Reversa esperada
Armando Ríos Ruiz miércoles 24, Mar 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
No sólo un servidor. Muchos imaginamos que la aprobada Ley de la Industria Eléctrica sufriría un revés, que el promotor de su aprobación para dar preferencia a las energías sucias o contaminantes, aceptaría con una simulación de rabia por el hecho de que fuera reprobada por un juez. No fue más que un circo ante la opinión pública, para dar a entender que se defendió con denuedo y que aún se pelea en los tribunales para imponerla contra viento y marea.
Desde que los analistas y conocedores del tema supieron que la iniciativa había entrado al Congreso, opinaron que la Suprema Corte la echaría abajo por peligrosa para la salud y por lo mismo, por inconstitucional. En ese momento, seguramente el Presidente estaba cierto de que el alto tribunal acataría su orden de echarla a caminar, a como diera lugar.
Pero no se contaba con la aparición repentina, inesperada, del Presidente de Estados Unidos, John Biden, quien propuso una entrevista virtual para hablar de temas inherentes a ambos países. Entre otros puntos, el vecino dijo al nuestro que esperaba su cooperación, tanto como de Canadá, con la suma a su proyecto de alentar las energías limpias para colaborar con el acuerdo de Francia, de combatir el calentamiento global.
En nuestro país, el mandatario hizo como que desoía y continuaba con la insistencia de utilizar los elementos no renovables para producir energía, a pesar de que contaminan mucho y de ser demasiado caras. Se aprobó y se hicieron sonar las campanas de triunfo.
Como era de esperarse, algunas empresas interpusieron amparos y el juez Juan Pablo Gómez Fierro detuvo la puesta en marcha de la ley. Alentadas por este hecho, el mismo recurso legal fue utilizado en otros lados y los procuradores de la ley actuaron de igual forma. El supuesto enojo presidencial valió para pedir a la Corte investigar al primer impartidor de justicia.
La respuesta consistió en que no era posible impedir que el juez hiciera su trabajo conforme a su conocimiento de la ley y que aplicara su criterio acorde con la libertad y confianza que tiene para ello.
El Presidente anunció que insistiría en las instancias legales para detener el veredicto del juez y de hecho así se hizo y así se hace, hasta obtener una resolución de inviabilidad, a pesar de que el mismo abogado Gómez Fierro determinó conceder una suspensión definitiva al uso de energías no renovables.
Todo este teatro se ha sustentado para dar a entender a los mexicanos que tienen todos sus sentidos obstruidos y que además aman con vehemencia al Primer Mandatario, que se pelea con coraje contra las instancias legales, pero que, respetuoso de lo que éstas determinen, habrá de acatar el resultado final, que indudablemente será en contra de su empecinamiento por las energías sucias.
Alguien ha dicho que el Presidente albergaba un miedo enorme a Trump, quien lo utilizó como quiso para satisfacer ciertas promesas de campaña, como el hecho de usar a la Guardia Nacional como muro de contención en las fronteras norte y sur. La tarea consistía en impedir la llegada de migrantes centroamericanos a su país, tarea en la que nuestro gobierno colaboró ampliamente. Creía además en los dichos de control del habitante de la Casa Blanca: “Me cae bien el mexicanou”.
El mismo que sostuvo este argumento asegura que también le tiene miedo a Biden. Es de pensarse que es así y que no sostendría su ley por nada del mundo, porque provocaría el enojo de un vecino más prudente, más diplomático, más experimentado, pero no menos enérgico.
Le pidió ayuda con vacunas contra el coronavirus cuando tuvieron la conversación virtual y el norteamericano se negó, con el argumento de que primero están los habitantes de su país, aunque allá se hayan vacunado más mexicanos que en México. Después consintió en “prestar” dos millones 700 mil aplicaciones. El préstamo, que en realidad es un aparente regalo, tiene una condición: otra vez el muro humano contra la migración.