Hoy, nueva fase de la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres
Miguel Ángel Rivera lunes 8, Mar 2021Clase Política
Miguel Ángel Rivera
Desde hace varios años, mi mejor deseo con motivo del “Día de la Mujer”, consiste en que nunca más sea necesario dedicar un día especial a celebrar a ese sector de la humanidad.
Me explico: cuando ya no sea necesario dedicar un día especial a festejar a la mujer querrá decir que todo el año reciben el trato que merecen, de igual a igual, sin desaire, sin desdén, sin menosprecio ni discriminación de ningún tipo.
No se trata de ningún apartado especial. Lo mismo pienso del “Día de la Madre”, del “Día del Cartero”, del “Día del Bombero” y del “Día de la Libertad de Prensa”. Como si no ejerciéramos esa libertad durante el resto del año.
Tampoco sería necesario, como ocurrirá hoy en calles del centro de la capital del país y en las principales ciudades del resto de la república, que las mujeres salgan a exigir derechos que deberían gozar desde siempre.
No hay razón para hacerlas menos. Con gran frecuencia —tal vez muchas ocasiones de manera inexplicable o injustificable— las mujeres cumplen lo que mis ex compañeras del diario La Jornada bautizaron como doble jornada: son las encargadas de mantener el orden y el bienestar en sus hogares y, además, son el sostén económico de sus familias.
Aquí, quiero recordar unas líneas de la escritora Isabel Allende, en su libro Mi país inventado. Como pueden comprobar, habla de la relación hombre-mujer en su natal Chile, pero las circunstancias pueden trasladarse prácticamente a cualquier sitio del mundo, en particular de Latinoamérica:
“Algunos frívolos opinan que Chile es un matriarcado, engañados tal vez por la tremenda personalidad de las mujeres, que parecen llevar la voz cantante en la sociedad. Son libres y organizadas, mantienen su nombre de solteras al casarse, compiten mano a mano en el campo del trabajo y no sólo manejan sus familias, sino que con frecuencia también las mantienen. Son más interesantes que la mayoría de los hombres, pero eso no quita que vivan en un patriarcado sin atenuantes. En principio el trabajo o el intelecto de una mujer no se respeta; nosotras debemos hacer el doble de esfuerzo que cualquier hombre para obtener la mitad de reconocimiento. ¡Ni qué decir en el campo de la literatura! Pero no vamos a hablar de eso, porque me sube la presión. Los hombres tienen el poder económico y político, que se pasan de uno a otro, como una carrera de postas, mientras las mujeres, salvo excepciones, quedan marginadas. Chile es un país machista; es tanta la testosterona flotando en el aire, que es un milagro que a las mujeres no les salgan pelos en la cara.
“En México el machismo se vocifera hasta en las rancheras, pero entre nosotros es más disimulado, aunque no por eso menos perjudicial. Los sociólogos han trazado las causas hasta la conquista, pero como este es un problema mundial, las raíces deben ser mucho más antiguas. No es justo culpar de todo a los españoles…”
Un muro protector contra la violencia ¿femenina?
No, no se trata de ninguna indirecta. Allende no hace ninguna referencia a la reiterada exigencia del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador a los españoles para que se disculpen por los excesos cometidos en la conquista, algo de lo que tampoco se salvaron los pueblos originarios del territorio de lo que ahora es Chile.
Por cierto, el Zócalo y algunos alrededores, así como zonas a lo largo de las avenidas Reforma y Juárez han sido resguardadas por altos muros que a muchos les hacen recordar la enorme barda que el ex presidente de los Estados Unidos Donald Trump prometió construir a lo largo de la frontera con México.
La explicación es el temor por nuevos actos de violencia como los que se han registrado en anteriores marchas femeninas de protesta.
Con el pretexto de no aparecer con un gobierno represor, se ha dejado hacer a esos grupos provocadores que, por supuesto, no son reconocidos como legítima manifestación de las demandas de igualdad de la mujer.
