En el centenario de su nacimiento, Jesús Reyes Heroles sigue vigente
Miguel Ángel Rivera lunes 5, Abr 2021Clase Política
Miguel Ángel Rivera
“Puerta abierta para que se vayan los oportunistas, mal que sufre cualquier partido”.
Lo anterior fue expresado por el intelectual y político Jesús Reyes Heroles hace ya casi medio siglo, pero mantiene vigencia al revisar las listas de candidatos registrados por todos los partidos políticos mexicanos para las elecciones del 6 de junio venidero, consideradas las más concurridas en la historia de nuestro país, al estar en disputa más de 20 mil cargos de representación popular.
En esas listas aparecen muchos personajes que han saltado -por eso el sobrenombre genérico de “chapulines”- de un partido a otro para conseguir mantenerse en las nóminas oficiales, que no para servir a la sociedad, que es lo que siempre ofrecen a los electores.
El pasado día 3 del presente mes se cumplió el primer centenario del nacimiento del hombre que fue presidente del PRI, director general de Pemex y secretario de Gobernación y de Educación Pública, además de que —dice una de las leyendas de la política mexicana— tenía tanto respeto por la Constitución y por su grado académico de licenciado en Derecho que rechazó la invitación del presidente Gustavo Díaz Ordaz de ser su sucesor, pues se tendría que violentar el artículo 82 de nuestra Carta Magna, que, entonces, limitaba a los ciudadanos nacidos de padres extranjeros. El progenitor de Reyes Heroles era de origen español.
Es cierto que sus principales motivaciones eran el servicio a la nación y a su partido, el PRI, pero Reyes Heroles se merece el reconocimiento de todos los partidos por haber sido el principal promotor de la reforma electoral sobre la que se erige el México moderno, la cual hizo posible acabar con el poder monolítico del tricolor y abrió los cauces para la contienda multipartidista que culminó con la alternancia en el gobierno federal.
A partir de la reforma promovida por Reyes Heroles desde la Secretaría de Gobernación, con el respaldo del presidente José López Portillo, quien hizo campaña sin tener competidor oficial porque el entonces único partido real de oposición, Acción Nacional (PAN) no postuló candidato presidencial debido a conflictos internos. En ese proceso (1975-1976) el luchador de izquierda Valentín Campa sumó un millón de votos, que debieron ser anulados porque su partido, el Comunista de México (PCM) no tenía registro legal.
A partir de la reforma aprobada en 1977 pudieron competir en los siguientes comicios (1979) el propio PCM, el Demócrata Mexicano (PDM) y el Socialista de los Trabajadores (PST), además del PAN y los calificados de “satélites”, el Popular Socialista (PPS) y el Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM).
Por cierto, en esas elecciones el único que pudo arrebatarle cuatro diputaciones de mayoría al PRI fue su ahora aliado, el PAN. Los demás sólo disfrutaron de los recién creados “diputados de partido” o de representación proporcional.
Olvidado por los suyos, Reyes Heroles fue dignificado por el PAN
A pesar de su valor personal y su calidad intelectual, Reyes Heroles nunca recibió un reconocimiento de los gobiernos priistas, tal vez porque tuvo fuertes diferencias con los presidentes Luis Echeverría y López Portillo. Con este último por sus frivolidades y por la sobreprotección de su hermana Margarita, titular de RTC, dependiente de Gobernación, pero que nunca acató las instrucciones del secretario Reyes Heroles.
Con Echeverría el desacuerdo público fue por la nominación al gobierno de Veracruz de un político de dudosa reputación Manuel Carbonell de la Hoz, a quien Echeverría impulsaba sin consultar con el presidente del PRI, a la sazón el mencionado Reyes Heroles, quien declaró a los medios “yo, como veracruzano, no he votado por él”. Por supuesto, la nominación se cayó, pero dice la mitología que la diferencia de fondo es que el ideólogo priista estaba en desacuerdo con los intentos de Echeverría de perpetuarse en el poder.
Contrario al olvido que sufrió dentro de sus propias filas, Reyes Heroles recibió un reconocimiento del presidente Vicente Fox Quesada, el entonces panista que rompió el largo predominio del PRI. El político guanajuatense por adopción (nació en el entonces DF) propuso que los restos del priista Veracruzano, fallecido en 1985, fuesen llevados a la rotonda de los Hombres Ilustres.
