En el principio fue el verbo
¬ Sócrates A. Campos Lemus martes 23, Mar 2021¡Que conste,.. son reflexiones!
Sócrates A. Campos Lemus
Por extrañas razones llegan los pensamientos y con ellos los recuerdos, hace unos días mi amigo Jorge Trujillo, que nos conocemos desde 1962 cuando él era el presidente de la Asociación de Prensa Estudiantil Politécnica, me “picaba” para darle razón de una promesa: el escribir algún libro de los recuerdos que nos han sucedido y es claro que hay que dar voz a esos recuerdos porque al final de cuentas es parte de la vida y en la renovación del solsticio de primavera, esto aparece como algo obligatorio.
En los tiempos de estudiante, nos reuníamos muchos en algunas ocasiones en el café de Kikos, que estaba en la zona de la Lotería Nacional y el entonces “Caballito”, y a un lado, una librería muy grandes regenteada por un viejo español republicano, ahí se distribuían toda clase de libros y de folletos de “izquierda” y con ese pretexto pasábamos algunos para comprar uno de esos folletos que eran muy baratos y de paso ver si nos podíamos “poner” algún libro que nos gustara y no lo pagáramos, así pensamos durante mucho tiempo que nadie notaba ese truco. Un buen día mi pasión y ambición llegó muy lejos y aparecía un libro que se llamaba Muralismo y tenía un precio elevado, efectivamente logré sacarlo, pero a las cuadras de caminar me sentí muy mal porque en realidad ni me importaba mucho y me daba “cosa” el robar algo que ni necesitaba y tenía un valor en ese tiempo enorme para mí, así que decidí regresar y enfrenté al viejo español que estaba sentado en una silla cerca de la caja registradora y le dije que por “accidente” me había llevado el libro y que lo regresaba pidiéndole perdón, el viejo se quedó mirando y dijo a unos de sus empleados: “A ver si ponen atención y que bueno que este muchacho cumplía lo que siempre he dicho que: “libro robado es libro consultado y leído” así que cuando venga, solamente déjenlo que tome lo que necesite y después lo retorne”, mi vergüenza era enorme y claro que esto me marcó en la vida porque ahí recuerdo en especial dos libros que al paso de los años también compré en aquella librería antes de que la cerraran, uno: Shogún, y el otro, Tai-Pan, dos libros que me encantaron y que por desgracia los he buscado para releerlos y no los encuentro ni en las librerías de viejo… también, aquel libro: Aquellos enfermos que nos gobernaron y Cuando China Despierte… ojalá antes de morir los pueda volver a leer y esto es como cerrar un ciclo grande de la vida.
En verdad me sorprendo cuando escucho a mis hijos discutir sobre algunos temas y no alcanzo a entender cómo logran tanta información hasta que ellos me llevan por los caminos de los nuevo medios, por supuesto que extraño mucho el olor y el sabor de las hojas de papel y de ese rumor que siempre corre cuando vamos leyendo y marcando con la pluma lo que nos gusta, pero así es la modernización, cuando me acostumbré a utilizar la máquina de escribir normal, me encantaba el ruido de cada golpe a las letras y de pronto llegamos a aquellas máquina eléctricas que tenía una bolita de las letras que se podía cambiar, pero casi no hacían ruido y esto descontrolaba hasta que logramos dominarla y de ahí llegamos a la computadora y tuvimos que entrarle exactamente cuando el levantamiento en Chiapas del Ejército Zapatista, cambios que se van produciendo en la modernización y la vida, a lo mejor, hasta ahí llegamos porque no continuamos en esos espacios nuevos porque al final de cuentas nuestro nivel está en dejar lo que tenemos y como somos viejos, también, esos recuerdos lo son y nos van llenando la vida y así es necesario, algunas ocasiones, dejar que salgan y se escurran por las laderas que los llevarán a los depósitos de recuerdos o para el disfrute y conocimientos de algunos de lo que eran las cosas de antes, aunque ese antes no tenga tantos años como si lo viejo fuera reduciéndose a los años, anteriormente, una época alcanzaba casi cien años, ahora, en algunos, diez, los cambios son tan importantes que la tecnología obliga a aceptar esa velocidad a la que los viejos ya no estamos acostumbrados, nos gusta la reflexión y los pasos cortos, la visión del mundo y de la vida con esa paciencia que todos necesitamos, cuando menos los de la generación, incluso, no entendemos bien a bien eso de la comida rápida porque nos gusta la comida tranquila, caliente y con la charla en la mesa y el tiempo necesario para gozar todos los tiempos y no andar dejando los pedazos de recursos en la velocidad de los nuevos tiempos, como que nos gusta cargar lo que traemos en la espalda, algunos, con orgullo, y otros, con pesares.
Nuestros padres se sorprendían cuando comenzamos a utilizar las famosas plumas atómicas y dejamos las plumas de tinta y ellos dejaron los manguillos con sus plumas y especiales ejercicios de “palmer” para tener una letra legible y entendible. Lo increíble es que sigue siendo la PALABRA el camino importante para el entendimiento, para el recuerdo, para lo nuevo y lo viejo y para entendernos a pesar de que a veces no nos entendemos o no queremos entendernos ni a señas y me sorprendo cuando ese valor de la palabra llega hasta la definición de cada uno y de la fuerza que ha mantenido para la transformación humana: “EN EL PRINCIPIO FUE EL VERBO” como si esto nos marcara para siempre en la definición de los caminos de la vida y en cada uno hay que tener el registro por modesto que sea para entender los cambios que se van produciendo a través del tiempo.
Ahora, como que se ha perdido mucho el esquema del discurso y de la charla, los nuevos tiempos obligan a refugiarse mucho en la tecnología y no en la comunicación y esto hace que vayamos perdiendo el contacto humano que para nuestra generación fuera tan vital e importante, que sería la energía del cambio y la transformación que al final de cuentas, en esa base vieja formó lo que hoy se tiene como nuevo… porque existen muchos cambios, pero siguen, con la palabra, el camino del recuerdo… mientras no perdamos la capacidad de reírnos y de llorar que nos marca en la vida como parte de la humanidad por ser los seres humanos los que tienen la capacidad de hablar, reír y llorar… recordando que en el principio: FUE EL VERBO.