponderantes. Cuna de Cuauhtémoc, el Joven Abuelo. A la guerra de Independencia aportó hombres valiosos que sumaron su esfuerzo para acabar con una dominación de 300 años impuesta por el conquistador español. La campaña emancipadora se extendió al estado suriano y se nutrió con hombres como Hermenegildo Galeana, Vicente Guerrero, Valerio Trujano, Leonardo y Nicolás Bravo y muchos otros.
A la Guerra de Reforma y a la Revolución, también hizo su aportación, con interés por encauzar de manera ejemplar, el destino que en la primera, los grupos conservadores quisieron imponer en contra de la población y en la segunda, coadyuvando en contra de un dictador dispuesto a heredar el poder, pero obligado a dimitir para dar paso a un país nuevo.
En El Laberinto de la Soledad, Octavio Paz dice que durante los momentos de la Revolución, no todos los jóvenes empuñaron el fusil. Más tuvieron oportunidad de luchar desde una trinchera diferente: desde la academia. Con ideas transformadas en balas, engendradas por los libros en mentes ocupadas en avizorar los horizontes más anchos y progresistas de un México diferente.
Provenientes de la generación de 1915, varios fueron reconocidos, igual que en la Antigua Grecia, como Los Siete Sabios de México. El historiador Enrique Krauze habló de la necesidad de recordarlos a 100 años de distancia. “Su intelecto no se quedó en el terreno de las ideas: fue llevado a la práctica siempre con una visión humanística, misma que les fue heredada por el Ateneo de la Juventud, grupo surgido durante el Porfiriato e integrado por pensadores como Antonio Caso, Justo Sierra y Pedro Henríquez Ureña”.
A ese honorable grupo perteneció Alberto Vásquez del Mercado, nacido en Chilpancingo en 1893. Fue un crítico eminente. Literario, escritor, docente, juez, magistrado y abogado. Estudió primaria y secundaria en la capital de Guerrero. En México estudió la preparatoria, en donde conoció a intelectuales como Antonio Castro Leal, Manuel Toussaint y Teófilo Olea y Leyva, quienes se convertirían en compañeros políticos y amigos. Esta es una gloria hoy olvidada.
Pero hombres valiosos aún están allí. Seguramente interrumpido su sueño de llevar a la entidad a linderos de progreso, porque las circunstancias políticas que hoy vive el país entero se interponen como dique insalvable, para imponer una voluntad a la que poco importa la trascendencia de México, sino adueñarse del país con propósitos autocráticos. Personalistas.
Lo peor de todo, se dice mediante encuestas, es que los propios moradores del estado están de acuerdo con lo que ocurre. Con mentalidades obnubiladas por la esperanza de obtener un cargo, no para utilizarlo en bien de la comunidad, sino en el propio. Esto es producto de una antigua costumbre que se hizo ley.
Hoy, hombres muy destacados, tanto en el ámbito de la política como en el de las letras, están olvidados.
Florencio Salazar Adame es uno de ellos. Rebasa con creces a cualquiera de los que pretenden dirigir el destino de Guerrero. Pero muchos dicen, su tiempo ya pasó. Cuando también admiten que quien dirige al país entero está en pleno uso de sus facultades. Así son las contradicciones.