Ese honor fue declinado por los herederos de Reyes Heroles -su hijo del mismo nombre fue luego director de Pemex en el gobierno del panista Felipe Calderón y su otro hijo, Federico, es comentarista político -en parte debido a protestas de ex dirigentes estudiantiles y políticos que lo acusaron de encubrir la “guerra sucia”, a pesar de que, además de la reforma electoral, el entonces secretario de Gobernación promovió una ley de amnistía a presos políticos.
En este episodio también hay una faceta conflictiva: la propuesta del reconocimiento de Reyes Heroles incluía al luchador de izquierda y uno de los dirigentes del Movimiento del 68 Heberto Castillo, lo cual fue considerado en muchos medios políticos como una forma de encubrir el honor destinado principalmente al fundador del PAN, Manuel Gómez Morín, quien tampoco necesitaba ninguna coartada, por sus antecedentes como integrante del grupo llamado de los Siete Sabios, así como rector de la UNAM y promotor del Banco de México.
Al cumplirse el centésimo aniversario del natalicio de Reyes Heroles, la actual dirigencia nacional del PRI, encabezada por Alejandro Moreno y Carolina Viggiano, rindió homenaje al historiador e ideólogo con un acto que estuvo muy lejano de las grandes aglomeraciones que se registraban antes en cualquier ceremonia del tricolor.
Además de montar guardia ante el monumento erigido a la memoria de don Jesús, su sucesor, el actual presidente del PRI escribió en redes sociales que el partido honra sus ideales, “trabajando todos los días en favor de México”.
A su vez,el presidente del Instituto Reyes Heroles del tricolor, Lázaro Jiménez, indicó que Jesús Reyes Heroles fue un hombre de grandes ideas y, con su visión, modernizó al PRI.
“Su legado nos enorgullece y nos motiva a trabajar con firmeza por un México mejor”, agregó.
“Es bueno tener ambición”
La frase con la que inicié esta columna, la expresó don Jesús como parte de su discurso de toma de posesión como presidente del Revolucionario Institucional, el 21 de febrero de 1972, en reemplazo del hidalguense Manuel Sánchez Vite, removido por diferencias también con el presidente Luis Echeverría.
Enseguida, otra parte de ese mensaje que, como se apreciará, también tiene gran actualidad:
“No creo en los que dicen no tener ambiciones. La ambición legítima de hacer y de ser son móviles muy eficaces, y ojalá estemos llenos de ambiciosos que quieran ser y hacer. La ambición de parecer, de simular, es una ambición de quinta categoría. Aquellos que crean en las ideas que exponen que digan lo que piensen y que piensen lo que digan, que sean vehementes en su exposición y sinceros hasta el reconocimiento del error, pueden llegar muy lejos en el servicio al país.
“En la contienda electoral no queremos ni necesitamos los fraudes. Podemos concurrir con las mejores plataformas, con las mejores ideas de aplicación factible y podemos y debemos concurrir con los mejores hombres: los más cercanos a los obreros, a los campesinos, a los intelectuales, a los técnicos, a nuestra extensa y variada clase media.
“La heterogeneidad de nuestra composición es nuestra fuerza; pero si el descuido, la inmovilidad o la inacción nos invaden o contagian, pueden convertirse en nuestra debilidad.
“Ser muchos, sí, pero con cohesión, con congruencia, de tal manera que cantidad y calidad coincidan. Y si llegara a presentarse la disyuntiva, escoger la segunda…
“…debemos ser precavidos frente a tendencias negativas que actúan en las tinieblas y que pretenden que la unidad incurra en la inmovilidad, que vayamos a la deriva o a la zaga de quienes afuera, irresponsablemente, ofrecen mucho, sabiendo de antemano que no van a cumplir.
“Puerta abierta para que ingresen quienes tengan algo que aportar; puerta abierta para que se vayan los oportunistas, mal que sufre cualquier partido en el poder. Padecemos infiltración; pero ésta no es tan grande que pueda dar origen a la escisión. Distinto sería si la dejáramos aumentar”.
El discurso completo aparece en el portal Memoria Política de México de Doralicia Carmona Dávila.