En Estados Unidos, que es ejemplo para nosotros en muchos aspectos, numerosos radicales que participaron en la “toma” del Capitolio -en enero pasado, como respuesta a las denuncias de un supuesto fraude electoral dirigidas por el mencionado ex presidente Trump- ya fueron encarcelados o sometidos a juicio por esos actos ilegales. Pero en México ninguno de lo(a)s vándalos que han destrozado edificios privados y públicos ha sido consignado ante un juez penal.
La impunidad, dicen los especialistas, es una de las principales motivaciones para que se vuelva a cometer un delito. Y por eso, en este momento las autoridades federales y capitalinas sólo toman medidas para evitar daños mayores, pero nada de tocar a lo(a)s violento(a)s manifestantes.
Sólo queda rezar para pedir que no se repitan los actos de violencia.
La lucha por la igualdad viene desde muy lejos
Casi todas las naciones del mundo tienen historias notables de mujeres (y también algunos hombres) que han luchado por alcanzar una verdadera y permanente igualdad.
De ese proceso es de donde nació la idea de dedicar una fecha especial al esfuerzo por consolidar la equidad de género.
Así, por ejemplo, en el portal de Internet de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se lee:
“Desde su creación el 24 de octubre de 1945 para promover la cooperación internacional, tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas han consagrado la igualdad de derechos de mujeres y hombres como aspecto fundamental de su razón de ser. Su carta fundacional señala que, como parte de su propósito, se encuentra el desarrollo y promoción de “las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión”.
“Menos de un año después, durante el periodo de sesiones inaugural de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Londres, Reino Unido, Frieda Dalen, de Noruega, se convierte en la primera mujer delegada en intervenir y Eleanor Roosevelt, de los Estados Unidos de América, pronuncia su célebre “carta abierta a las mujeres del mundo” en la que las insta a participar más en los asuntos nacionales e internacionales.
Esas fueron las pioneras dentro de la ONU, la cual creó un organismo especial dedicado a consolidar la equidad de género.
Otra chilena, Michelle Bachelet, que en su país ya se había significado por ser la primera mujer en ganar la Presidencia de la República, llegó a ser secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas y directora ejecutiva de ONU Mujeres.
En 2013, con motivo del Día de la Mujer, envió un mensaje en el que destacó que era un “momento difícil para el mundo y para la igualdad de género, pero que al mismo tiempo es perfecto para luchar en favor de una acción transformativa y para reconocer a las mujeres y la juventud por su incansable esfuerzo de promoción de la igualdad de género y los derechos humanos. Nuestro objetivo es aumentar el liderazgo de las mujeres y su representación en todas las esferas de toma de decisiones —donde en la actualidad predominan los hombres— sobre las cuestiones que afectan a sus vidas. La falta de representación de los intereses de las mujeres dura ya demasiado y se ha convertido en un problema universal con consecuencias catastróficas”.
Ocho años después, la directora ejecutiva de ONU Mujeres es la sudafricana Phumzile Mlambo-Ngcuka, quien tuvo que combatir al mismo tiempo los problemas de la lucha para alcanzar la igualdad de género y las graves dificultades derivadas de la discriminación racial, no obstante, los cuales llegó la vicepresidencia de su nación que durante muchos años se distinguió mundialmente por el humillante sistema conocido como Apartheid.
Esta luchadora por la igualdad de los humanos en todos los ámbitos, preparó un mensaje con motivo del Día de la Mujer que se celebra este año:
“Durante la pandemia se ha producido un aumento de la violencia contra las mujeres y las niñas; estas últimas han perdido muchas horas de aprendizaje debido al incremento de las tasas de abandono escolar, de las responsabilidades de cuidados y de la cifra de matrimonios infantiles.
“Decenas de millones de mujeres más se están viendo abocadas a la pobreza extrema, dado que están perdiendo sus puestos de trabajo a un ritmo mayor que los hombres y pagando el precio de la falta de acceso a tecnologías digitales o de capacidad para manejarlas. La solución de estos y otros muchos problemas no puede dejarse exclusivamente en manos de los hombres…”