Necesaria atención a migrantes
¬ Augusto Corro viernes 23, Abr 2021Punto por punto
Augusto Corro
La población latinoamericana se encuentra atada a la pobreza y violencia en sus países. Estas condiciones sociales obligan a la gente a emigrar: abandonan sus lugares de origen para buscar mejores condiciones de vida en otros sitios. Se embarcan en aventuras llenas de peligro. En miles de casos, los migrantes son acompañados por toda la familia, incluidos los niños que son los más afectados en esas incursiones.
La pobreza, en algunos casos extrema, es una de las principales causas que obligan a los habitantes de varias regiones a desplazarse a otros sitios en busca de empleo. En Honduras, El Salvador, Guatemala y México enfrentan el problema migratorio porque la gente no tiene recursos y no parece que los gobiernos de esos países cuenten con los medios para resolver el problema.
México, uno de los países más afectados por la pobreza y el flujo migratorio, planteó la ampliación del programa Sembrando Vida para Centroamérica. Se sembrarían árboles frutales y de madera fina para dar empleo y ganancias económicas a los campesinos. El programa planteado por el gobierno mexicano es bueno, pero lento e insuficiente. No se podría resolver el otro problema, el de la violencia, que agobia a millones de centroamericanos y mexicanos.
El proyecto Sembrando Vida iría directamente a las zonas rurales únicamente. ¿Y la gente de las ciudades? Por ahora no hay ninguna idea para mejorar sus condiciones de vida. Y es precisamente en esas zonas donde la delincuencia tiene su campo de acción, donde la extorsión, los secuestros y los asesinatos cada día se multiplican ante la impotencia de las autoridades para brindar seguridad a la población.
En los países mencionados las bandas de pandilleros, del narcotráfico, etc., desde hace varios años tienen en jaque a sus habitantes. Se trata de organizaciones del crimen organizado que también participan en el coyotaje y en el traslado ilegal de migrantes por rutas peligrosas, en las que son secuestrados, asesinados o incinerados como ocurrió recientemente a 19 guatemaltecos que fueron secuestrados por una banda criminal, incluidos policías municipales.
Ante la pobreza y la ola de violencia, los hondureños, salvadoreños, guatemaltecos y mexicanos no tienen otra opción que la de emigrar a Estados Unidos. En México millones de mexicanos saben muy bien que sólo en el vecino país del norte es donde pueden resolver sus problemas económicos sin importarles el trabajo que desempeñen. Tiempo atrás, los campesinos mexicanos abandonaron sus tierras porque no obtenían lo necesario para enfrentar la pobreza.
En el presente, en nuestro país los problemas se complicaron para la gente del campo, porque es obligada a sumarse al narcotráfico que en caso de no hacerlo, disponerse a luchar contra los criminales. Los amenazados prefieren abandonar sus casas y tierras y sumarse a la corriente migratoria para llegar a Estados Unidos.
Las medidas para evitar la migración legal e ilegal son suaves con discursos próximos a la demagogia. Claro que ese problema social no se resolverá de la noche a la mañana, pero ahora no se contempla la aplicación de proyectos que anuncien soluciones. Dedicar más vigilantes a las fronteras para que eviten el paso de indocumentados no ayudará mucho. Las zonas fronterizas son muy amplias y no en todas partes de la frontera hay policías que frenen a las caravanas de indocumentados.
Cabe señalar que la migración no es exclusiva de América; en otras regiones del mundo la situación es más difícil; sin embargo, no se ve una actitud enérgica, decidida, para proteger a las personas que golpeadas por la pobreza y la violencia intentan alcanzar mejores condiciones de vida. Las historias de injusticia contra los indocumentados continuarán, sin remedio alguno, ¿Usted qué opina amable lector?