No confundir la diplomacia
Armando Ríos Ruiz viernes 5, Mar 2021Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Es repetitivo que cuando alguien dice que el Presidente de México quiere llevar al país a un socialismo malentendido, a una dictadura copiada al pie de la letra a Hugo Chávez, consistente en empobrecer a la gente y dar migajas hasta matarles a los pobres las ganas de valerse por sí mismos y acostumbrarlos a la dádiva miserable, alguien brinca y dice: “Estados Unidos no lo va a permitir”.
Yo he sostenido que a nuestros vecinos no les importa, como les importó el siglo pasado, la ideología que profese cualquier país. Principalmente los más cercanos. Estoy seguro, porque he sostenido conversaciones con políticos estadounidenses y hemos llegado a entender que ese sentimiento se ha diluido. Lo que les importa realmente es una obediencia ciega, sin condiciones. El respeto y el sometimiento a ultranza a sus decisiones. El acatamiento de sus acuerdos.
Joe Biden es un hombre que se formó, primero con graduaciones en Historia y Ciencias Políticas. Después como abogado. Se dedicó a la práctica del derecho y luego dedicó su vida a las actividades políticas, en cargos de elección popular, hasta convertirse en vicepresidente de Estados Unidos con Barak Obama. Por esas razones, su vida se llenó de experiencia en esas lides y en el manejo de la diplomacia, que se ha hecho evidente hoy, convertido en el máximo mandatario de la Unión Americana.
Durante la campaña presidencial, nuestro Presidente se mostró partidario de Donald Trump, un hombre formado lejos de la política, en actividades empresariales como constructor de casinos, preferentemente en Atlantic City y en Las Vegas. Como promotor de eventos de belleza como los diversos para elegir a las mujeres más hermosas del mundo. Probó las mieles de la política sin haber tenido antes la mínima experiencia y se enamoró ardientemente de su sabor.
Cuando obtuvo el triunfo Biden, Nuestro mandatario se mostró reacio a reconocerlo, como lo habría hecho cualquiera otro mandatario frente al que se encontraba en la antesala de control, en el país más poderoso del mundo. Aunque no se escucha el sonido estridente, esas acciones suenan en la mente como una alerta que se mantiene.
Cuando el Capitolio fue asaltado por hordas incontenibles de simpatizantes de Trump, por órdenes de éste, no fijó su postura frente a los hechos. Con ello hizo notar que su corazón estaba con el aún ex presidente. Anunció una ley para impedir que las agencias de inteligencia continúen operando en México. Ofreció asilo político a Julián Assange. Criticó a las redes sociales por censurar a Trump. Acusó a la DEA de fabricar evidencia en contra del general Cienfuegos.
Apenas hace unos días, impuso su voluntad al Congreso de la Unión para que las cámaras de diputados y senadores aprobaran sin condiciones, sin alterar una coma, la Ley de la Industria Eléctrica, que atenta contra el empleo de energías limpias y baratas, contra la vida misma de todo lo que respira y hasta contra las empresas norteamericanas y de todo el mundo que proveen esta mercancía, entre las que figuran denuncias contra México por suspender sus actividades.
En Estados Unidos no hay un acto, bueno o malo fuera del país, que no sea meticulosamente observado. Todo se acumula y pasa a formar parte de esa alerta que no se escucha, pero que late dentro de la cabeza, hasta que un día, su sonido comienza a crecer y alcanza una fuerza insoportable.
Seguramente a Biden le importa poco que nuestro mandatario piense como quiera. Pero que se dedique a realizar acciones contrarias a la conveniencia mutua, al perjuicio de la naturaleza y a atentar hasta contra la vida de las diferentes especies y del mismo ser humano, ya es diferente. Principalmente en un momento en que las naciones más desarrolladas del mundo, han volteado sus decisiones con preocupación a salvarlo de los depredadores irresponsables, que no son capaces de ver el daño que sufre a causa de su evidente ceguera.
Anteponer la diplomacia en su trato con nuestro Presidente, no quiere decir que vaya a tolerar sus manifestaciones adversas a sus acciones. Eso lo veremos.