Impunidad
Ramón Zurita Sahagún miércoles 13, Abr 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
El juego con mayor número de adeptos en México se denomina impunidad, es el que más se practica, sin importar los participantes, ya que se puede tratar de autoridades, políticos, delincuentes, sindicalistas o simples ciudadanos.
Los usos y abusos de la impunidad son sumamente frecuentes y por lo reiterativo de ello, pasan inadvertidos las más de las veces.
Alzamos la voz y exigimos justicia cuando nos vemos afectados o cuando los actores son atrapados en plena transgresión, pero callamos o huimos en otras circunstancias.
Nos escandalizamos cuando vemos que los miembros del Sindicato Mexicano de Electricistas queman cuatro vehículos, agreden a ciudadanos y autoridades, cierran la circulación vehicular, impiden el paso de los transeúntes y no sucede nada.
Pero eso mismo que ocurrió el lunes 11 de abril, sucedió con anterioridad y fueron los mismos miembros del SME los que agredieron a trabajadores de la CFE, en alguna ocasión, y a ciudadanos, en otras.
Cuando menos en cuatro o cinco ocasiones, los trabajadores del sindicato que encabeza Martín Esparza han violentado sus protestas, ante el silencio de las autoridades de la ciudad de México, que impávidos ven el uso y abuso de la violencia por parte de estos trabajadores que buscan, según dicen, sus reivindicación laboral.
Pero, al fin y al cabo, no sucede nada, las agresiones no generan responsabilidad de nadie y la impunidad reina en la vida cotidiana del país.
Eso les permite incurrir, de nueva cuenta, en situaciones similares o, tal vez, hasta más graves, las que pueden derivar en hechos escandalosos y graves para el desarrollo del país.
Son los sindicalistas del SME los que provocan distintas reflexiones con su forma de actuar y atropellar los derechos de otros, escudándose en la impunidad.
Pero no son los únicos que bajo el amparo del no pasa nada, transgreden las leyes y violan los derechos de los demás, sabedores de que todo cabe dentro de la normalidad de un país envuelto en la violencia extrema.
Apenas fue liberado el último de los detenidos por el llamado “michoacanazo”, después de dos años de reclusión y de que, a él y a los otros veintitantos no se les comprobó nada.
¿Y pasa algo? Nada, la autoridad no se hace responsable de nada y sigue vigente el reino de la impunidad, donde unos y otros actúan con prepotencia, arbitrariedad y en extremo violento.
Fue violenta la forma en que fueron detenidos los funcionarios y ex funcionarios del gobierno michoacano, armas largas, exceso de personal, exhibición y muestreo de los personajes arraigados, para que finalmente fueran liberados por carencia de pruebas que mostraran su responsabilidad en los ilícitos que se les adjudicaban.
Impunes quedan todos los crímenes achacados a la delincuencia organizada y los actos de barbarie cometidos por éstos, donde la crueldad es una de las principales facetas que muestran.
Es tal el grado de impunidad que genera insensibilidad en algunos sectores ante los actos aberrantes ocurridos con asesinatos masivos y cada vez más atrevidos, por parte de delincuentes sin escrúpulos.
Masacres en Tamaulipas, Michoacán, Chihuahua, Coahuila, Guerrero y otras entidades del país, sirven para atemorizar más a una población inerme, pero no provoca reacción alguna por parte de la autoridad, mientras que los cuerpos de seguridad, civiles y militares enseñan sus deficiencias y carencias para investigar o proceder.
Por eso, la impunidad salta por todos lados y conocemos de crímenes cometidos por las fuerzas armadas y policíacas, los que también quedan impunes bajo el argumento de equívocos por parte de las autoridades o falta de respeto a los ordenamientos que los defensores de la seguridad y el orden lanzan.
Y aunque los argumentos de unos y otros sean débiles o poco creíbles en sus conceptos, no sucede nada y los responsables son exhibidos y linchados mediáticamente, durante unos días y luego, se esconden en la impunidad y pasan a formar parte del olvido.
Ante este uso y abuso de la impunidad en todos los terrenos y la constante recurrencia, escudo o blindaje aplicado dentro de la vida cotidiana del país, ya nada parece asustar o conmover.
Por eso, la violencia, brutalidad o intemperancia de grupos o individuos que actúan contrario a los preceptos legales no parece inquietar a una ciudadanía ávida de justicia que con desgano advierte como unos y otros en los distintos terrenos de la autoridad se desatienden de cumplir con la ley.
De ahí que el constante uso de métodos violentos por parte del SME no provoca ninguna clase de asombro.
El pasmo el asombro por actos ilegales cometidos al amparo de supuestos provocadores es lo de menos, la impunidad es el signo que parece representar a un país que se deshace en las manos.
SENADO, NUEVA SEDE
Los senadores dijeron adiós a Xicoténcatl como sede y estrenan la nueva construida a precio extraordinario en la confluencia de Reforma e Insurgentes, una zona altamente conflictiva.
Esas arterias son de las preferidas por manifestantes, por lo que habrá que esperar no mucho tiempo para saber si se arrepienten o no del cambio de sede.
Sin embargo, no son los actuales senadores los responsables de ese monumento faraónico, ya que sus antecesores fueron dispendiosos con los recursos públicos y decidieron que los terrenos del desaparecido cine Roble era el sitio adecuado para legislar.
La entrega se hace con mucho retraso y con modificaciones que elevaron el precio original y todos tan contentos.
Habrá que investigar quien es el senador de aquel entonces que privilegió al arquitecto constructor y los beneficios recibidos.
Se rumora el nombre de un senador del sureste y otro del norte en el pasado no muy lejano.