¡Zapata cabalga siempre!
¬ Mauro Benites G. martes 13, Abr 2021Municiones
Mauro Benites G.
De todas las figuras héroes de nuestra historia sobresalen, por su atractivo, la de Benito Juarez y la de Emiliano Zapata, éste, sin lugar a dudas, con su extraordinaria personalidad charra auténtica y mexicanísima. Toda su vida tuvo la atractiva rebeldía contra el poderoso y su “Plan de Ayala” es sin duda la razón y el objetivo de la Revolución Mexicana. Su fin tuvo que ser trágico producto de una traición porque sólo así podrían terminar con su vida. Su lema “Tierra y Libertad” no lo dejó tener paz, sino hasta que terminaron con su vida. Alrededor de las ocho y media de la mañana Zapata y sus hombres bajaron de la montaña camino a Chinameca, era el 10 de abril de 1919 por cierto un domingo “fuera de la hacienda, (nos comenta el escritor John Womack) apoyadas contra sus muros delanteros, había varias tiendas y en una de ellas conversaron Zapata y Guajardo. Dentro de los muros, la escolta de Zapata descansaba. Pero la conversación, a propósito de municiones y ataque, no tardó en verse interrumpida por informes de que andaban “nacionales” por allí. Zapata, ordenó rápidamente a Guajardo que defendiese la hacienda y luego organizó patrullas con sus propios hombres y los mandó a reconocer el terreno. Él mismo se puso al frente de una patrulla. Aunque no había señales del enemigo, Zapata puso centinelas y regresó a los alrededores de la hacienda.
Era la una y media de la tarde de ese 10 de abril. Sólo las tropas de Guajardo se encontraban ahora dentro de los muros, con excepción del asistente Palacios, que estaba hablando con Guajardo para recoger unos doce mil cartuchos de su depósito de municiones. Zapata esperó. Guajardo lo invitó a comer y cerrar el trato, pero Zapata prefirió seguir aguardando. Mas cuando los oficiales de Guajardo le repitieron varias veces la invitación, no le pareció mala idea tomarse unos tacos y una cerveza. Habían empezado temprano el día y había cabalgado mucho. Hacia las dos de la tarde, Zapata comenzó a impacientarse; finalmente, a las dos y diez minutos aceptó, Montando en el alazán que Guajardo le había dado el día anterior, ordenó que diez hombres lo acompañasen hasta las puertas de la hacienda. “Lo seguimos diez, tal y como él lo ordenara, le contó un joven asistente, que había presenciado los hechos, a Magaña, esa misma noche quedando el resto de la gente, muy confiada, sombreándose debajo de los árboles y con las carabinas enfundadas. La guardia formada, parecía preparada a hacerle los honores. El clarín tocó tres veces llamada de honor, al apagarse la última nota, al llegar el general Zapata al dintel de la puerta… a quemarropa, sin dar tiempo para empuñar ni las pistolas, los soldados, que presentaban armas, descargaron dos veces sus fusiles y nuestro inolvidable general Emiliano Zapata cayó destrozado por las balas. …la sorpresa fue terrible. Los soldados del traidor Guajardo, preparados… en todas partes (cerca de mil hombres) descargaban sus fusiles sobre nosotros. La resistencia fue inútil: de un lado, éramos un puñado de hombres consternados por la pérdida del jefe, y del otro, un millar de enemigos que aprovechaban nuestro natural desconcierto para batirnos encarnizadamente… Así fue la tragedia”. FUE ENTONCES CUANDO EMILIANO ZAPATA SE LEVANTÓ PARA SIEMPRE Y VIVE EN LOS CORAZONES DE LOS MEXICANOS.