Elecciones de la ignominia
Armando Ríos Ruiz lunes 5, Abr 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Sin duda, las elecciones de junio serán las más cuantiosas de nuestra historia y por lo mismo, las más importantes. Elegir sin razonar el voto puede costarnos vivir sin esperanzas, sin rumbo, sin remedio de nada. Con la resignación de no volver a ver la luz en muchísimos años. Hasta que la conciencia despierte y provoque el arrepentimiento. Por regla general, esto suele ocurrir muy tarde. Cuando la única solución es morir.
El ejemplo lo hemos tenido demasiado cerca y aun así, muchos mexicanos se niegan sistemáticamente a aceptarlo. Es más, predican que el que pisan, es el mejor camino. Dejan ver que la estrategia seguida por el gobierno ha sido eficaz, porque repiten sin un argumento válido lo que escuchan todos los días: que se combate la corrupción y el pasado de oprobio. Encaja el dicho de que no hay más ciego que el que no quiere ver.
Por más que se ha difundido con todas las evidencias que en América, algunos países han seguido el paso equivocado, la reacción es negarlo. Por más exhibiciones que se han hecho de Venezuela o de Cuba, por ejemplo; de su rumbo seguro a la miseria extrema y desesperante, muchos mexicanos niegan que marchemos hacia el mismo destino. Conozco ambos lugares y resulta demasiado triste ver la similitud. Cómo estaban y cómo están en este momento.
Hoy, en su desesperación por mantener su registro, los partidos políticos en México han optado por seleccionar candidatos que, creen, pueden recoger votos. No a los mejores hombres, capaces de solucionar los problemas que enfrenta el país. Han recurrido a artistas de cine, cantantes, futbolistas, luchadores. Han dado la mínima importancia a los preparados. A quienes desean con vehemencia rescatar a México de lo absurdo. De la desesperanza en que hoy vive.
Tristemente, los delincuentes también han hecho planes y ya tienen en la mira a muchos incondicionales que, con tal de conquistar un cargo de elección popular, han comprometido sus conciencias con réditos demasiado altos, que habrán de pagar con numerario y con favores muy caros, como allanarles el camino de la droga. Cómo perseguir a quienes no estén en esta tesitura. Ocurría con los tratos de la policía, a cambio de maletas llenas de billetes verdes.
Hoy parece existir una especie de patente de corso. Las palabras del Primer Mandatario semejan esta condición que permite actuar conforme a su libre albedrío, a todas las organizaciones criminales del país: “abrazos, no balazos”. En más de dos años de gobierno, los resultados han sido nulos. Mejor dicho, has sido al revés. De matanzas colectivas a lo largo y ancho del país.
Encumbrados a cargos de elección popular, ¿quién de los anteriores tendrá capacidad para aprobar alguna iniciativa que se refiera a fluctuaciones económicas? ¿A la reforma de alguna ley? ¿Acaso aquél morenista que en un debate dijo que “pa’ gobernar no se necesita conocer números ni letras?” Seguramente no se necesitan legisladores preparados, sino animales obedientes que levanten la mano para aprobar, de acuerdo a la instrucción de su coordinador.
Miguel Barbosa, gobernador de Puebla, se atrevió a denunciar que “en todos los partidos políticos con registro, ya hay postulados candidatos que estarían relacionados con la delincuencia y el crimen organizado…” “Ya hay nombres”. Inclusive se comprometió a darlos a conocer.
En cualquier entidad es lo mismo. Son de todos conocidos los nombres de quienes se han convertido en políticos exitosos que no aportan absolutamente nada, cobijados por grupos de criminales, con quienes contraen grandes deudas. Un ejemplo: para los habitantes de Guerrero, en donde el crimen está a la vuelta de la esquina, no ha sido difícil conocer a gobernadores, presidentes municipales, diputados locales y federales, que van a sentarse a una curul o a su oficina, a resolver nada. Pero con ligas muy fuerte con los grupos delictivos.
De volver a equivocarse los mexicanos en junio próximo, lo crean o no, condenarán a todo un país a sepultarse en vida.