La salvación de Pemex está en cobrarle menos impuestos
Miguel Ángel Rivera viernes 19, Mar 2021Clase Política
Miguel Ángel Rivera
“Uno de los problemas estructurales más importantes de la economía mexicana es la insuficiente recaudación tributaria del gobierno federal. En efecto, en México la carga tributaria (recaudación por concepto de impuestos como proporción del Producto Interno Bruto (PIB), en el período 2001-2007 fue, en promedio, 10.5%, mientras que el promedio de la Organización de Países para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) era, en 2005, 36.2% del PIB.
“Debido a esa relativamente baja capacidad del gobierno de cobrar impuestos es que los ingresos presupuestarios del sector público de México (que en 2007 ascendieron a 25.5% del PIB) dependen en gran medida (9.6% del PIB) de los ingresos petroleros, condenando a Petróleos Mexicanos (Pemex) a una situación de debilidad financiera en perjuicio de la inversión y la modernización de la empresa”.
Los anteriores párrafos fueron tomados del estudio Régimen fiscal de Pemex Situación actual y propuesta de reforma, publicado en 2008 por la Facultad de Economía de la UNAM y elaborado por los profesores de tiempo completo Emilio Caballero Urdiales y Carlos Tello Macías. Éste último fue secretario de Programación, durante la primera parte del gobierno del ex presidente José López Portillo, quien lo despidió al mismo tiempo que al secretario de Hacienda, Julio Rodolfo Moctezuma, por desacuerdos acerca de los ingresos y los gastos del gobierno federal.
Pero esa es otra historia. Aquí lo que importa es el diagnóstico acerca de la situación económico-financiera de la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), que ayer celebró el 83 aniversario de la Expropiación Petrolera, decretada en 1938 por el ex presidente Lázaro Cárdenas y a partir de la cual se dice que el petróleo es propiedad de todos los mexicanos, lo cual de hacerse efectivo nos tendría endrogados por la enorme deuda que arrastra esa institución.
Ése y otros estudios indican con certeza que el problema de Pemex es la excesiva carga fiscal que pesa sobre esa empresa, pues los impuestos que paga son más elevados que los de cualquier otra petrolera del mundo.
Es cierto que la empresa estatal reciente un grado intenso de corrupción, que se conoce desde hace mucho tiempo, pero que ningún gobierno ha podido limpiar por completo. La recién anunciada “renuncia” o jubilación del dirigente sindical Carlos Romero Deschamps es apenas una muestra. Desde los años 70, el entonces director de Petróleos Mexicanos, el ingeniero Antonio Dovalí Jaime -quien por cierto estaba en desacuerdo con la exportación masiva de petróleo crudo- me comentó en una entrevista que la corrupción sindical afectaba en un 30 por ciento la productividad de la institución. Más reciente está el caso todavía no resuelto de la compra a precio excesivo de una improductiva planta de fertilizantes.
Pero la corrupción no es el único o más grave problema grave, el pago de impuestos limita su capacidad de reinversión y la obliga a endeudarse. Según algunos investigadores, la situación financiera de Pemex es tan grave que de hecho está en quiebra, pues su deuda es superior al valor de sus activos.
En el referido estudio de Tello y Caballero se menciona, por ejemplo, que en 2007 los Ingresos del Sector Público ascendieron aproximadamente a 2.5 billones de pesos que representaron 25.5% del PIB de ese año. Los ingresos aportados por Pemex y sus organismos representaron el 9.6% del PIB, es decir más de la tercera parte de todo lo que recaudó el gobierno federal en ese año.
Los gobiernos de Vicente Fox y de Felipe Calderón no resintieron mayormente la crisis por el auge petrolero de principios del siglo actual, pero la situación se tornó grave durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, quien emprendió una muy publicitada reforma energética que básicamente consiste en autorizar la participación de la iniciativa privada en sectores de la industria petrolera que antes eran exclusivos de Pemex, cambio con el cual se suponía que llegarían los recursos que no tenían la empresa estatal ni el gobierno federal.
Con López Obrador viene
la reforma de la reforma
El actual primer mandatario, Andrés Manuel López Obrador, se opuso a esa reforma de Peña Nieto y ha ofrecido revertirla, como lo hizo en materia educativa y actualmente lo intenta con la industria eléctrica, proceso en el cual también se involucra a Pemex, como proveedor de los combustibles que utiliza la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para la generación de electricidad.
El jefe de Ejecutivo ha expresado interés por salvar a Pemex, como parte de su visión de rescatar la rectoría del Estado en el sector energético y como parte de ello, su administración ha transferido recursos a la empresa estatal, pero sólo han servido para afrontar problemas inmediatos, pero sin llegar a un plan general de rescate que, conforme al diagnóstico arriba anotado, pasaría por reducir los impuestos.
Todavía el año pasado, según nota publicada por el diario La Jornada el 7 de octubre, un análisis comparativo de desempeño operativo y financiero de la empresa productiva del Estado, reveló que, por cada peso que el Estado invirtió en ese organismo, la empresa le regresó 9.4 pesos mediante impuestos directos e indirectos.
La nota precisa que, entre enero y septiembre de 2020, Pemex recibió apoyos del gobierno federal a través de inyecciones de capital por 46 mil 246 millones de pesos. En cambio, Pemex le entregó al gobierno federal mediante los derechos de utilidad compartida (DUC), y los impuestos especial sobre producción y servicios (IEPS) y al valor agregado (IVA), entre otros, 489 mil 972 millones de pesos.
En el referido análisis, Pemex atribuyó las pérdidas contables fundamentalmente a dos factores: el más relevantes es la inclusión por norma internacional de la pérdida cambiaria y la elevada carga fiscal, que ubica a Pemex como la empresa que más impuestos paga en la industria energética global.
Pemex, agrega, tiene una relación de pago de impuestos equivalente a 105 por ciento de su flujo de efectivo y está por encima de empresas comparables como Equinor y Eni, que pagan el equivalente a 52 por ciento de su flujo de efectivo, respectivamente. Otras empresas petroleras como EcoPetrol pagan 41 por ciento; Exxon, 38; BP, 38; Chevron, 35 por ciento, entre otras.
En otras palabras, Pemex crea valor para el país operando con rentabilidad niveles más altos que el promedio de la industria, pero su pesado régimen fiscal ocasiona que prácticamente transfiera todas las ganancias al gobierno, dice la referida información.
Al comparecer ante comisiones de la Cámara de Diputados, el 14 de octubre de 2020, el director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, informó que la empresa aportó a la Hacienda pública 489,972 millones de pesos vía impuestos y derechos entre enero y septiembre del ese año y, a pesar de la emergencia por Covid-19, cerraría el año con una erogación de más de 51% de sus ingresos.
Ayer, en la ceremonia por el aniversario de la Expropiación, Romero Oropeza le agradeció al primer mandatario su apoyo a Petróleos Mexicanos. Recordó que, en el primer año de gobierno, otorgó una reducción en la tasa que paga Pemex por la extracción de hidrocarburos, pasando del 65 por ciento en el año 2019 a 54 por ciento en el 2021.
Adicionalmente, por tercer año consecutivo el presidente otorgó un beneficio para reducir la carga fiscal de la empresa. Tan sólo en este año 2021 ese beneficio es por más de 73 mil millones de pesos. Y, por si fuera poco, a partir de este año las amortizaciones de la deuda de Petróleos Mexicanos serán absorbidas por el gobierno federal, lo que significará que Pemex reduzca su deuda en seis mil 412 millones dólares al cierre del 2021, agregó Romero.
Por su parte, el presidente López Obrador reafirmó sus compromisos en materia de rescate del petróleo y, en primer término, señaló: “Repito lo que he venido diciendo a lo largo de muchos años: el único dueño del petróleo es el pueblo de México y los beneficios del petróleo siempre serán para el pueblo de México.
“Se respetarán los contratos otorgados de la llamada reforma energética, pero no se entregarán nuevas concesiones para la explotación del petróleo y se protegerá a Pemex para mantener su participación actual en el mercado de las gasolinas, el diésel y otros derivados del petróleo” y “se cumplirá con la meta de producir en México las gasolinas”.